Narcisismo digital, la tiranía del 'yo' en la época actual
La espontaneidad y naturalidad se pierden para dejar paso al cinismo y el postureo, donde todo se planifica.
El universo de las redes sociales da forma a multitud de escenarios en los que cada uno de nosotros salimos a interpretar nuestro mejor papel según nuestros intereses.
Stories y publicaciones sobre el último viaje que hemos realizado, la visita a un restaurante, una fiesta con amigos, nuestro cambio de look radical, una frase motivadora o incluso algunos detalles sobre nuestra vida más íntima. Así es la época digital en la que nos encontramos inmersos, un conjunto de espectáculos sociales en los que el yo es principal protagonista.
Y aunque el egocentrismo nunca ha desaparecido, en la actualidad se erige con fuerza, sobre todo en el universo digital a cambio de likes, comentarios positivos y el aumento del número de seguidores. Es la magia de la interacción: ese intenso, pero efímero subidón al visualizar que somos correspondidos por los otros, sea como sea, al saborear que somos visibles y que aquello que mostramos gusta… -o eso es lo que creemos-.
Las redes sociales nos influyen tanto a nivel individual como social, es imposible cuestionarlo. Y una de sus consecuencias es este narcisismo digital que cada vez se hace más y más presente en nuestras vidas. Ahora bien, ¿qué implica y cómo nos afecta?
La sociedad del espectáculo
¿A quién no le gusta recibir halagos y comentarios positivos sobre uno mismo? Que nos digan lo guapos que estamos, lo bien que nos conservamos o lo habilidosos que somos en ciertos ámbitos es algo que no solemos rechazar, todo lo contrario. Y no está mal, es algo normal. De hecho, a veces nos ayudan a sentirnos mejor o incluso a mejorar ciertos aspectos sobre nosotros mismos.
El problema ocurre cuando en lugar de publicar por diversión o porque nos apetece, lo hacemos para obtener esos “refuerzos”. Cuando lo que buscamos son likes y comentarios que nos confirmen y nos proporcionen ese subidón repentino que, sin saberlo, acaban por convertirnos en esclavos.
En estas circunstancias, lo hacemos porque lo necesitamos, porque nos hemos vueltos dependientes y porque puede que en nuestra mente gobierne la creencia inconsciente de que solo existimos si somos vistos y reconocidos. Así, la espontaneidad y naturalidad se pierden para dejar paso al cinismo y el postureo, donde todo se planifica. Incluso si esta necesidad llega al extremo puede derivar en un estado en el que la ficción y la realidad estén realmente confusas.
Hasta tanto pueden llegar estos comportamientos que algunos comparten su intimidad o practican la extimidad. Un concepto utilizado por el psicoanalista Lacan para hacer referencia al acto de mostrar una parte de la vida íntima, tanto física como psicológica.
El narcisismo digital mata la espontaneidad y la empatía e instrumentaliza a los otros para el beneficio propio: satisfacer el ansiado ego a través de la obtención de miradas y atención. Lo cual oculta una autoestima inestable, una visión idealizada de uno mismo, una profunda inseguridad y la invisibilidad de los demás, ya que lo único que prima es el yo.
El temor del narcisista digital
El narcisista digital vive en una fantasía creada por él mismo, en la que también participa un personaje que no es él, pero que aparenta ser. Este teatro lo que verdaderamente oculta es un temor a no ser admirado, no ser halagado y en definitiva a volverse invisible. Y aunque necesita a los demás, la relación que establece con ellos es totalmente superficial e instrumental, solo existen para confirmar su valía y su propia existencia. De modo que la sensación de conexión es falsa.
Quienes practican el narcisismo digital apremian la grandiosidad y la apariencia, el tener en lugar al ser. Su atención está enfocada en el afuera, siendo ciego hacia su interior. Además, viven en el autoengaño: se perciben como personas maduras, flexibles, independientes y seguras de sí misma, aunque justamente son todo lo contrario. Por lo que tienen una autoestima muy vulnerable que ocultan bajo infinidad de máscaras sonrientes y felices.
Liberarse de esta tiranía del yo no es tán fácil. Y no lo es porque se vive en una mentira que en los casos más extremos se cree como verdad. Por lo tanto, se necesita tiempo para reflexionar y aceptar que se forma parte de un carnaval de identidades, de una ficción en la que la obtención de likes y comentarios positivos se ha vuelto una necesidad. Y que la imagen que se proyecta no es 100 % real.
¿Qué objetivo tienen las publicaciones en las redes sociales? ¿para qué se llevan a cabo? son preguntas que indagan sobre la intención de nuestros actos en el universo digital y que el narcisista digital tiene que responder con sinceridad. Si lo hace, experimentará frustración y desilusión, sentimientos totalmente normales cuando el choque entre expectativas y realidad es demasiado fuerte. Además, se dará cuenta de todas las oportunidades de disfrute que ha perdido, mientras creaba esa otra realidad.
¿Cuál es la solución? Desconectar para conectar. Hacer clic en la tecla off del mundo digital, para estar presente en la vida real y conectar con la realidad, más allá de las pantallas, y crear vínculos sanos en los que el otro ya no es un instrumento para obtener satisfacción inmediata, sino alguien con el que crear una relación de verdad.
Por último, conviene aclarar que esto no quiere decir que no se utilicen las redes sociales, sino que estas se utilicen de forma responsable y que seamos conscientes de esa línea fina y, a veces, invisible que separa ficción de realidad, para evitar convertirnos en esclavos de la apariencia y el universo digital.