Melania Trump, un cero a la izquierda para los votantes de su marido
Hermética y enigmática, la primera dama de Estados Unidos se ha distinguido por algo: su total independencia de Trump.
Si de Michelle Obama se recuerdan su carisma y elegancia, la complicidad con su marido o sus iniciativas por la educación de las niñas y una vida sana, de Melania Trump se recordarán los aspavientos con los que tanto ella como su marido, el presidente Donald Trump, han evitado darse la mano en público, o las muecas forzadas que en ocasiones ha dedicado a su hijastra Ivanka Trump, o aquella vez en la que visitó un centro de detención de niños migrantes con una chaqueta en la que se leía el mensaje: ′La verdad es que no me importa, ¿y a ti?’.
Hermética y enigmática, Melania Trump ha preferido mantener un perfil bajo —muy al contrario que su esposo—, pero cuando una es Primera Dama de los Estados Unidos cabe esperar que le salpique lo bueno y lo malo de vivir en la Casa Blanca, con sus privilegios y sus escándalos.
La mujer de Donald Trump no entró al puesto con buen pie, pero ha sabido enmendarlo… a su manera. En su presentación en público durante la Convención Nacional Republicana de 2016, Melania Trump leyó un discurso que plagiaba partes de una intervención anterior de Michelle Obama. “Le hicieron un corta y pega, y ella se estrenó haciendo el ridículo”, recuerda Pedro Rodríguez, profesor de Relaciones Internacionales de Comillas ICADE y experto en política estadounidense.
Sus primeros meses como primera dama tampoco fueron fáciles. Justo antes de la toma de posesión de su marido, surgió la noticia de que Trump había pagado 130.000 dólares a la actriz porno Stormy Daniels para que no contara su aventura con él, una relación que habían mantenido mientras Melania estaba embarazada de Barron, el hijo pequeño de Trump. “Por eso cuando Trump tomó posesión del cargo y se mudó a la Casa Blanca, Melania no se mudó con él al principio”, apunta S.V. Dáte, corresponsal de la edición estadounidense del HuffPost en la Casa Blanca. “Luego se supo que Melania usó ese tiempo para renegociar un nuevo acuerdo prematrimonial para asegurarse de que su hijo, Barron, recibiera más dinero de Trump”, explica Dáte. Jaque al rey.
Tras esos primeros traspiés, la carrera de Melania Trump en la Casa Blanca ha pasado prácticamente sin pena ni gloria, pero todo apunta a que ese segundo plano que ocupa es justo donde quiere estar. “No le importa nada lo que la gente piense de ella. Hace lo que quiere. Igual que Trump ha roto todos los esquemas de la presidencia, Melania ha hecho lo mismo con el cargo de primera dama”, escribe la periodista de la CNN Kate Bennett en el libro Free, Melania, publicado a finales de 2019.
Bennett describe a Melania como una mujer independiente, pero también con una fuerte influencia sobre su marido a pesar de las apariencias. “Nunca ha necesitado a nadie. Compañía, romanticismo, amor… Ninguna de estas cosas ha estado jamás en lo más alto de su lista de prioridades”, escribe la periodista sobre Melania, a quien define como “probablemente la persona con más poder e influencia sobre el presidente de toda la Casa Blanca”.
La independencia de Melania Trump se ha hecho especialmente patente en el último mes, cuando la familia Trump fue diagnosticada de coronavirus. Melania, Donald y su hijo Barron se contagiaron posiblemente a la vez, pero sus posiciones frente al virus han sido de lo más dispares. Cuando Donald Trump llevaba ya una semana recorriendo el país de mitin en mitin —después de estar varios días hospitalizado por covid—, la primera dama canceló sus apariciones incluso tras haber superado el virus. En un escrito publicado en la web de la Casa Blanca hace un par de semanas, Melania Trump señaló que sus síntomas eran “mínimos” al principio, hasta que le “golpearon de repente y se convirtieron en una montaña rusa”.
Su actitud ante el contagio choca frontalmente con la de su esposo. El 1 de octubre se conoció el diagnóstico de ambos: positivo en Covid. Pero mientras Donald Trump siguió vociferando en Twitter y haciendo caso omiso a las recomendaciones de los expertos —incluso desde el hospital—, Melania Trump se recluyó estrictamente en sus aposentos, sin permitir el contacto con sus asistentes ni con su propio marido. Las medidas de Melania surtieron efecto: mientras en el Ala Oeste, la del presidente, se detectaron una veintena de contagios, en el Ala Este, la de la primera dama, no se ha conocido ningún caso de coronavirus.
