Mi odisea para votar desde el exterior en las elecciones del 4-M
La gente de Madrid que vivimos en el extranjero sin ser residentes lo tenemos complicado para participar en los comicios, gracias nuevamente al voto rogado.
El pasado 5 de abril solicité el voto por correo en el Consulado de España en París, ciudad en la que me encuentro realizando mis estudios de máster. Ese lunes era el último día para pedir el voto por correo si vivías en Francia y he aquí donde nos encontramos con las primeras trabas.
Las instituciones españolas del exterior solo dieron de plazo del 1 al 5 de abril para solicitar el voto. Si no lo solicitabas en estos días, no podías ejercer tu derecho a voto.
El problema es que todos los Consulados y Embajadas celebran las festividades españolas y las del país en el que se encuentran. Hay que recordar que los días 1 y 2 de abril fueron Jueves Santo y Viernes Santo, respectivamente. El domingo 4 de abril era el Domingo de Resurrección y el lunes 5 de abril —doy fe de que el Consulado sí abrió ese día— era Lunes de Pascua.
Así lo refleja la página web del Consulado de España en París. Se hacía evidente que la primera traba ya estaba servida: los plazos para solicitar el voto por correo coincidían con días festivos.
El 19 de abril de 2021, dos semanas después de haber pedido el voto, este aún no se había tramitado. Es decir, todavía no se había enviado mi solicitud de voto. Por tanto, yo no había recibido mi voto en mi casa cuando solo quedaban 10 días para que se agotara el plazo para votar —terminaba el 29 de abril—. Tuve que escribir varios tuits y mensajes privados al Consulado ese mismo día para que mi voto se tramitase.
Finalmente, mi voto llegó el jueves 22 de abril, 15 días después de haberlo solicitado y tres días después de que las instituciones españolas se decidiesen a tramitarlo, al fin. He de decir, que todo me llegó correcto y con todas las candidaturas de todos los partidos. Recalco esto último porque en muchas ocasiones, especialmente durante el Gobierno de Mariano Rajoy, a veces faltaban algunas papeletas.
Sin embargo, he aquí el segundo problema que me encontré. Las instrucciones para votar por correo no eran claras y no se entendía cómo iban a hacer el reintegro. Al parecer, las instituciones españolas reembolsan el coste del envío del voto por correo. Sin embargo, te dicen que debes firmar un papel y enviarlo al colegio electoral. Mi duda es si me va a reembolsar el dinero el presidente de la mesa electoral. En ningún momento, te piden que indiques una cuenta bancaria. Me surge una segunda pregunta: ¿me van a reembolsar el dinero por arte de magia o me enviarán una bolsita con monedas a mi casa como en la Edad Media?
Ante todas estas dudas, acudí otra vez al Consulado el 28 de abril, pues era la primera vez que votaba por correo. No sabía si el reintegro debía enviárselo también al Consulado, si se necesitaba un sobre más grande para meter los dos sobres exigidos y si había que realizar un envío de urgencia. La señora de la ventanilla que me recibió me dijo que no, que yo no tenía que pagar nada. Yo le respondía que sí, que en las instrucciones ponía que se me debía reintegrar.
Finalmente le realicé otras preguntas sobre el voto por correo, las típicas preguntas que hace un novato como yo. Vi que, pese a su mala educación y su arrogancia, no tenía ni idea de cómo funcionaba el voto por correo para no residentes en Francia.
De hecho, la señora llegó a decirme que “el Consulado no es responsable del voto por correo”. Insistí en que el Consulado es como si fuese territorio español en Francia y es quien debe tramitar el voto para sus ciudadanos. La señora, con su mala educación, me dijo que no, que “no son como si fuesen territorio español”. En ese momento, me reí, mientras pasaba por mi cabeza si preguntarle si el Consulado de España era territorio de Suecia o Senegal entonces, ante la tontería que había dicho. Asumí que mis dudas sobre el reintegro y el envío del voto no serían resueltas por una incompetente en la ventanilla del Consulado.
Pese a ello, seguí insistiendo y decidí ir a la Embajada de España en París. A pesar de no ser su competencia, una señora que trabajaba allí me intentó ayudar, pero surgió una nueva sorpresa. Aunque ella votaba en calidad de no residente como yo, había recibido otras instrucciones diferentes a las mías.
Así que finalmente, decidí ir a La Poste —el equivalente a Correos en Francia—. La señora que trabajaba allí también me intentó ayudar, pese a no entender cómo funcionaba el voto por correo en España. Sinceramente, esta persona, pese a no conocer el sistema español, me ayudó mucho más que la señora del Consulado y al menos tuvo educación y empatía.
El mismo día 28 de abril pude enviar mi voto por correo desde el exterior para las elecciones del 4 de mayo en Madrid, pese a las trabas burocráticas y al capricho del adelanto electoral de Isabel Díaz Ayuso. Tuve que pagar 6 euros que seguramente nunca me sean reintegrados para enviar un voto y participar en las elecciones. No es el valor de ese dinero, sino el precio simbólico que cuesta el mero hecho de querer ejercer un derecho por el que mucha gente murió.
Sin embargo, no es seguro ni que mi voto llegue a tiempo al colegio electoral o que simplemente llegue y no se extravíe por el camino. Nadie te garantiza que llegue en buenas condiciones, pese a haber pagado. Quiero confiar en que mi voto llegará, pero, aun así, no está en mis manos. Yo ya he hecho lo que debía y he tenido la suerte de poder enviar una papeleta, porque mucha gente de Madrid que vive en otros países ni siquiera ha llegado a recibir las papeletas…
Por último, desearía añadir dos cosas. Que el voto rogado siga existiendo en España en pleno 2021 es una vergüenza. Cuando he contado a amigos franceses y estadounidenses cómo he tenido que votar se han sorprendido. Ellos votaron sin problemas en las elecciones estadounidenses de 2020 en el Consulado o la Embajada de EEUU en Francia o, en el caso de los franceses, en el Consulado o la Embajada de Francia en España. Una vez han votado en sus instituciones del exterior, estas mismas transmiten el resultado al Estado. Por ejemplo, en el Consulado de Francia en Madrid, en las elecciones europeas de 2019 ganaron Los Verdes (EELV). ¿Era tan difícil poner una urna en cada Consulado y Embajada en estas elecciones de Madrid, que además es una comunidad con circunscripción única (es decir, un voto en Vallecas cuenta lo mismo que uno en Salamanca)?
En pleno 2021, el voto rogado sigue existiendo para los españoles que vivimos en el exterior sin ser residentes, es decir, estudiantes y trabajadores precarios. El PSOE y Podemos se comprometieron a derogarlo cuando gobernasen, pero no lo han hecho, y, por lo tanto, el voto rogado sigue siendo voto robado.