Los talibanes tratan de hacerse los buenos pero la ONU ya constata sus violaciones de derechos
Los islamistas, en su primera rueda de prensa tras tomar Kabul, prometen una amnistía y respetar a las mujeres "dentro de la ley islámica". Un sindiós.
Los talibanes van de buenos, pero no lo son. Sólo hace falta memoria o poner oído, o una hemeroteca, o Google, para tener claro lo que son y lo que han hecho y confirmar que difícilmente su islamismo va a moderarse. Eso es lo que han prometido en su primera rueda de prensa tras tomar Kabul, la capital de Afganistán, pero la ONU, de seguido, ha avisado de las “crecientes violaciones de derechos humanos” que ya se están constando en el país con su llegada al poder.
De inicio, los talibanes han declarado una “amnistía general” y han llamado a la reconciliación, asegurando que las mujeres podrán trabajar en el marco de la ley islámica, que regirá también el nuevo Gobierno del país. “Hay una amnistía general, por lo que no habrá hostilidades”, aseguró el principal portavoz talibán, Zabihulla Mujahid, que por primera vez en décadas se mostraba en público, mientras pedía a la población que dejase de sentir miedo y no huyese de Afganistán.
“Hemos perdonado a todos por el beneficio y la estabilidad en Afganistán”, remarcó el portavoz en un mensaje de unidad en el que también subrayó los planes de formar un sistema de Gobierno “islámico y fuerte”, basado en los valores de la sociedad afgana e inclusivo, y que tendrá “buenas relaciones con todo el mundo”.
En ese contexto, “el suelo de Afganistán no se va a usar contra nadie”, señaló Mujahid en relación al pacto alcanzado con EEUU en febrero del año pasado en Doha, en el que se comprometieron a no permitir que el territorio afgano se usara de santuario para que grupos terroristas pudieran organizar desde ahí atentados.
El “nuevo” país
Pese a que los talibanes todavía no han formado oficialmente un Gobierno ni designado a los líderes que lo dirigirán, adelantaron que las mujeres no van a ser discriminadas y que van a poder seguir estudiando y trabajando, siempre que sea bajo el marco de la ley islámica, una norma que no es tal, sino una interpretación que, por tanto, lo aguanta todo, desde la visión más laxa a la más radical, que es la que ellos siempre han aplicado.
“Vamos a permitir que las mujeres trabajen y estudien (...) las mujeres van a ser una parte muy activa en la sociedad, pero en el marco del islam”, subrayó, ya que “se necesita a las mujeres y se les va a permitir trabajar”, sobre todo en la salud y la educación, destacaron.
La aplicación de la sharía que hizo el gobierno talibán cuando gobernó Afganistán entre los años 1996 y 2001 fue lo más estricto y radical posible. Sin duda, uno de los grupos más afectados fueron las mujeres, que fueron negadas hasta el punto de no poder trabajar ni ir a la escuela o salir de su casa si no iban acompañadas de un varón, aunque fuera un niño.
La Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán publicó este martes la lista de las prohibiciones que sufrirán las mujeres bajo el nuevo Gobierno, donde señalaban hasta 29 normas a las que serían sometidas, que van desde azotes y lapidaciones hasta la prohibición de reír en voz alta.
Asimismo, en busca de reconocimiento internacional, los talibanes auguran una visión de los medios “imparcial”, en el que se podrá “criticar” el trabajo del Gobierno de manera “libre e independiente”, aunque, una vez más, bajo el marco de la ley islámica.
También afirmaron que pondrán fin a la plantación de opio en el país, pese a que la comunidad internacional siempre ha criticado a los talibanes por aprovecharse de estos cultivos para financiar el conflicto con Estados Unidos.
Esta primera rueda de prensa por parte de los talibanes tras la conquista del país se produjo tras la llegada este martes al país del mulá Baradar Akhund, jefe de la oficina política de los insurgentes en Qatar.