Si Melania Trump ha influido en algo sobre su marido, no ha sido en el aspecto sanitario. De hecho, su credibilidad entre el electorado de Trump es mínima. Al comienzo de la legislatura, la exmodelo decidió que su labor como primera dama se centraría en luchar contra el bullying, con el lema Be Best (Sé mejor). Sin embargo, “nadie le ha prestado mucha atención”, constata S.V. Dáte. “Donald Trump ha abusado de la gente durante toda su vida, y ha seguido haciéndolo como presidente, también con ella”, afirma. “Pero a sus seguidores no les importa. A ellos les gusta él. No están interesados en ella”, zanja.
“Melania es percibida como una cómplice interesada y silenciosa y, quizás, en el juicio moral que inspira la Administración Trump, ella se lleva las peores papeletas. Su papel es muy difícil”, opina Pedro Rodríguez. “No hay que elucubrar mucho para ver cómo trata Trump a las mujeres en general y a la suya, que es su tercera esposa, en particular. En este contexto, es muy difícil que Melania haya aportado algo en este período o que sea un apoyo moral del presidente. No cuadra”, apunta.
Para Roberto Álvarez, investigador del Instituto Franklin-UAH y director de Marketing Institucional y Comunicación Electrónica de la Universidad de Alcalá, “el papel de Melania es más complicado de lo que parece”. “Desde el primer momento ha sido concebida como mujer florero, pero más que nada por el trato que le da su propio marido”, coincide con Rodríguez.
El equipo de Trump no se da por vencido, y trata de exprimir algo más de la figura de la primera dama. “Durante la candidatura de su marido, Melania dio un mensaje muy potente, con el que vino a decir algo así como: ‘Puede que mi marido sea esto y lo otro, pero sin embargo es una persona que ama Estados Unidos, que siempre lo ha defendido, y es el mejor presidente que este país puede llegar a tener’. Es como decir que, pese a todo, Trump tiene buen fondo”, recuerda Álvarez.
En su opinión, es esa la faceta de Melania que interesa a los estrategas de Trump. “Buscan que Melania sea la voz que pueda llegar al ciudadano, sobre todo a ese que fue votante de Trump y que con el paso del tiempo ha empezado a desconfiar del presidente. Tal vez, si viene alguien como su mujer dulcificando, suavizando y humanizando la figura de Trump, su relato es más creíble o lo hace más humano”, sugiere el profesor.
“Hasta ahora probablemente la figura de Melania ha restado, porque ponía a Trump como infiel, como misógino y casi como maltratador. Por eso creo que lo que pretenden es darle la vuelta, y que Melania dé un mensaje sobre Trump del tipo: ‘El personaje es este, pero yo conozco a la persona y realmente merece la pena’”, sostiene Álvarez.
Si esos eran los planes del equipo de Trump, quedaron desbaratados a principios de octubre, cuando salieron a la luz unas grabaciones en las que Melania Trump lamentaba que la compararan con su marido, y de paso se quedaba a gusto rajando en contra de los Obama, de la izquierda, de los medios y hasta del postureo navideño (“me estoy dejando el culo en todas estas cosas de la Navidad, y la verdad, ¿a quién coño le importa?”, pronunció Melania).
“Dicen que soy su cómplice [de Trump]. Que yo soy igual que él, que le apoyo. Que no hablo lo suficiente, que no hago lo suficiente donde estoy”, se sincera Melania en esas cintas filtradas por su exasesora y ex amiga Stephanie Winston Wolkoff, que acaba de publicar el libro Melania y yo: auge y caída de mi amistad con la primera dama.
Pero, de nuevo, Melania Trump tenía un as bajo la manga. Durante su aislamiento por coronavirus, la primera dama ha conseguido que el escándalo de las cintas filtradas pase desapercibido y que la Fiscalía denuncie a Stephanie Winston Wolkoff por revelación de secretos, pidiendo al juez que embargue los beneficios por la venta del libro Melania y yo.
Por lo pronto, la cuarentena ha sido fructífera para Melania Trump; queda la duda de si también lo habrá sido para los planes de su marido. “La mayoría de las primeras damas aportan credibilidad y esa imagen idealizada de ‘familia perfecta’ que acompaña de un tiempo a esta parte a los presidentes de Estados Unidos”, señala Pedro Rodríguez. “Pueden ser percibidas por el electorado como una baza, como alguien que suma, que ayuda, pero en este caso me cuesta pensar que Melania tenga un papel significativo en la reelección de su marido”, opina el profesor.