Los pensionistas saben de qué hablan: trajeron la democracia
Estaba rodeado de los pensionistas más preparados de la historia de España, cuyos hijos, por lógica, son a su vez los jóvenes más preparados de las anteriores generaciones. A mi alrededor marchaban, en 'totum revolutum' impregnado de camaradería transversal, el interclasismo clásico, jueces con bedeles, catedráticos con PAS, ex secretarios municipales con ex guardias, ingenieros, albañiles, periodistas, artistas.... En un corrillo andante uno de ellos, un alto funcionario de transportes en su época, comentó: "Este Rajoy cree que somos tontos. Nosotros trajimos la democracia; sabemos de qué hablamos y por qué nos quejamos. A ninguno nos gusta – y miró a los lados - que nos tomen el pelo".
Por eso han salido, y seguirán saliendo, cientos de miles de mayores, quizás millones si la ola no se para con el único contradique posible: una escollera presupuestaria que detenga la tenaz y minuciosa voladura del sistema.
Más adelante, en la cabecera, otros manifestantes, acompañados de hijos y hasta de nietos –"todos están en mi casa", explica el abuelo de familia- comentan, a punto del enfurecimiento, una contradicción "que en sí lo explica todo". A la misma vez que los pensionistas reciben la carta de la ministra en la que le dicen que van a cobrar el 0.25% más, los medios de comunicación informan que los diputados y senadores se subirán el sueldo un 1.5%, como los funcionarios.
Y, poco a poco, empiezan a sacar la patita los recónditos motivos del cabreo jubilar.
En la crisis ha habido culpables y víctimas. El gran culpable, la cerilla que encendió la mecha de una explosión en cadena en el tinglado financiero mundial, fue la avaricia bancaria. El desplome de Lehman Brothers fue el detonante para que cayera todo el castillo de naipes en que había degenerado la banca tradicional con la multiplicación de 'productos tóxicos' diseñados ex profeso para engañar a la gente. Por cierto, uno de sus hombres clave en Europa y Director en España y Portugal fue, qué casualidad, Luis de Guindos, ministro de Economía con Rajoy y ahora vicepresidente del BCE.
La gente engañada, aparte de haber sido saqueada, tuvo que hacerse cargo de ayudar a la banca para sanear sus cuentas y hacerla saludable y devolverle el apetito para que volviera a generar confianza y a ganar dinero, que es lo suyo.
Los 'bichitos' neoliberales, o iliberales, o gamberros irremediables, fueron saliendo del agujero negro en que por propios méritos se habían metido ellos solitos. Así, tanto la banca como las grandes empresas se hicieron más ricas que antes; y la clase media y la baja de siempre, se hicieron más pobres.
A su vez la receta del 'rigor' alemán, pero no solo alemán, impuso las llamadas 'reformas estructurales'. Tras esta jerga 'tecnocrática' lo que se encierra es el objetivo de subvertir el orden constitucional de Europa que se plasma en el Estado del Bienestar. El Estado Social – ideado por los socialistas utópicos y puesto en marcha con la sana intención de evitar revoluciones por el canciller Bismark- molesta porque es ese un pastel que quiere para sí solo el sector privado... dependiente de poderosas multinacionales a su vez emparentadas con las distintas ramas, o ruletas, del capitalismo de casino.
En las manifestaciones de la 'tercera edad' – como la define la CE78- no hay ninguna duda de qué hacer para que el sistema de pensiones sea sostenible: "Como diría Rajoy – se cachondea un profesor - lo primero que hay que hacer es sostenerlo". Y este es un buen momento para que la banca y los oligopolios de este país empiecen a devolverle el favor que le hicieron estos pensionistas, y los que lo serán en los próximos años. Ayer por ti, hoy por mí. Ninguno de los favorecidos y sobre-enriquecidos por los dramáticos ajustes, muchos de ellos de una enorme crueldad, como el desprecio a la ley de dependencia, está en riesgo de quiebra, ni por supuesto de pobreza. No es una insensatez que una parte de la 'prima de enriquecimiento' de las grandes empresas y de la industria financiera sea reclamada por el Estado para compensar a los que han constituido el verdadero sostén de la economía nacional.
