'Love is a Battlefield'
Todavía recuerdo la primera vez que vi Flashdance (1983). No hubo en ello nada iniciático ni sorprendente, pero aquel drama de Adrian Lyne tenía una escena que me resultaba profundamente turbadora. Recordarán que la amiga de la protagonista (Jennifer Beals), una patinadora llamada Jeanie (Sunny Johnson), realizaba sin destreza un giro, cayendo sin remedio sobre el hielo. Sobrepuesta, Jeanie intenta realizar el ejercicio de manera satisfactoria, volviendo a caer rendida ante el público. Le ayudan a levantarse y, humillada, se aleja de la pista. No vuelve a patinar. Por algún motivo intermedio, la siguiente parada de Jeanie es un local llamado Zanzíbar. Allí, narcotizada y semidesnuda, agita sus piernas ante los clientes con aspavientos pretendidamente eróticos. Jamás comprendí por qué caer sobre el hielo dirigía ipso facto a la carrera de stripper. Terrible castigo por fallar dos veces. Inimaginable pensar qué le sucederá a la que falle tres.
Hace unas noches, atrapada en el lenguaje hipertextual de Internet, recalé en el videoclip de Love is a Battlefield interpretado por Pat Benatar. Esta canción de Chrysalis Records siempre me pareció una concentración pura del espíritu de los ochenta, aquel que descubrí en la década de los noventa y que me hizo admirar el rock clásico y provocador. Sin poner gran atención a su videoclip, permití la reproducción en bucle; con las canciones que me gustan siempre me permito un ligero toc. De repente, una voz dialogada me sorprendió: "¡Lárgate de esta casa ahora!", gritaba un padre en el porche de una vivienda norteamericana: "¡Y olvídate de regresar nunca!". Salí del ensimismamiento preguntándome cómo era posible que en 1983 un videoclip incluyera diálogo y semejante gramática audiovisual, situándose cercanamente a lo que ahora se entiende por cortometraje.
Paré en seco, el videoclip ya tenía toda mi atención. La película, porque no puede ser definida de ningún otro modo, es de una novedad visual asombrosa. Salvo ciertos movimientos de cámara y algunos planos inexcusables, podría haber sido rodada hoy en día. Mediante un montaje paralelo (de espacio y de tiempo) nos adentra en el viaje de la joven, quien con pesadumbre abandona a su madre y a su hermano huyendo a la gran ciudad. Tomas nocturnas y urbanas, sobre las que se escuchan sirenas, tráfico y gritos, se entrecruzan mientras Benatar puntea que los jóvenes se sobreponen a los males del corazón. Sin saber cómo, también ella recala en otro local de amor sin amor, con nocturnidad y alevosía. Parece que caer es fácil cuando se camina sobre hielo.
Es allí, en el prostíbulo, donde el videoclip dirigido por Bob Girarldi gana en intensidad. La joven defiende a una compañera del cacique del local y, describiendo una suerte de danza tribal, comienza a coreografiar unos movimientos muy sencillos y precisos contra él. Todas siguen a Benatar y se mueven al unísono. Es un baile muy sobrio, sin apenas dificultad, pero lo suficientemente potente como para que Jennifer Garner lo emulase en El sueño de mi vida (2004, Gary Winick). Con la ayuda de un nutrido grupo de bailarinas, Benatar se aleja de la Cyndi Lauper de Girls just want to have fun para aproximarse al Michael Jackson oscuro y subterráneo de Thriller.
El espíritu romántico de la canción escrita por Holly Knight y Mike Chapman es superado, con creces, por el talento de Giraldi, quien eleva la melodía a una reivindicación de la fuerza femenina contra la explotación y el sometimiento. Con una estética trasgresora repleta de flecos, crop tops, calentadores, minifaldas y camisetas oversize, las mujeres salen del local y se hacen con la calle, su calle. Con el sol y lejos de la penumbra, comienzan de nuevo unidas.
El videoclip, producido por Mary Ensign para GASP!, fue presentado en septiembre de 1983, consiguiendo para Benatar su cuarto Grammy. La canción fue todo un éxito, algo que en gran medida debe al arte de Bob Giraldi, un director con dilatada experiencia, que más tarde firmó vídeos como Beat it de Michael Jackson, Pieces of Ice de Diana Ross, Say, say, say de Paul McCartney o Just the two of us de Will Smith.
En dos días, la voz de Benatar, el talento de Giraldi y la letra de Knight y Chapman me han llevado a la sobredosis musical. Como un mantra, he reproducido Love is a Battlefield hasta la extenuación, maravillándome con la capacidad creativa de un videoclip de rabiosa modernidad. Sin duda Giraldi fue un adelantado a su tiempo, sentando los precedentes que conformarían el estilo de plataformas como MTV (1981).
Vean y disfruten el videoclip de Pat Benatar porque, pese a que caiga y recaiga en estereotipos sin exoneración, redunda en que en la vida, como en el amor, todos luchamos en un campo de batalla.