Macron inicia su 'Tour de Francia' particular para explicar sus proyectos y calmar a los chalecos amarillos
"Estoy aquí para escuchar vuestra verdad. Yo no tengo la solución revelada", dice el presidente en su visita a la periferia de París, un gesto de mano tendida.
El "Tour de Francia" que ha emprendido el presidente Emmanuel Macron para llevar su gran debate nacional a todo el país hizo escala este lunes por primera vez en la periferia de París, la llamada banlieu, donde la población lo observa con escepticismo.
En Évry Courcouronnes, municipio de 70.000 habitantes a 30 kilómetros al sur de la capital francesa, la sede adjunta de su alcaldía reunió durante casi seis horas a unos 300 regidores y representantes de asociaciones locales con las políticas municipales como tema central.
"La República francesa tiene una deuda con la periferia. No pedimos caridad, sino justicia", dijo el alcalde de Grigny, el comunista Philippe Rio, al inicio de un encuentro decorado por una gran bandera de Francia y estructurado en torno a intervenciones breves.
Los participantes, sentados de forma circular, se repartieron el turno alzando la mano, y Macron, como en ocasiones anteriores, acabó en mangas de camisa.
Desde el inicio de esta consulta popular el 15 de enero, la de este lunes era la primera vez que el presidente galo se acercaba a la banlieu para debatir y la quinta en la que participaba.
"Atravesamos un momento difícil que no data de ayer. Estoy aquí para escuchar vuestra verdad. Yo no tengo la solución revelada. No haré demagogia, no debe haber ningún tabú", sostuvo Macron sin ceder a su convicción de que "se puede hacer mejor gastando menos".
Al presidente le solicitaron "menos dogmatismo y más pragmatismo". Respuestas eficaces al abandono escolar, el desempleo, la falta de alojamiento social, los fallos en la red de transporte, la inmigración o los problemas de integración.
"Pero nada de miserabilismo. Somos obviamente territorios con enormes dificultades, pero también con enormes riquezas para atender la angustia social", subrayó el conservador Stéphane Beaudet, alcalde de Évry Courcouronnes y anfitrión.
Los asistentes habían acudido satisfechos con la celebración del debate, pero dubitativos sobre su capacidad para cambiar las cosas cuando se clausure el 15 de marzo y con sus conclusiones se elabore un nuevo pacto económico y social.
"Si no hay anuncios rápido, no será suficiente", resumió a Efe la presidenta de la asociación de apoyo escolar ASSISCB, Sophie Correia, crítica con la escasez de ayudas a agrupaciones como la suya, de proximidad.
Macron intenta encauzar con estos debates la crisis de los chalecos amarillos y su presencia en la periferia quería dar un impulso a zonas poco implicadas hasta ahora en esos intercambios, y donde aunque las protestas no han prendido con la fuerza de ciudades mayores, hay problemáticas compartidas.
Alcaldes como los de Orly o Noisy Le Grand canalizaron las expectativas ciudadanas: "Señor Macron, se lo suplico, no nos abandone", le pidió la representante de ese último municipio, Brigitte Marsigny.
La oportunidad brindada les sirvió también para recriminarle su actitud: "Puede que usted se haya colocado demasiado alto y lejos de quienes constituyen la fuerza de la República", le dijeron.
A la entrada de la sala, pese al dispositivo policial, le habían esperado precisamente un grupo de "chalecos amarillos" y ciudadanos que le reprocharon no estar invitados.
"Pero si no existiera este debate, todo el mundo se quejaría de que nadie nos escucha", destacó Grégory Embert, trabajador en la asociación de concienciación medioambiental La Petite Tortue, que sí participó en la charla.
La elección del lugar, según su alcalde, Stéphane Beaudet, no es casual. El municipio es desde enero resultado de la fusión de Évry y Courcouronnes, "ejemplo de lo que se puede hacer en materia de mutualización".
El actual candidato a la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, fue regidor de Évry entre 2001 y 2012, y en 2005, con la oleada de altercados en los suburbios parisinos desatada por la muerte de dos adolescentes en un operativo policial en Clichy, sostuvo que Francia pagaba 30 años de "segregación social, territorial y étnica".
Algunos alcaldes pidieron ahora a Macron un "contrato de confianza" que implique tanto una mayor intervención estatal como un mayor margen propio de maniobra, apoyado en el alegato de que hacen lo máximo en función de sus posibilidades, pero necesitan medios.
"Esperamos respuestas positivas", concluyó el edil de Egly, Gérard Marconnet, insistiendo en una política más activa y abierta no solo en beneficio de la periferia, sino también contra el actual clima de tensión nacional.