Olatz Rodríguez: "Perder peso era la única fuente de satisfacción que tenía en mi día a día"

Olatz Rodríguez: "Perder peso era la única fuente de satisfacción que tenía en mi día a día"

La que fuera miembro de la selección española de gimnasia rítmica individual cuenta su experiencia con la anorexia en el libro 'Vivir del aire'.

La exgimnasta Olatz RodríguezCARLOS RUIZ B.K.

“Debido a motivos personales he decidido retirarme como gimnasta, ha sido una decisión muy difícil para mí. Este deporte lo ha significado todo en mi vida, me ha hecho crecer tanto como deportista, como en persona”.

Así anunciaba Olatz Rodríguez el 9 de marzo de 2020 en Instagram que abandonaba la gimnasia rítmica. Justo dos años después, esta joven leonesa de 19 años está promocionando el libro Vivir del aire en el que cuenta, con detalle y con dureza, cuáles eran aquellos motivos personales que le llevaron a tomar esa decisión.

Olatz, que formaba parte de la selección española de gimnasia rítmica individual y fue finalista en el Campeonato de Europa júnior en 2018, fue ingresada en el hospital en 2019, con sólo 17 años, donde llegó incapaz de mantenerse en pie. ¿La causa? Uno de los conocidos como Trastornos de la Conducta Alimentaria, anorexia.

Escondida tras las mascarilla y tras unas enormes gafas que permiten comprobar cómo se le achinan los ojos cada vez que sonríe —que es casi siempre—, Olatz trata de explicar cómo disfrutaba de los entrenamientos en el gimnasio, pero cuánto sufría cuando competía; o cómo intentaba explicarse a sí misma lo que le estaba pasando con la comida, pero era incapaz de hacérselo entender a los demás. Una cruda lección de sensatez de una niña que sorprende con su maduro discurso pero a la que su voz aguda delata.

Has empezado este año la carrera de medicina y te has trasladado a Madrid. ¿Cómo estás Olatz?

Pues la verdad es que esa es una pregunta compleja. Pues podría definirlo como neutro, ni bien ni mal.

¿Estás recuperada del todo?

Poquito a poco, mi relación con la comida siento que está mejor. Por ejemplo, como pan tranquilamente e incluso pasta, cosas que antes no veía capaz de enfrentar por las consecuencias que iban a llegar detrás, porque luego restringía el resto de alimentos por el sentimiento de culpabilidad de haber comido eso. En ese sentido siento que he mejorado bastante, gracias a la ayuda psicológica y al trabajo personal. En cuanto a mi estado emocional, sí que es cierto que he tenido más bajones últimamente y hace unos meses me diagnosticaron depresión.

El estado crítico de salud física que me llevó al ingreso lo he superado, pero emocionalmente he vivido lo más complejo hace unos meses. Ahora estoy con tratamiento médico y con ayuda psicológica. Pero bueno, imagino que todo va de la mano.

“Echaba de menos la felicidad que me envolvía cada vez que el número de la báscula bajaba”. Esta frase, Olatz, ¿es el perfecto resumen de lo que era tu relación con la comida?

Es que esa era la única fuente de satisfacción que tenía en mi día a día y era la única manera que tenía de paliar los sentimientos negativos que experimentaba. No buscaba un cuerpo, una apariencia o parecerme a X gimnasta. Pudieron influir en mí algunas cuestiones físicas que favorecieron el desarrollo de la enfermedad pero hoy, que lo veo con más madurez, me doy cuenta de que yo no buscaba ninguna imagen o ninguna apariencia… Es que me da igual mi apariencia y ni siquiera me gusta maquillarme. Eso no estaba detrás.

No buscaba un cuerpo, una apariencia o parecerme a X gimnasta

¿Fue entonces la exigencia del deporte de élite? ¿El querer ser la mejor era lo que estaba detrás?

Por ser la mejor, nunca. Puede ser el factor exigencia, pero no en el deporte, sino conmigo misma, a nivel académico, personal, deportivo… Yo donde vaya me voy a exigir demasiado. Y creo que esa autoexigencia la he podido desarrollar para paliar ciertos sentimientos de inseguridad y de no saber afrontar la realidad, o no querer o no poder entenderla. Eso me ocasionaba sensaciones muy desagradables que no sabía cómo gestionar y acudí a la comida como fuente de satisfacción sabiendo que al menos algo podía controlar.

Si no hubieses sido gimnasta, ¿tendrías anorexia?

Sí que puede ser un ambiente que la haya propiciado, pero no se puede predecir y probablemente la hubiese padecido igual. Pero no lo sé porque era muy complejo.

En el libro cuentas cómo empieza a arraigar en ti el hecho de que la comida no era una cosa buena: cuando llegabas al centro de entrenamiento con la mochila llena de comida que te ponía tu padre y el enfado de tus entrenadoras.

