"Podéis sentirlo lejos, pero Putin está a las puertas de Europa": Ucrania grita desde Madrid
Unas 35.000 personas recorren la capital española para denunciar la invasión rusa. Estas son las historias de quienes gritan "no a la guerra" mientras sus familias se refugian o toman un fusil.
Cerca de tres mil kilómetros. Ésa es la distancia que separa a Madrid de Kiev. No obstante, este domingo las capitales de España y Ucrania están más cerca que nunca. Desde la plaza de Colón a la estatua de Cibeles resuena al unísono un mensaje tan claro como desgarrador. No a la guerra. No a la invasión que Rusia inició hace solo tres días en suelo ucraniano. Es la histórica fotografía que dejan unas 35.000 personas -según fuentes de la Delegación del Gobierno citadas por Europa Press- que se han unido para inundar las calles madrileñas y denunciar la agresión al grito de ”[Vladímir] Putin, asesino”.
“Tenemos que parar esto”, explica Alexi, de 34 años, a El HuffPost. Su madre, sus hermanos, su suegra y sus primos, le mantienen informado cada día de lo que sucede en el país. Natural de Kremenchuk, en la céntrica región de Poltava, teme por la vida de sus amigos. Ellos pasan las horas en Kiev resguardados de los bombardeos en el metro. “Necesitamos más de la Unión Europea”, valora.
Mientras ata la bandera de su país en los momentos previos a que comience la protesta en la plaza de Colón, le cuesta explicar lo que siente. No porque no pueda expresarse en un correcto castellano, sino por el dolor de tener que hacerlo. Le ayuda su amiga, Oxana, de la misma urbe industrial. “La situación es muy difícil, pero gracias a nuestro presidente [Volodímir Zelenski], del cual ya puedo decir que es un héroe, todo está controlado”, explica la joven de 29 años, esperanzada de que todo “termine muy pronto”.
Ambos tienen a sus allegados tanto en Kiev como en Járkov, la segunda mayor ciudad de Ucrania en la que las tropas rusas han irrumpido esta misma jornada. Reconoce que han tenido que coger un fusil, sin haber visto nunca antes un arma. Tras una amarga pausa, detalla: “Para hacer frente a tanques”.
A escasos metros de allí, mientras se comienza a desplegar una larga bandera ucraniana, habla Lucía. Tiene 65 años, pero lleva viviendo en España dos décadas. Ella y su familia son de Lviv (Leópolis), una ciudad cerca a Polonia y, de momento, alejada del conflicto. Sin embargo, eso no ha evitado que su nieto de 22 años tenga que vestir el uniforme para defender a su país. Es normal, es militar de oficio. Quien no lo es es su hijo. A los 44 años no ha dudado en marchar a combatir. Precisamente, forma parte de la resistencia de Járkov, señala antes de romper a llorar.
“Estoy muy preocupada, no dormimos”, asegura Lucía entre sollozos, para preguntarse: ”¿Ése tonto que quiere con Ucrania?”. Se refiere a Putin, “terrorista número 1 en todo el mundo”. Acto seguido, desvía el tema y agradece la ayuda prestada por España y por la comunidad internacional a su Gobierno. “Han muerto muchos rusos, casi cuatro mil, y él [Putin] dice que no hay ni uno muerto”, subraya Josef, entrando en la conversación y apuntando que ha visto en vídeo de cómo soldados rusos mataban a un niño.
Este hombre de avanzada edad también desvela que no confiaba en su presidente, Zelenski, hasta que estalló el conflicto. “Yo pensaba que nuestro presidente era malo, pero ahora hace las cosas muy bien”, destaca de su capacidad para recabar apoyo internacional. Con todo, se muestra optimista para que llegue el final de la guerra, “creo que Ucrania va a ganar, pero tenemos miedo de que este terrorista pueda meter una bomba atómica”. Antes de despedirse, ambos piden “por favor, contad la verdad”.
“Ucrania, unida... jamás será vencida”
La plaza de Colón ya está a rebosar y miles de personas no dejan de entonar con una mezcla de tristeza y orgullo el himno de Ucrania. No dejan de escucharse gritos como “Ucrania, unida, jamás será vencida” o “Putin, fascista, gran terrorista”. En las pancartas son frecuentes las imágenes del mandatario ruso caracterizado como el dictador alemán Adolf Hitler.
Sophia, de unos veinte años, empuña el megáfono cuando la protesta ya está en plena ebullición. Hace una pausa para contar a El HuffPost los motivos que le han llevado a manifestarse. Es de Kramatorsk, en pleno corazón de Donetsk y origen del conflicto con el que Putin justifica la invasión. Desde 2014 funciona como la sede provisional de dicho Óblast, después de que parte de la región fuera arrebatada por los rebeldes prorrusos y proclamasen una república popular alineada con el Kremlin.
