Es el cole, no el foco de la pandemia: cómo gestionar la vuelta a clase de los niños
Los psicólogos advierten que transmitir el miedo al coronavirus a los niños puede ser contraproducente. "Lo que haces es generar rechazo hacia el colegio porque lo estarás llevando a un sitio que consideras peligroso”.
Cuando a lo largo de los próximos días vuelva a sonar el despertador de los más de ocho millones de estudiantes no universitarios que hay en España, habrán pasado seis meses desde que la crisis del coronavirus les obligó a dejar las aulas y afrontar el final del curso en videollamadas, deberes online y ayuda de los padres. Ahora el reencuentro con sus compañeros se celebra en un marco muy distinto al habitual: con mascarilla obligatoria para los mayores de seis años, con el lavado de manos como una asignatura más y habiendo sido protagonistas de los informativos de las últimas semanas casi a diario.
No ha sido sólo por las decenas dudas (y escasas aclaraciones) sobre los planes de Comunidades Autónomas y Gobierno para la vuelta al cole, también se ha apuntado a los niños como foco de contagio y eso no les facilita la vuelta a clase. “Ante un posible contagio en la familia, o entre amigos, el niño sí que puede sentir culpa, o pensar que ha tenido algo que ver al respecto”, explica la psicóloga infantil Silvia Cámara Barrio, del centro Mente a Mente. “Hay que tener en cuenta que sus sistema de razonamiento también está en proceso de maduración, y no es igual que el de los adultos. Su interpretación de la información que les rodea puede que no sea la misma que la nuestra”, añade.
Un aula infantil ha llegado a dibujarse como más peligrosa que una oficina, un medio de transporte público, un supermercado o un gimnasio. Como si la covid-19 se colase en las mochilas para meterse en las casas. Nada que ver con la realidad. Los últimos estudios restan protagonismo a los menores de 12 años como transmisores. Sin embargo, pese a que los resultados resultan bastante tranquilizadores, aún hay padres que a escasos días de la vuelta al cole querrían dejar a sus hijos en casa y otros que ven con temor el día del regreso. Su error sería transmitirles ese miedo.
Los niños no son miedosos, los miedosos son los padres
“Un niño no tiene miedo, el miedo se hereda. Somos los padres los que les generamos esa sensación”, explica la especialista Carmen Pérez Saussol, de CIO Centro Psicología. No tiene por qué ser malo, de hecho es positivo si se sabe gestionar, el problema surge cuando el miedo se convierte en paralizante. “Lo que tenemos que hacer los padres es dar a los niños las herramientas para solucionar los problemas, en este caso para prevenir los posibles contagios”, apunta la psicóloga infantil, refiriéndose a la regla de las tres M: mascarilla, lavado de manos y distancia de 1,5 metros.
Para la también psicóloga Carolina Ruiz Lobato, del centro Psicólogos Málaga PsicoAbreu, los padres deben empezar a aceptar la nueva normalidad. “El peligro va a estar ahí, al menos por ahora, y tenemos que aceptarlo. Aunque tengamos miedo hay que saber gestionarlo y no transmitirlo”, apunta.
Se trata de enseñarle todo lo que está en nuestras manos para no contagiarnos ni contagiar. “Si le transmites el miedo, lo que haces es generarle un rechazo hacia el colegio porque lo estarás llevando a un sitio que tú como padre consideras peligroso”, continúa Ruiz Lobato. “Para el niño será contradictorio y no se relacionará de forma natural con sus compañeros”, apunta.
“Un niño que vive el colegio con miedo puede ver interferido tanto su aprendizaje como su relación con los otros”, añade Cámara Barrio. “La preocupación que genera el miedo, la tristeza por estar viviendo en una situación de peligro y el nerviosismo pueden hacer que el niño no quiera interactuar con sus iguales o aumente las distracciones en el aula”.
Lo que se enseña al dejar a los niños en casa
Salvo casos concretos de niños con patologías graves —y siempre con un informe médico previo y la aprobación de la Consejería de Educación—, todos los niños mayores de seis años deben ir a clase. Ni siquiera los especialistas en psicología consideran acertado que se queden en casa los más pequeños de Infantil (de 3 a 6 años).
“Tenemos que aprender a convivir con el virus. Está entre nosotros y mientras no existan patologías, tampoco debería paralizarnos”, explica Pérez Saussol, que recuerda que el simple hecho de vivir ya entraña riesgos. ”¿O vas a dejar a un niño sin ir a una excursión porque el bus puede sufrir un accidente?”, plantea.
“Al dejar a un niño en casa, aunque sea pequeño, lo que le estás enseñando es a huir de los problemas en lugar de enfrentarse a ellos”, añade Ruiz Lobato, para la que en este caso “es peor el remedio que la enfermedad”. Para esta especialista, la gestión emocional se aprende desde pequeños y afecta a la manera en que socializamos en un futuro. “Además no se le está poniendo remedio al problema (coronavirus) porque la familia va a seguir saliendo de casa y la probabilidad de contagio seguirá ahí”, añade.
“No creo que esta decisión desemboque en un trauma, pero sí puede ocasionar algún efecto colateral a nivel social o académico”, añade Cámara Barrio, que recuerda que el colegio no sólo es un entorno de aprendizaje, también lo es de socialización.
″En los niños que nunca han ido al cole, es probable que no lo echen de menos y que no lo vean como una evitación. Sin embargo. aquellos que han disfrutado de ir a clase y jugar con sus amigos, y ahora no lo pueden hacer, sí que lo pueden ver como una pérdida. A medida que pasa el tiempo, la idea de volver puede generarles miedo”, añade.
No es un peligro constante
Lo primero que debe hacer el padre es meterse en la cabeza la idea de que el colegio no es un peligro constante, o no lo es más que cualquier otro espacio. Eso es lo que hay que transmitirle al niño, ya sea con palabras o con gestos.
“Con nuestras conductas, reacciones y emociones también transmitimos información a los niños”, recuerda Cámara Barrio. De ahí que no sea tan buena idea dejar al niño en casa.
Lo importante ahora que llega el cole es normalizar el miedo, que es algo natural y no pasa nada por sentirlo; dar la oportunidad al niño de que pregunte sus dudas y ofrecerle explicaciones realistas de lo que está ocurriendo. “No hay que caer ni en el catastrofismo ni en la fantasía del positivismo irracional”, apunta esta especialista, que resume: “Un niño al que se le resuelven sus dudas y confía en que puede preguntar cualquier cuestión a sus cuidadores principales es un niño que crece en un ambiente tranquilo y relajado”.