'Mal (educadas)', un combate contra la desigualdad
Quizá sería más oportuno hablar de feminismos y no de feminismo, aunque solo fuera por respetar las diferentes miradas que conviven dentro del mismo.
Mal (Educadas) de la politóloga argentina María Florencia Freijo es una lectura imprescindible para todas aquellas personas que pretendan poner el acento en abolir las desigualdades y en cuestionarse el funcionamiento social de las normas y del poder, en especial de aquellas normas que tienen que ver con lo sexual y en particular con aquel mandato de poder que afirma, como señala Aristóteles, que en la naturaleza del macho está mandar y en la de la hembra obedecer.
Recorriendo y disfrutando el libro de Freijo, me han surgido infinidad de reflexiones sobre hasta dónde podemos seguir perpetuando la desigualdad y cuáles son los mecanismos que la sostienen. Y es que quienes cuestionan el feminismo no solo ponen en duda que las mujeres sean seres humanos sino que aprueban las dinámicas coercitivas y la desigualdad como estructura social válida.
Quizá sería más oportuno hablar de feminismos y no de feminismo, aunque solo fuera por respetar las diferentes miradas que conviven dentro del mismo, y en eso Mal (educadas) se empeña y lo consigue. Es enriquecedor leer cómo se va construyendo una narración que tiene como objetivo revertir tantos años de desigualdad; es esperanzador que un libro sirva para que las generaciones futuras crezcan más libres.
Freijo señala con acierto que seguimos arrastrando los mismos roles que en la antigüedad. Y es que aunque los roles parezcan redistribuirse, por lo general lo que terminan por hacer es una reconfiguración que sigue dividiendo a mujeres y hombres en roles muy concretos. El ser humano es capaz de construir una narración de “lo natural” para anclar una categoría basada únicamente en el reparto de poder, y precisamente Freijo lo que intenta de forma pertinaz es deshacer toda esa lógica de anclaje, de aparente inamovilidad de los roles de género, del sexo, de las tareas de cuidado, de la violencia que encierran todas esas cuestiones.
El análisis que hace Freijo de las violencias me parece oportuno: destrenzar todas ellas es el camino directo para, por lo menos, cuestionar la desigualdad y las normas androcéntricas que fijan el poder para los mismos de siempre. Freijo acierta cuando afirma que el mundo no está cambiando tanto como parece, y es que quizá tengamos la falsa percepción de que la sociedad se mueve hacia mayores cotas de progreso cuando quizá lo que ocurre es que no estamos poniendo el acento en la desigualdad estructural.
Es decir, parece evidente que la situación en general de las mujeres está mejor hoy que hace unos años, pero confundir los términos absolutos con los relativos nos lleva a hacer análisis de la realidad sesgados e imperfectos. En ese cuestionamiento de los sesgos en el análisis es donde Mal (educadas) muestra su mejor cara: textos rotundos y yendo a la raíz consiguen al menos poner el foco del lector o lectora en lo importante.
Estoy contento de poder escribir sobre este libro, porque eso implica que estamos más cerca de la igualdad gracias a líneas como las que ha escrito María Florencia Freijo. Ojalá más Mal (educadas), ojalá más textos valientes como el de Freijo.