Madrid 2019: tiempo de actuar
Ante la emergencia climática "no bastan las palabras ni las cosas ocurren solas: hay que prepararlas, activarlas, reforzarlas".
Hoy comienza en Madrid la COP 25. La cita viene prologada por meses jalonados de episodios que confirman la aceleración del cambio climático y el avance de sus efectos. Meses en los que los mensajes de la ciencia y de los datos observados son rotundos y alarmantes. Meses en los que se jóvenes y no tan jóvenes llenan las calles indignados reclamando acciones a la altura del desafío. Meses en los que expresiones como emergencia y justicia climática han entrado definitivamente en nuestras vidas.
La celebración de esta cumbre en Madrid es en sí misma una excelente noticia. Lo es porque representa la voluntad de la comunidad internacional de consolidar la agenda climática, el compromiso con el sistema multilateral de Naciones Unidas y la trascendencia de activar los mecanismos cooperativos que nos permitan consolidar y profundizar en los compromisos que firmamos al ratificar el Acuerdo de París. Lo es por la buena acogida de la iniciativa entre instituciones y actores sociales y económicos, por el esfuerzo colectivo que, con entusiasmo de todos, pone de manifiesto que esta es una agenda importante también para la sociedad española.
No nos olvidamos de cuál fue el motivo de la propuesta hecha por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Un motivo triste y preocupante, que merece el respeto, la empatía, el afecto y la solidaridad con el pueblo chileno.
La energía política del Gobierno y los partidos chilenos se centra ahora en la primera prioridad de cualquiera: reencontrar el espacio de unión en el que toda la sociedad se encuentre a gusto, convencida de que las soluciones abordan adecuadamente las preocupaciones sociales. Y, simultáneamente, se afronta con responsabilidad el gran desafío multilateral que le tocaba liderar al país andino: la agenda multilateral de lucha contra el cambio climático por responsabilidad con las generaciones presentes y futuras que, pese a la tentación de algunos, no tiene no tiene vuelta atrás.
Este es el contexto en el que arranca la primera Conferencia de las Partes (COP) de una nueva etapa en las negociaciones climáticas. Tras más de una década negociando un nuevo marco internacional de lucha contra el cambio climático, que se concretó con el Acuerdo de París y sus reglas, el foco gira hacia la acción y la participación. Acción generalizada de todos los actores, para aplicar el Acuerdo de París, y preparación para acelerar las respuestas y elevar la ambición. Más acción y más deprisa. Más actores expresando convicción y compromiso... y el camino se hace al andar... No bastan las palabras ni las cosas ocurren solas: hay que prepararlas, activarlas, reforzarlas. Hay que estar a la altura de lo que necesitamos y a lo que nos comprometimos, superando el diferencial creciente entre compromiso y acción que, lamentablemente, constatamos todavía.
Este año toca facilitar el aumento de la ambición global en 2020. Queremos escuchar señales claras sobre la voluntad de revisar al alza los compromisos de reducción de emisiones a los que nos comprometimos en 2015, ya que lo que hay es claramente insuficiente.
Debemos avanzar también en la agenda de la acción climática, facilitando la inclusión e integración de actores muy diferentes en los procesos de acción por el clima. Se trata de que esta conferencia active definitivamente la transversalidad de la acción climática y permee en todas las administraciones, en todos los consejos de administración y en el corazón de nuestras prioridades sociales. Necesitamos que sirva de punto de encuentro de un movimiento global más inclusivo y justo, en el que prosperidad y compatibilidad con los límites ambientales vayan de la mano.