Bueno, yo era muy pequeña y comía libremente y no me decían nada. Pero a las mayores, sí. Ahí, aunque yo no me diese cuenta, ya estaba desarrollando ideas de que esa era una conducta incorrecta porque a ellas las estaban regañando. Era un ambiente muy restrictivo porque en el aire siempre estaba la idea de ‘te vas a desarrollar, ten cuidado, tu cuerpo va a cambiar’. Y eso me causó mucho temor y yo no me veía preparada para que me bajase la regla. De hecho, hoy en día no me ha bajado. Ahora quiero que me venga, por favor, y me he dado cuenta de lo mal que lo razoné todo, porque es muy peligroso que tu cuerpo como mujer no logre su desarrollo natural.

¿Eras feliz haciendo gimnasia?

Entrenando era muy feliz; compitiendo, no. Consideraba que todo era muy subjetivo para que un jurado determinase que el ejercicio de una estaba por encima del de la otra… Cuando estaba en el podium me sentía muy mal y me preguntaba: ‘¿Por qué estoy yo aquí y no otra compañera?’. Nos lo merecemos todas: hay las mismas horas —o más— de trabajo, hay gente con menos medios, hay compañeras que se han lesionada, las hay con problemas en casa…  Pero entrenar era una de las grandes fuentes de felicidad.

¿A pesar de tus entrenadoras?

Yo no quiero que se sientan atacadas con el libro, no es mi intención esa. Yo sólo quiero que se vea la verdad… De hecho, me han escrito entrenadoras dándome las gracias y diciéndome que se han dado cuenta de que ciertas conductas no eran las correctas y que las van a corregir. Y por supuesto, estoy dispuesta a hablar con ellas. 

Me han escrito entrenadoras dándome las gracias y diciéndome que se han dado cuenta de que ciertas conductas no eran las correctas

¿Les guardas rencor?

No, en absoluto, ni las culpabilizo. Todo y todos lo que rodean a una persona contribuyen a que esa persona desarrolle esta enfermedad. Y eso no les hace culpables, aunque hayan formado parte de ello. Además, también pueden estar formando parte de la vida de una persona que, gracias a la disciplina aprendida de ellas, cumpla sus sueños. La búsqueda de culpables sólo te lleva a ti mismo de nuevo. También ellas tendrán sus circunstancias y no creo que ninguna entrenadora quiera que una alumna pase por eso. Cuando me ingresaron, lo primero que hicieron fue arroparme y preocuparse por mí. Es verdad que todo esto me generó un rechazo involuntario a una de ellas. Pero, en general, se preocuparon mucho y, probablemente no se dieron cuenta de lo que significaban ciertos comentarios o actitudes.

Olatz, en el libro también pones de relieve actitudes y cosas que te decían en casa, especialmente tu padre, que podían contribuir a ese rechazo por la comida...

Me gustaría aclarar esto porque es verdad que en el libro hablo de mi padre y de mi hermano. Mi hermano porque me llamaba ‘cara pan’, y de mi padre que me llamaba ‘gordi’ y su rechazo a los kilos de más. Pero no quiero que se confunda esto porque ellos lo hacían de broma y desde el cariño.  Pero yo nunca he sido capaz de coger una broma o una ironía, y me lo tomo como algo personal y me afecta mucho. Imagínate vivir con mi padre y mi hermano, que son superirónicos y muy cariñosos, que eso formaba parte de su juego. Me sentía atacada algunas veces, cuando para nada era su intención. Por eso cuando mi padre leyó el libro me dijo: ‘Hija, creo que no se ha entendido bien todo esto’. Mi padre es una persona superespecial, lo siente todo muchísimo y no quiere vernos sufrir nunca. Para un padre es muy complejo asumir que su hija está enferma. Se pasaba todas las noches durmiendo en un sofá a mi lado. Sufrió mucho, y sufrieron mucho, y lo que más me duele es habérselo hecho pasar así.

¿Y para ti hasta qué punto las redes sociales propician o fomentan los TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria?

Considero que las redes sociales, Instagram, Youtube o TikTok, favorecen un ambiente perjudicial a las personas que se introducen siendo pequeñas, adolescentes, y que quizá no tienen un concepto de sí mismas sólido, ni suficiente autoestima. Pueden dar lugar a comparaciones y esas personas se vuelven susceptibles de padecer algún tipo de enfermedad de salud mental. Y es tanto para mujeres como hombres, porque ellos también se exponen. La única solución sería concienciar a esas personas desde pequeños en los colegios e imponer leyes en estas redes para que puedas dar la voz de alarma y esa misma red social ponga remedio.

¿Utilizas las redes?

Últimamente las tenía abandonadas y he vuelto. Pero mi objetivo ahí es ayudar, me gusta estar ahí a disposición de todo el que quiera contactar conmigo a través de los mensajes directos. Y yo en cuanto puedo respondo encantada. Además es una ayuda mutua porque entablas conversación con otra persona y la experiencia de la otra personas te sirve a ti. Es algo recíproco y se lo agradezco a las personas que lo hacen.

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Mila Fernández es redactora de LIFE en 'El HuffPost' y editora de branded content. Antes, fue redactora de estilo de vida y gente en revistas femeninas —AR, LOVE y SMODA—, dirigió la revista Turismo Rural y trabajó delante del micro en Radio España. Puedes contactar con ella en mila.fernandez@huffpost.es