'Memento mori'
Son mortales, como nosotros, los que les hemos colocado, o les vamos a colocar, en determinado lugar que no es ni mucho menos el cielo.
″¡Mira tras de ti! Recuerda que eres un hombre” (y no un dios). O que eres mortal, por simplificar. Tertuliano explicaba que un siervo se encargaba de pronunciar esta frase discretamente, casi al oído, cuando un general desfilaba victorioso por las calles de Roma entre vítores y aclamaciones del pueblo.
Se trataba de recordarle las limitaciones de la naturaleza humana, con el fin de impedir que incurriese en la prepotencia y la soberbia y pretendiese usar su poder ignorando las limitaciones impuestas por la ley y la costumbre. Sólo eran hombres, por muchas batallas que hubieran ganado y muchos territorios que hubieran conquistado.
No estaría mal que hubiera un “susurrador” al lado de nuestros políticos, (de algunos sería casi obligado), ahora que comienza la precampaña, con tantos egos crecidos, y tantos doloridos, con serias dificultades de mirar ni tan siquiera unos centímetros más allá de su propio ombligo y olvidando que, antes que políticos, que futuros parlamentarios, presidentes o ministros, son eso, hombres.
Memento mori. Son mortales, como nosotros, los que les hemos colocado, o les vamos a colocar, en determinado lugar que no es ni mucho menos el cielo, aunque el endiosamiento sea casi consustancial al poder, sino el mismo suelo que pisamos todos, con sus baches, socavones y ladrillos sueltos que nos hacen tropezar una y otra vez.
Después de lo que llevamos recorrido, de que nos hagan ir a votar una y otra vez, de que nos pidan que hagamos nuestro trabajo mientras ellos no quieren, pueden o saben hacer el suyo, creo que está más que justificado que todos nos convirtamos en esa voz en off que recuerda a los candidatos, a los nuevos y a los de antes, que no son especiales, sean del color que sean y defiendan lo que defiendan.
Son mortales con conceptos diferentes, con ideologías distintas con métodos e intereses diferentes, pero con la misma obligación de llegar a acuerdos que permitan mejorar la vida de quienes los eligen. No complicarla.
El susurro debe ser clamoroso esta vez. Para que no puedan hacer oídos sordos.
Este artículo se publicó originalmente en el blog de la autora.