Marc Castells, alcalde de Igualada: "Estamos organizando la tristeza"
Entrevista con el regidor del primer municipio confinado del país, que asegura que esta semana han alcanzado una "mortalidad normal".
Marc Castells (Igualada, 1972) dirige la ciudad donde nació, un municipio de 40.000 habitantes en la provincia de Barcelona que ya ha pasado a la historia, porque sus vecinos fueron los primeros que se confinaron para frenar la curva, antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma. “Somos el spoiler del país”, dice. Castells transmite pasión cuando habla de todo lo que le ha tocado hacer para frenar al coronavirus y la entrevista, realizada por teléfono, se hace menos fría.
El alcalde nunca había escuchado piar a los pájaros de su ciudad. Pero un día sin nadie en la calle, al salir hacia el ayuntamiento, reparó en ellos. “Era brutal. Se me pone la piel de gallina”, cuenta. Tiene clara la receta para los vecinos: comunicación. “La comunicación es la clave para generar confianza”, cuenta. El alcalde ha dado 26 ruedas de prensa consecutivas que le han costado cuatro kilos: ”Me preguntaban si podría calcular cuántas horas me había pasado del confinamiento aquí en el ayuntamiento. Y he dicho que no lo podía calcular en horas pero si en kilos. Empecé este episodio con 65 kilos y ayer [por este jueves] pesaba 61″.
El alcalde, de Junts per Igualada, no tiene ideología para luchar contra la pandemia. “Nos confinaron a cuatro ayuntamientos que éramos cada uno de un color político diferente, pero hemos ido a la una, unidos y exigiendo a nuestros gobiernos cuando hacía falta todo lo que hacía falta”, comenta. Cuando llega una emergencia no hay tiempo que perder. Ahora ya está viendo “la luz al final del túnel”.
¿Cómo ha sido todo por lo que ha pasado?
Ha sido una situación muy, muy compleja. Pero ahora, por la responsabilidad de todo el mundo y por las medidas tomadas, estamos en una situación, tanto en el hospital como por la tasa de mortalidad de hace un año: hemos vuelto a la normalidad.
¿Ya están en la normalidad?
Estamos organizando la tristeza. En el hospital tuvimos ayer [por este jueves] un solo ingreso por la Covid-19. Y la tasa de mortalidad, nosotros la informamos con un ejercicio de transparencia desde los servicios funerarios. Hacemos una comprobación básica: miramos las personas muertas en una semana, la comparamos con la misma semana del año pasado y también con una media de las cinco mismas semanas de los últimos cinco últimos años. Y la diferencia para nosotros es el episodio que vivimos. Esta semana ya hemos podido ver que nos estamos acercando, si no lo hemos hecho ya a la mortalidad biológica normal de una ciudad de 40.000 habitantes.
¿Qué ha aprendido de todo esto?
Esa es una buena pregunta. Diversas cosas. Un ejercicio que pienso que es fundamental para futuros casos como este, que puede ser una referencia, es la comunicación que hemos dado desde el epicentro. Es la transparencia para generar confianza en la gente. Y, por tanto explicar la verdad; que la situación era grave y que en algunos momentos fue muy grave. Y esto provocó un efecto multiplicador positivo de un confinamiento de la ciudadanía que, debo decir, ha sido excelente.
¿Se acordó del Mobile World Congress cuando se confinó a sus vecinos?
La situación se complicó cuando tuvimos cinco positivos en el hospital. Lo primero que hice, porque me pareció un hecho relevante cuando había muy pocos en el país, fue llamar a otros alcaldes y preguntar: ¿oye, vosotros tenéis positivos por la Covid-19 en vuestros hospitales? Y todos me dijeron que no. A partir de ahí tomé la decisión de hacer un primer decreto el miércoles 11 de marzo en el que suspendimos todas las actividades públicas y privadas. Aquello fue, en ese momento, visto con un punto de incomprensión y de impopularidad. Pero fue la antesala, porque al día siguiente la Generalitat de Cataluña también cerró las escuelas y a la noche de ese mismo día fue cuando se confinó policialmente la ciudad. Esta pandemia nos ha cogido a las administraciones públicas no prevenidos. Hemos sido un spoiler como lo fueron los italianos. Tuve la capacidad de ver en los municipios italianos lo que les pasaba, porque así pudimos avanzar en problemas que nos podían venir.