Esta sería aparentemente la primera vez desde la caída del régimen talibán con la invasión estadounidense en 2001, que una delegación de tan alto nivel de los talibanes viaja a Afganistán, y es muy significativo que su primer destino no sea Kabul, sino la meridional Kandahar, cuna del movimiento talibán.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha expresado las inquietudes compartidas por gran parte de la comunidad internacional ante lo que harán los talibanes. “Debemos hablar con una sola voz para defender los derechos humanos en Afganistán”, dijo Guterres, que agregó que le preocupan, “en particular, los relatos sobre las crecientes violaciones de derechos humanos contra las mujeres y niñas de Afganistán, que temen un regreso a los días más oscuros”.
El diplomático portugués también ha hecho una llamada a la comunidad internacional para evitar que el terrorismo vuelva a echar raíces en territorio afgano. “La comunidad internacional debe unirse para asegurarse de que Afganistán nunca más se utilice como plataforma o refugio seguro para organizaciones terroristas”, dijo.
Día 2
Tras la dramática situación que se vivió el lunes, cuando murieron seis personas a causa del caos y la desesperación por tratar de huir de Afganistán, Estados Unidos ha tomado el control total del aeropuerto mientras los talibanes, en un aparente pacto de no agresión, protegen las inmediaciones para reforzar la seguridad.
“La multitud fue expulsada anoche y llevada fuera del recinto del aeropuerto de Kabul y ahora la situación está en calma y bajo control”, dijo a Efe este martes un empleado de la aerolínea privada afgana Kam Air.
En este momento solo hay presencia de los combatientes talibanes en la entrada de la terminal civil, mientras que la zona militar está bajo el control de los estadounidenses, por la que acceden las tropas y los afganos que trabajaron con las fuerzas de la coalición y que consiguieron visados especiales para abandonar el país.
Además, una decena de puestos de control de los talibanes vigilan las calles que van hasta el aeropuerto de la capital, aunque los combatientes no han detenido el tráfico hacia el aeropuerto ni interrogan a los pasajeros de los vehículos.
Efe recorrió decenas de puntos de control talibán en la ciudad, en los que los insurgentes solo se ocupan de revisar los automóviles sin hacer preguntas a los pasajeros.
El rápido avance de los talibanes, que lograron la toma de Kabul el pasado domingo dando por concluida la guerra, trastocó los planes de las misiones internacionales para evacuar a sus ciudadanos del país, pero los vuelos han comenzado a reanudarse y con ellos cientos de extranjeros y afganos esperan poder abandonar el país.
EEUU negocia con los islamistas
Estados Unidos también ha defendido la pasada noche que las “devastadoras” escenas de caos en el aeropuerto de Kabul eran inevitables, y ha anunciado un acuerdo con los talibanes para garantizar el paso seguro de los civiles que quieran irse de Afganistán.
Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, expresó compasión por la desesperación de los cientos de afganos que intentaron encaramarse a los aviones estadounidenses que despegaban de Kabul, pero negó que esas escenas hubieran podido prevenirse con una mejor planificación. “Cuando acaba una guerra civil, con una fuerza rival que entra en la capital, va a haber escenas de caos. Va a haber mucha gente que abandona el país. Eso no es algo que pueda evitarse realmente”, dijo Sullivan en una rueda de prensa.
Aseguró que, aunque “las imágenes de los últimos días en el aeropuerto han sido duras”, la alternativa, según Biden, habría sido aceptar otro “coste humano” que le resultaba todavía más inaceptable: “enviar miles de tropas a combatir (a los talibanes) y que algunas de ellas murieran”. “Esta no era una cuestión de salvar a mujeres y niñas o no hacerlo. La alternativa tenía sus propios costes humanos”, agregó.
Sullivan volvía a presentar así lo ocurrido en Afganistán como una elección entre permanecer o no en el conflicto, a pesar de que la mayoría de las críticas a Washington no se han centrado en el hecho de que Biden ordenara la retirada, sino en su precipitada ejecución.