“Hoy nos hemos reunido todos los ucranianos de la Comunidad de Madrid y de otras comunidades para dar apoyo a la gente que está en Ucrania”, indica, pero también porque “queremos pedir ayuda a la Unión Europea, a la ONU, a la OTAN, a todos, para que nos puedan ayudar a proteger nuestro cielo”. Un espacio aéreo que sobrevuelan cazas rusos y del que llueven cohetes cada madrugada. “Los misiles rusos siguen bombardeando la capital ucraniana”, apunta para destacar que “la gente está desprotegida, están durmiendo en lo sótanos, están atacando las guarderías, las casas de huérfanos, los hospitales infantiles... lo cual está totalmente injustificado”.
“Las sanciones [económicas] van a ser eficientes, van a hacer impacto a corto y largo plazo, pero se ve que no van a parar al Gobierno de la dictadura de Putin que no se ha creado en un día, se ha creado en los últimos 20 años”, reflexiona sobre las medidas acordadas por las principales potencias mundiales contra Rusia. “Esto no va a parar la guerra, ¿va a hacer un daño al país? Sí. ¿Va a parar la guerra? No”, defiende Sophia, que no duda en que sería positivo un ingreso de Ucrania en la Alianza Atlántica.
Con todo, apunta que la gente está plantando cara y responde claramente a qué siente cuando sus compatriotas se alistan o preparan cócteles molotov para organizar la resistencia. “Miedo, me da mucho miedo por ellos, pero también me inspiran. Su valentía es de admirar”, sentencia, con la voz entrecortada, para añadir “espero que no sufran muchas pérdidas”. Detalla que sus amigos están escondidos y organizándose en grupos para resistir, pero también explica que “lo mejor que pueden hacer aquellos que no pueden sujetar un arma es esconderse”.
Hacia Cibeles
La concentración finaliza y los manifestantes comienzan la marcha por el Paseo de Recoletos hasta la misma estatua de Cibeles. Hay un lleno absoluto a los pies del Palacio de Comunicaciones, sede del Ayuntamiento de Madrid. Ucranianos, españoles y hasta es visible población rusa que lleva pancartas recordando que la decisión del Kremlin no representa a todo su pueblo. Prueba de ello son los casi dos mil detenidos en territorio ruso por manifestarse contra la guerra.
Justo antes de terminar la manifestación, una joven describe sin tapujos la lección que deja esta guerra. Katherina ha pasado 22 de sus 32 años en España, pero procede de Ivano-Frankivsk, en el oeste de Ucrania. “El mundo pensaba que Ucrania iba a capitular, que iban a regalar el país, pero se ha visto que nosotros podemos tener el corazón roto, pero nuestro espíritu no”, exclama, para asegurar que “vamos a luchar hasta el final, es nuestra tierra”.
“No podemos permitir que un país así [Rusia], que está gobernado por un psicópata nos invada”, remarca, apostillando que “no hay derecho que en el siglo XXI nosotros estemos luchando solos en el frente, el mundo tiene que reaccionar. Rusia, uno de los mayores ejércitos del mundo está en manos de un psicópata”.
Katherina tiene claro que las sanciones económicas son “claramente insuficientes” para frenar a Putin, pues “no le importan las vidas humanas, solo le importa su ambición, su orgullo”. “En manos de un loco esquizofrénico está uno de los ejércitos más potentes del mundo”, asegura, reclamando una reacción contundente a nivel mundial, incluso a los propios soldados rusos para que le derroquen y advierte “podéis sentirlo lejos, pero [Putin] está aquí, a las puertas de Europa”.
La joven también teme por aquellas personas en las que ha calado el mensaje del Ejecutivo ruso, con justificaciones para la intervención militar como ‘desnazificar’ el Gobierno de Ucrania: “El Kremlin miente con la misma facilidad con la que respira un ser humano”. También demanda una involucración mayor de la OTAN. “Estamos pidiendo ayuda a gritos, Europa no puede mirar a otro lado porque como caiga Ucrania va a caer Europa”, explica, diciendo que Putin “es imprevisible, es capaz de todo, y tiene armas nucleares”.
Mientras los manifestantes comienzan a retirarse, Katherina tiene en la memoria a sus amigos en Kiev. “El primer día cuando empezaron los bombardeos nos dijeron: ‘es que no sabemos qué está pasando, nos hemos despertado todos con sudor frío’”, no puede continuar la frase y rompe a llorar, pero asegura que “vamos a luchar hasta el final”. Un final que, de momento, nadie ve cercano.