Los ‘pijus magníficus’ no rentan al PP
El PP, inmerso en su propio 'Núñez de Balboa', teme que el populismo de Vox capitalice la ira a pie de calle.
¿A quién beneficia el movimiento de Nuñez de Balboa? ¿Al PP, a Vox o la izquierda? En los partidos hay opiniones de todo tipo, pero prevalece la idea de que “avivar el clima de ruptura social no es bueno para nadie, sobre todo en este ambiente de shock emocional en el que la gente está dominada por el miedo y busca un culpable”, tal y como asegura un exdirigente del PP. Y es que es precisamente en el partido de la oposición donde más dudas se plantean. Inmersos en su propio ‘Nuñez de Balboa’ interno —tal y como definen algunos la creciente desafección de una parte relevante del partido con la actual dirección—, temen que el populismo de Vox capitalice la ira a pie de calle.
En el entorno de Pablo Casado consideran que ni les beneficia ni les perjudica, e insisten en que no sacan ningún rédito a las manifestaciones. “No estamos detrás de la organización de estas movidas porque sabemos que es fácil sacar a la gente a la calle, pero luego a ver quién la mete. No hay un mensaje del partido. Lo de Isabel Díaz Ayuso es otra cosa, está harta de la campaña que hay contra ella y se revuelve”, dice un diputado de la dirección del PP que niega haber recibido críticas de dirigentes territoriales.
Es difícil esconder la divergencia de posturas que ha desencadenado la crisis del covid entre la familia popular. En los grupos de Whatsapp se libran encendidos debates sobre si ellos mismo lo habrían hecho mejor o sobre las consecuencias de los recortes sanitarios que llevaron a cabo en Madrid, visto el desastre. Pero sobre todo, la actitud frentista y la negación de apoyo al estado de alarma es lo que más inquietud ha provocado. “En política hay que hacer cosas que te convienen y otras que te corresponden hacer aunque no te convengan”, apunta una exalto cargo popular que opina que una tragedia jamás puede usarse como un arma política y que una oposición responsable debería a apoyar al Gobierno.
“Entre algunos alcaldes, dirigentes de comunidades autónomas y una parte del grupo parlamentario hay una sensación de no entender absolutamente nada, de no comprender determinadas posiciones ni de a dónde nos lleva sea lo que sea que estamos intentando hacer”, explica un popular que ha tenido relevantes cargos institucionales. La ruptura entre las dos Españas, avivada por la falta de horizontes y la crisis económica, está comenzando a extenderse y habrá que ver cómo se canaliza o quién logra capitanearlo y obtener réditos convirtiéndose en el Salvini español.
Hay un magma formado por la clase media alta y rica, que ve su bienestar amenazado y, en el otro lado, la gran mayoría silenciosa que ve que el empobrecimiento vuelve a caer sobre ellos, como ya sucedió en 2008. “Ni Abascal, ni Espinosa de los Monteros, ni Monasterio, ni Ortega Smith en Vox, ni en el PP, Cayetana y Casado dan para crear un líder populista que unifique a toda la derecha. Aquí, la sociedad ahora verá si vuelve a las dos Españas, la brutal división tradicional, entre esos ricos que llevan la cacerola que no han utilizado nunca para hacer un guiso y los pobres. Aunque lleguen a Leganés, no pueden alcanzar la movilidad de los chalecos amarillos, ¿tú ves a Espinosa o a Cayetana liderando ese populismo sordo que aún es silencioso?”, se pregunta otro popular muy preocupado por la situación que se está dibujando y en la que cree que el PP no va a tener espacio.
En los partidos de izquierda hay quien considera que los incipiente movimientos de los ‘pijus magníficus’ —nombre del amigo de Pilatos de La vida de Brian— le están viendo como anillo al dedo al Gobierno. “La revolución de los fachalecos es una caricatura que puede servir para unir a la izquierda. Tiene un techo. Si yo fuese del PP estaría preocupado”, dice un diputado de Más Madrid en la Asamblea madrileña. Esa es también la sensación de un diputado popular tras la última sesión de control: “La actitud de Íñigo Errejón, entre otros, mostraba cómo cohesiona a la izquierda, a la moderada y la radical. Les da un motivo para seguir juntos”.
Y es en ese punto en el que los populismos arraigan. Donde Vox se siente más cómodo. Diciendo lo que cada uno quiere oír. Con el matrimonio Monasterio-Espinosa paseando y haciéndose fotos en la concentración del Paseo de la Habana.
“Hemos estado a punto de que colapsar la sanidad, si los movimientos en la calle acaban en enfrentamientos y violencia entre unos y otros, puede colapsar la seguridad del Estado y eso es brutal. En el poso de nuestra sociedad, aún reside que los españoles seguimos siendo muy fanáticos. Hay mucha ira escondida en las capas tectónicas bajo nuestros pies y el inconsciente colectivo está abrumado; o neutraliazamos tanta ira o esto puede acabar muy mal”, advierte un popular destacado del gobierno de Rajoy.