¿Qué problemas?
El hecho de que el hospital podía desbordarse. Iniciamos un proyecto para hacer junto a Médicos sin Fronteras un hospital de campaña, porque nos guiamos con la premisa de que es mejor tener 100 camas que no vas a usar que 100 personas que no sabes dónde poner. Al mismo tiempo, y viendo que las residencias para gente mayor se estaban complicando, utilizamos una residencia privada que estaba a punto de ser inaugurada pero no estaba inaugurada y la pusimos a disposición del Gobierno por si hacía falta. Por suerte ni el hospital de campaña ni la residencia sanitaria que teníamos a punto se tuvieron que utilizar.
¿Si hubiera que cerrar de nuevo Igualada, qué haría diferente?
Esta es una buenísima pregunta, porque nunca había pasado y, por tanto, nos hemos encontrado con una situación de un cierre policial. No se podía salir de la zona de confinamiento. Esto ha generado muchas casuísticas. Por ejemplo, teníamos un montón de trabajadores y trabajadoras que tenían que ir a su lugar de trabajo fuera de la zona confinada que no podían porque estaban rodeados policialmente. Pero nade tramitaba su baja laboral. Una persona me explicaba un caso de alguien que llevaba 30 años trabajando en una empresa que estaba fuera de la zona confinada y que temía que le pudieran echar por absentismo injustificado. ¿Por qué? Nadie acreditaba, a pesar de que salíamos en todas las noticias, que esta persona tenía una restricción. ¿Qué se hizo? Presiones extremas: a los alcaldes, al ministerio, al secretario de estado de seguridad social… a través de los grupos parlamentarios, al Govern. Hicimos todo, todo, todo para que en un real decreto, por fin, reconocieran esta situación injusta que vulneraba los derechos de los trabajadores. Ahora se están tramitando estas bajas con carácter retroactivo.
¿Le ayudará la pandemia a hacer mejores políticas?
Nos va a servir para hacer mejores políticas públicas. Vamos a repensar el espacio público. Tiene que haber un urbanismo de renaturalizar las ciudades. Y le adelanto que sí, que estamos trabajando en esto. Esta crisis ha provocado que nosotros ahora podamos explicar al personal cualificado de cualquier multinacional del mundo que no hace falta que tenga ir a trabajar a Barcelona. Que en una ciudad como puede ser Igualada, que es una ciudad que tiene un gran patrimonio cultural, histórico, artístico y gastronómico, puede vivir muy bien sin necesidad de estar en una gran concentración urbana.
Teniendo un buen wifi…
[Ríe] Esto no es ningún problema, porque tenemos una compañía local que es inmejorable.
¿Cómo se compatibilizará que las ciudades ganen espacio para el peatón con que haya más coches por si hay recelo del transporte público?
Esto va a ser una realidad a corto plazo. Pero en cuanto se desarrolle la vacuna vamos a volver a la normalidad. En Igualada, una de las vías más emblemáticas que es un sitio de paso de coches donde se concentran muchos bares restaurantes y servicios, anunciamos la decisión de cortarla al tránsito. Viene una emergencia económica y social. Y creemos que al sector de la restauración, que requiere terrazas del 50%, hay que darle una oportunidad en este espacio que antes era para coches. Queremos que la actividad económica vuelva. Y ya le avanzo que cuando esto se acabe y volvamos a la normalidad, esta vía no se volverá a abrir, la vamos a dejar cerrada. Va a ser uno de los beneficios colaterales.
