Moderno parece… machismo del rancio es
La fórmula es muy sencilla: en lugar de poner voz masculina escogen una femenina y argumentan que como ella lo elige, es feminista.
Polémico, empoderante, liberador, feminista… Todo son halagos hacia el single WAP de la rapera Cardi B que ha sido número uno en las listas de Spotify en Estados Unidos, sexto en el mundo entero y nominado a la mejor canción del verano por los MTV Awards. En el vídeo la famosa rapera aparece junto a Megan Thee Stallion, Kyle Jenner y Rosalía en una especie de hotel que chorrea por debajo de las puertas cantando un supuesto himno a la sexualidad femenina. Todo pintaba bien, a tope con todo lo que sea disfrutar y gozar con el cuerpo, hasta que se abren las puertas del hotel y lo que nos encontramos son las mismas letras machistas de siempre, pero cantadas por dos mujeres: “hay putas en esta casa”, “quiero tragar, no escupir”, “quiero ahogarme”, “me gusta el dolor”, “busco una paliza”, “aparca ese gran camión en este pequeño garaje”… Todo ello embutidas en bodies hiperajustados, tacones hiperelevados, colores hipersaturados, animal prints y purpurina. Cuentan que estuvieron a punto de contratar a Michael J. Fox y el científico Doc de Regreso al Futuro para protagonizarlo, pero no les quedaban bien las medias de rejilla.
Cuando creíamos que estábamos avanzando y que las mujeres por fin empezábamos a disfrutar del sexo liberándonos de los clichés del porno, llegan las súper productoras musicales a intentar endosarnos el mismo discurso de siempre con un envoltorio fluorescente. La fórmula es muy sencilla: en lugar de poner voz masculina escogen una femenina y argumentan que como ella lo elige, es feminista Y lo curioso es que todos pican: el “porque ella lo elige” es repetido hasta la saciedad por medios, comentaristas, blogueros y fans para quitarse el debate de encima. Ciertamente asegurar que eliges hacer aquello que te oprime te libera, pero no de la opresión en sí misma, sino de tener que pensar, de tener que luchar y de tener que cambiar. Es la vía rápida que no cuestiona y te deja con la conciencia tranquila.
Tener unos cuerpos hipersexualizados a base de intervenciones quirúrgicas y decenas de implantes postizos (pechos, labios, nariz, dientes, culo, pestañas, uñas…) no parece el sumun de la liberación femenina. En pleno auge de los movimientos sociales para visibilizar la diversidad corporal, no es ningún paso adelante tener que borrar nuestra identidad y adaptarla a un molde único. Mucho menos si ese molde responde al reclamo de la pornografía, una industria absolutamente machista que trata a las mujeres como mercancía. Lo mismo que autodenominarse “puta” como forma de empoderarse cuando la prostitución se basa en el sometimiento y el maltrato de hombres con dinero a mujeres que no lo tienen. Querer asociar la prostitución a la idea libertad cuando es causa de sufrimiento y de esclavitud de mujeres y niñas en el mundo entero no es para nada moderno, más bien denota una falta alarmante de solidaridad y de conocimiento.
Las escenas en las que ambas protagonistas aparecen vestidas con estampados de animales y rodeadas de serpientes, tigres y leopardos no pueden ser más decepcionantes. Por si no fuese suficiente con objetificarnos, ahora resulta lo cool es animalizarnos. ¿Para qué compararnos con mentes brillantes, líderes y creadores pudiendo ponernos a la altura de animales salvajes? Cualquier cosa con tal de excluirnos de la categoría de personas y seguir alimentando una violencia estructural que nos relega a una posición de inferioridad. Asociar a las personas negras con lo animal e incivilizado es racista. Asociar a las mujeres con las serpientes y el pecado es machista y casi tan contemporáneo como Eva, la primera mujer de la humanidad. ¡Vamos a morir de tanta modernidad!
En cuanto al contenido sexual, no nos escandaliza que se hable de coños, de culos ni de tetas, sino que se presente como actual un placer basado únicamente en el falo (extra grande, extra duro), en penetrar (meter, montar) y en la agresividad (pegar, ahogar). Las mujeres actuales ya estamos en otra onda, conocemos y aceptamos nuestros cuerpos naturales, nuestra sexualidad no depende solo de la penetración ni de la genitalidad y valoramos tener amantes que se comuniquen y muestren sensibilidad.
Ni el videoclip ni la letra tienen nada de novedoso ni de liberador. La imagen que da de los hombres y de las mujeres es arcaica. El tipo de relaciones sexuales que propone reproducen la misma desigualdad de siempre, solo que en lugar de ser impuesta es consentida. Lo explica muy bien la filósofa Ana de Miguel en su libro Neoliberalismo sexual: el mito de la libre elección cuando asegura que el patriarcado sigue siendo el mismo, pero ha cambiado de estrategia pasando de ser de coactivo a ser asumido y aparentemente elegido. No es feminista elegir ser sometida. Una lástima ver a nuestra Rosalía tan perdida.