Lula y el fuego en el museo
El beneficiario del incendio del Museo Nacional de Río de Janeiro es Michel Temer, presidente de Brasil, cargo que ocupa después de un proceso extraño en el que se ha disimulado algo muy parecido a un golpe de estado judicial de manera admirable.
Hace unos días sabíamos que la candidatura de Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente del país, era prohibida por el tribunal electoral. Es un escándalo mayúsculo máxime cuando llevaba una ventaja de un 20% sobre el partido de Temer en los sondeos. Cuando Brasil empezaba a asimilar la situación y el mundo digería la noticia, ardía el Museo Nacional en Río de Janeiro. La hipótesis es que el culpable es Temer: ¿Fue el fin de tan espantoso acto silenciar las protestas dentro y fuera ante lo que parte de la opinión pública considera un pucherazo?
Antes de ser tachado de conspiranóico, hay una serie de datos que trazaré y que avalan la primera conclusión. Los cariocas celebraron sus olimpiadas en 2016. Fue una chapuza organizativa que consumió los recursos del país y dejó una pléyade de estadios e instalaciones sobredimensionadas e inútiles. Para conseguir tan absurdo propósito se recortaron los fondos en cultura como se hizo en asistencias social, obras públicas, educación... puede parecer insensato pero Michel Temer, un informante del servicio secreto estadounidense que consiguió mover el aparato judicial para arrebatar el poder a Rousseff sin pasar por las urnas, había eliminado a la expresidenta con una oscura maniobra judicial que muchos consideran ese golpe de estado cuasi perfecto. Con una economía que, tras ser el motor de América Latina, se sumergía en el marasmo de la corrupción propiciada por un aparato político sobredimensionado y una administración corrupta e incompetente, Temer necesitaba una enorme cortina de humo. Las olimpiadas, como tantas veces, fueron esa cortina. Luego vuelve Lula con enorme fuerza y es preciso que la justicia se lo quite del camino. Se requería otra distracción pero global, enorme.
Arde el museo la noche del lunes y el mundo se estremece. Se crean logotipos negros de solidaridad, se habla de la catástrofe, se valora lo perdido. Es irrecuperable y el horror llega incluso a esas personas a las que la cultura no les interesa, a aquellos que jamás habrían visitado ese museo que acumulaba veinte millones de piezas. Ahora llega la investigación pero, sin haber estado allí, sin ser un experto, pienso que un edificio así con un material no siempre fungible (paleontología y glíptica por ejemplo) no arde a la velocidad de uno de pinturas. En horas no quedaba nada de un edificio que, ciertamente, tenía los suelos de madera seca y vieja. Comienzan las protestas y se denuncia el abandono de los museos, la falta de presupuesto, las constantes reclamaciones por parte del director del Nacional de Río. Hay gran indignación, tanta que nadie se entera de que Lula ha apelado al Tribunal Constitucional. Nadie se acuerda de Lula, al que se ha apartado de la carrera electoral garantizando a un Temer investigado por corrupción a los mandos de un estado en quiebra económica y moral. Todo esto está muy bien pero faltan pruebas para confirmar lo que digo. En los próximos días sabremos cómo empezó esto, "quién puso fuego ahí", aquella pregunta que se formuló cuando ardió la embajada de España en Guatemala en 1980. Ardió un museo y comienza un luto nacional en el que se prometerá un plan de museos nacional, más dinero a la cultura, más apoyo a la investigación pero, ¿y Lula? En los discursos en los que Temer prometerá poner a Brasil en la vanguardia de la conservación del patrimonio no aparecerá Lula.
Temer tiene un puente de plata para dejar en segundo plano su situación, el enorme escándalo que se ha generado y eliminado en el lapso de tiempo en el que una cerilla cae sobre una pira de papel seco. Será muy difícil encontrar el link entre la premisa y la conclusión ya que el relato está lleno de huecos y conjeturas pero hay algo difícilmente discutible: el primer beneficiado del incendio del Museo Nacional de Río de Jeneiro es Michel Miguel Elías Temer Lulia, presidente de Brasil.