¿Las competencias que tienen los ayuntamientos son suficientes para gestionar esta crisis o reclaman más?
Yo en un episodio de emergencia no tengo problemas de competencia sino de incumbencia. Ahora bien, pensando en el futuro creo que sí. Las administraciones locales son las más próximas al ciudadano, las que tienen más capacidad, las que tenemos toda la información... Y deberíamos encontrar una manera de colaborar más con la administración central. Cuando el Estado o Europa determinan los déficits de las administraciones públicas las únicas que tienen superávits son los ayuntamientos.
¿Para qué usaría el dinero que no puede gastar por ley la ley de estabilidad presupuestaria?
En dos líneas. Una de emergencia social. Tenemos datos que nos indican un repunte de la petición de ayuda de acceso a servicios sociales y bancos de comida. Y, a la vez, debemos estimular proyectos y acciones de reactivación económica que nos permitan volver a la situación anterior, porque va a haber. Se ve con los datos del paro que están repuntando y que van a ser muchos más en el futuro. Por tanto, acciones de recuperación económica que estén vinculados a diferentes proyectos.
¿Qué va a hacer con los impuestos municipales?
Hemos hecho un cálculo, una estimación de los recursos que dejaremos de ingresar este año. El ayuntamiento ha calculado que nuestros ingresos van a disminuir alrededor de 3 millones de euros. Y, a la vez, atendiendo a los datos que tenemos del incremento de determinados servicios va a aumentar el gasto. Esta es una situación de difícil resolución si no participan de ella las administraciones potentes como puede ser la Diputación de Barcelona, la Generalitat, el Estado y Europa, Confiamos en que Europa esté a la altura de las circunstancias. Todo apunta a pensar que en el 2021 y en el 22 los ayuntamientos aún lo van a pasar peor. Esperamos que la que viene sea una recuperación rápida. Pero estamos aún analizando los diferentes expedientes que nos llegan de análisis de prospectiva de futuro que los hay que son halagüeños pero hay que no. Y por tanto, en esto, como en la emergencia. Esperamos lo mejor, pero estamos preparados para lo peor.
¿Qué se ha hecho mal?
La mirada la debemos poner en las residencias para la gente mayor. Algo no se ha hecho bien en las residencias, que no estaba sanitarizadas y debemos tener un cambio de mentalidad. Debemos preguntarnos si era correcto cuando hacíamos estas grandes infraestructuras para dejar ahí a nuestros mayores. Si es la mejor fórmula que una ciudad debe ofrecer. En esto soy muy crítico. Y pienso que para mejorar hay que criticar. Se debe hacer, cuando pase la emergencia sanitaria, un debate sobre estas residencias que eran como hogares, pero no estaban preparadas ni para tener oxígeno, ni tenían servicio médico ni tenían enfermeras para hacer gestión sanitaria. Las residencias deberán estar adscritas al departamento de sanidad de cualquier autonomía porque pienso que es lo que toca a corto plazo. Debemos repensar si la sociedad ha tratado bien a nuestra gente mayor
¿Qué consejo le daría a otro alcalde de cualquier ciudad del mundo que aún no haya visto la Covid-19 entre sus vecinos?
Me hace gracia esa pregunta, porque hice hace unos días una entrevista en un canal mexicano y me decían: ”¿Pero esto es tan grave?” Y dije: “Oiga yo pensaba lo mismo cuando hablábamos de los italianos y de los chinos”. Esto es una cosa que va a llegar a todos sitios por desgracia, porque es muy contagiosa. Así que les aconsejo: primero, información veraz y transparente para generar confianza. Deberíamos confiar en nuestra ciudadanía. Cuando explicamos la verdad y decimos que la situación es grave, muy grave, la ciudadanía da su mejor versión. Y por tanto le diría que esta es la formula del exito. Y que deberíamos contar siempre con nuestros trabajadores sanitarios.