A principios de julio, el Pentágono ya había completado al 90 % su retirada de Afganistán, pero el complejo proceso de evacuación de miles de estadounidenses y afganos ha forzado a Biden a enviar 7.000 soldados a Kabul, casi el triple de los 2.500 que había en mayo en el país.
Al respecto, Sullivan alegó que el Gobierno afgano les había suplicado “no evacuar masivamente” a sus diplomáticos y a las decenas de miles de afganos que han pedido visados estadounidenses antes de retirar a sus tropas, porque eso “habría provocado una pérdida de confianza” en ese Ejecutivo, ahora disuelto. “Incluso los planes mejor trazados no siempre sobreviven el primer contacto con la realidad, y requieren ajustes”, recalcó.
Sullivan añadió que Biden “asume la responsabilidad de cada decisión que tomó el Gobierno de Estados Unidos con respecto a Afganistán”, un día después de que el presidente defendiera vehementemente su gestión y centrara las culpas en el Gobierno del ahora expresidente Ashraf Ghani.
La misión de Estados Unidos está centrada ahora en evacuar a los 11.000 estadounidenses que calcula siguen en Afganistán, y que, pese a los intentos de la embajada, “no quisieron” abandonar el país cuando era más fácil hacerlo, según Sullivan.
De ellos, entre 5.000 y 1.000 estadounidenses siguen “cerca de Kabul”, según el Pentágono, que controla el tráfico aéreo en el aeropuerto internacional de Kabul y confía en conseguir que a partir de ahora despegue de allí un avión militar de EEUU cada hora.
Eso le permitiría sacar entre 5.000 y 9.000 evacuados diarios, entre estadounidenses y personal de su embajada, así como a sus colaboradores afganos.
Para facilitar la operación, Estados Unidos ha negociado con los talibanes en Kabul y en Doha (Catar) para mantener abierto un corredor al aeropuerto tanto para los estadounidenses como para sus aliados y los afganos. “Los talibanes nos han informado de que están preparados para proporcionar un paso seguro de los civiles al aeropuerto, y nuestra intención es asegurarnos de que cumplen ese compromiso”, afirmó Sullivan.
La Casa Blanca cree que esa garantía podrá mantenerse al menos “hasta el 31 de agosto”, cuando Washington planeaba culminar el proceso de retirada de sus tropas, pero todavía negocia con los talibanes sobre el “calendario exacto” para “sacar al mayor número de gente” del país “de la forma más eficiente”, añadió Sullivan.
Si los talibanes no cumplen con ese compromiso, Estados Unidos se reserva el derecho de responder con “el peso completo de la fuerza militar estadounidense”, advirtió después la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, en declaraciones a la prensa.
El jefe del Mando Central de Estados Unidos, general Frank McKenzie, se reunió el domingo con líderes talibanes en Doha y les advirtió de que “no interfieran en la evacuación”, además de reiterar que el Pentágono responderá a cualquier ataque de los insurgentes a sus tropas “con una fuerza abrumadora”, indicó en un comunicado.
Las armas perdidas
Sullivan reconoció además que “una cantidad importante” de las armas y equipos de defensa que Estados Unidos usó durante la guerra o donó a las fuerzas de seguridad afganas han “caído en manos de los talibanes”, incluidos helicópteros Black Hawk. “Y obviamente, no parece que nos los vayan a devolver voluntariamente”, agregó.
Preguntado por si Washington reconoce a los talibanes como el Gobierno legítimo en Afganistán, Sullivan consideró “prematuro” responder a esa cuestión, porque ni siquiera se ha establecido todavía una “autoridad gubernamental”, pero dijo que el grupo insurgente deberá “demostrar al mundo” qué tipo de líderes quieren ser.
Sullivan mencionó las “sanciones”, la “condena internacional” y otros mecanismos de “aislamiento” como herramientas a las que podría recurrir Estados Unidos si los insurgentes no respetan, por ejemplo, los derechos de las mujeres.