No basta con prohibir el aceite de palma en los supermercados
Últimamente se habla mucho sobre el aceite de palma, el aceite vegetal más usado en el mundo, y se debe, en parte, a que varias cadenas de supermercados han declarado que van a prohibir el uso de este ingrediente en sus productos. La cadena británica Iceland, pionera en esta decisión, subrayó la estrecha relación entre el aceite de palma, la deforestación y la extinción de los orangutanes.
Y los responsables de esta cadena de supermercados no están equivocados. La expansión de plantaciones irresponsables de palma supone una amenaza para especies como el orangután de Sumatra, tigres, elefantes y rinocerontes.
El aceite de palma es conflictivo por múltiples motivos, como por su papel en la deforestación, la extinción de especies, la polución, los abusos de los derechos humanos y la explotación laboral, ya que el trabajo en las plantaciones de palma se desarrolla en muy malas condiciones.
El aceite de palma se encuentra en más de la mitad de los productos empaquetados y parece que está aquí para quedarse. Esto no supondría un problema si se cultivara y produjera de forma responsable. Sin embargo, se necesitan cambios urgentes en esta industria. Para eliminar por completo el aceite de palma en los productos alimenticios no basta con un boicot aislado.
El gesto de la cadena Iceland es un movimiento simbólico muy importante, así como las declaraciones del director de la misma: "No creemos que exista un aceite de palma 'sostenible' en el gran mercado". Estos gestos deberían ser una llamada de atención para el sistema de certificación de productos, que es bastante insuficiente. Desgraciadamente, lo único que hacen la mayoría de empresas en la industria del aceite de palma es expandirse hacia nuevos territorios.
Un informe emitido recientemente por Greenpeace reveló que la mayoría de las principales marcas, como PepsiCo y Nestlé, están relacionadas con el uso de aceite de palma conflictivo, por lo que son responsables de algunos de los principales casos de deforestación de los últimos años. El mercado está saturado de aceite de palma conflictivo.
Peor aún: a medida que se expande el aceite de palma, continúa la destrucción de bosques de turba ricos en carbono, lo cual afecta terriblemente al clima global. Los bosques de turba presentan un mayor riesgo de sufrir incendios, que son prácticamente imposibles de extinguir. Estos terrenos constituyen reservas de carbono imprescindibles, pues almacenan de forma segura los gases de efecto invernadero. Cada hectárea de turba tropical usada para crear plantaciones emite una media de 55 toneladas métricas de CO2 al año, lo que equivale aproximadamente a quemar más de 22.700 litros de gasolina. Recientemente se destruyeron 10.000 hectáreas de turbera, que equivale a 550.000 toneladas métricas de emisiones de CO2 al año. (Para poder comparar: de media, un turismo emite unas 5 toneladas métricas de CO2 al año).
Salim Group es la principal empresa responsable de la destrucción de la turba, y su dueño millonario, Anthoni Salim, se está enfrentando a una fuerte presión. Por su parte, Citigroup ha anunciado que dejará de financiar IndoAgri, una filial de Salim Group.
Al igual que la prohibición del aceite de palma de Iceland, esta medida de Citigroup es un paso firme y necesario, pero no es suficiente para garantizar la supervivencia de las selvas tropicales. Las marcas son las últimas responsables de los ingredientes de sus productos y deben ser transparentes con respecto a su procedencia, asegurarse de quiénes son sus proveedores y deshacerse de aquellos que actúen de forma incorrecta. A fin de promover el suministro de aceite de palma sostenible deben apoyarse los esfuerzos de grupos como The Palm Oil Innovation Group, para que esto se convierta en la norma.
Asimismo, cada vez se hace más necesario que se establezcan políticas de gobierno a fin de acelerar el reconocimiento y la protección de los derechos de las comunidades relacionadas con la producción de este tipo de aceite, como los terratenientes. Las comunidades locales a menudo defienden los bosques y apoyan formas tradicionales de autogestión: esto es esencial para que las comunidades al frente de la expansión de aceite de palma se resistan a la expansión corporativa y la deforestación en sus terrenos.
Si queremos conseguir un cambio real en los bosques y el clima es preciso cambiar la industria desde cero, comenzando por las plantaciones. Y se nos está agotando el tiempo.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por María Ginés Grao.