Este comportamiento, que sería lo justo y lo recomendable desde el punto de vista constitucional – lean, lean la Constitución, y no solo por el forro...- es el absoluto contrapunto a la regla que aplican tanto los beneficiarios del crac como sus peones camineros, que ignoran con despectiva arrogancia y soberbia los verdaderos problemas de las personas que no pertenecen a su círculo de privilegiados, casi siempre cooptados por afinidad de ambiciones y no por méritos en su trabajo por el interés general.
Hay ejemplos cabreantes. La 'jefa' del FMI, la francesa Christine Lagarde, que proponía bajar salarios en España un 10% mientras se subía un 11% el suyo. Como los banqueros ayudados, con alguna 'valerosa' excepción. Entre los considerados 'jetas de honor' en las pancartas se encontraba el sábado 17 el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, que confunde la función de su cargo, que no es precisamente ser 'ayuda de campo' de las termitas del Estado social.
En noviembre de 2016, en Gran Canaria, en el 'Foro Económico EPI- LA PROVINCIA', proclamaba que "hay que abandonar la idea de una subida generalizada de salarios". Para él no era problema. Según la web 'Sueldos Públicos' cobraba 176.481 euros al año.
Tampoco los banqueros parecen estar en su sano juicio al plantear que el coste del acceso básico al sistema financiero – o sea, el de los pobres- consecuencia de una directiva europea de 2014 cueste por comisión de mantenimiento 80 euros al año, cuando el aumento de las pensiones medias y bajas es de más o menos 1 euro al mes. ¿Eso no es pérdida del poder adquisitivo?
Es decir, que los pensionistas, aparte de perder cada año capacidad adquisitiva, porque el coste real de la vida es muy superior al incremento de 'beneficencia' que recibe, y de que la 'hucha' de sus pensiones sirva para respaldar otras inversiones sociales que deberían estar en las Cuentas Generales del Estado, ha de afrontar el coste de estos 80 euros al año, si el Gobierno no lo impide, además de los aumentos inaguantables en el recibo de la luz.
También saben los pensionistas que el 'Fondo de Reserva de la Seguridad Social' ha venido invirtiendo en la compra de Bonos del Tesoro, y eso está muy bien, lo hacen todos los fondos de pensiones para sacar rendimiento al capital acumulado; pero lo hacen donde se les garantice un mayor beneficio... y en España los 15.000 millones que quedan, invertidos en deuda publica española, tienen ¡intereses negativos!. Como medida para dar confianza a 'los mercados' puede ser buena, pero se hace a costa del fondo de las pensiones; por lo tanto es el Estado quien anualmente debería compensar la rentabilidad que se ha dejado de ganar por lo que no deja de ser un maquillaje financiero.
Ahora la solución está en la natalidad, y cómo no, en crear empleo. Las españolas, y los españoles en la parte alícuota que les toca, deben tener más hijos. De repente el liberalismo patrio está descubriendo lo que ya se viene demandando por los expertos desde hace décadas. Los países desarrollados van envejeciendo sin pausa.
En su día estos mismos conversos tacharon de ocurrencia el 'cheque bebé' de Rodríguez Zapatero, que no venía a ser sino una copia de lo que ya se practicaba en el Norte de Europa. En España, incluso, las viviendas VPO cumplían esta función de incentivar la creación de familias... pero entre que eran un negocio muy goloso para el 'buitreo' o el discurso en modo camuflaje de que había que promover el alquiler, han ido perdiendo fuelle. Fríamente, con crueldad y desparpajo, ninguneado la Constitución y engañando a la ciudadanía.
Y lo del empleo es una media verdad: si se crea empleo indefinido con salarios dignos, eso sí repercute positivamente en las cotizaciones; pero si lo que se fomenta es el empleo basura con sueldos miserables, eso no vale para mantener las pensiones.
Es verdad que el problema de las pensiones es muy complejo; por eso, lo primero que hay que hacer es que su solución no esté en manos de los tontos, los incompetentes o los lobos disfrazados de pacíficos corderos.
Las acusaciones de que detrás de las protestas están los partidos de la oposición son ganas de desviar la atención de la verdad con una explicación 'alternativa' modelo Trump. Sin embargo, quien las ha atizado es el Gobierno.
Hasta ahora los pensionistas han sido uno de los grandes graneros de voto de un PP que los tenía enamorados. "Pero cuando el amor mata de hambre y frío..." se disculpa sonriente un viejo fraguista grancanario nada dado a manifestaciones y rebumbios, mientras camina con su esposa rodeado de banderolas de UGT y CCOO.
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