Los excesos de un ministro, nuevo escándalo para el Gobierno de Macron
El titular de Transición Ecológica ha sido señalado por comilonas con langosta con dinero público y una reforma millonaria en su piso oficial, entre otros deslices
Emmanuel Macron no gana para disgustos. Otra vez su propio equipo dándole dolores de cabeza. Esta vez, la crisis que aborda el gabinete del presidente de Francia tiene que ver con el ministro de la Transición Ecológica, François de Rugy, que ha sido denunciado por el diario digital Mediapart por prácticas digamos que poco edificantes.
En una serie de artículos que han visto la luz a lo largo de la semana, se han desvelado cenas de alto copete, pagadas supuestamente con dinero público, que el ahora ministro disfrutó con sus amigos y colaboradores cuando era presidente de la Asamblea Nacional de Francia. Eran cenas a base de langosta y de vinos caros (Château Mouton Rothschild, para los entendidos; para los que no lo sean: la botella vale de 500 euros para arriba), según se ve en las fotos que ilustran la información.
El ministro se ha defendido diciendo que no se trataba de cenas particulares, con amigos, sino encuentros de trabajo, pero el diario insiste en que fueron invitados muchos amigos y familiares de De Rugy y de su esposa, conocida periodista del corazón. Y que fueron, al menos, una decena de cenas a todo tren, incluyendo una de San Valentín, para dos, con pétalos de rosas y todo.
En otro de los artículos, el medio contó que De Rugy también habría empleado 63.000 euros de todos los contribuyentes en arreglar el Hotel de Lassay, el palacete que sirve de residencia a los presidentes de la Cámara Baja, que se le asignó al llegar al cargo. En este caso, el político no ha negado la obra, sino que la ha justificado: sostiene que el apartamento lo encontró en un estado “vetusto”, sin tocar desde hacía 15 años. Por eso se cambiaron la pintura, el parquet, las moquetas y los baños.
Mediapart, que desde luego cuenta con importantes gargantas profundas en esta cobertura y que está especializado en periodismo de denuncia, ha publicado las fotos del piso y humilde no parece. Además, detalla que del coste total de la reforma, 17.000 euros se destinaron a un vestidor.
La polémica tiene, por ahora, hasta una tercera entrega. Lo último que se ha sabido es que De Rugy ha tenido que despedir a su jefa de gabinete, Nicole Klein, por mantener durante 12 años una vivienda social en París pese a no residir con regularidad en la capital. Pagaba apenas 600 euros por ella.
El Gobierno de Macron ha abierto ya una investigación y De Rugy se ha comprometido a pagar hasta el último euro, si se demuestra que hubo gastos injustificados. En las entrevistas de estos días defiende que vive con “transparencia” y con afán de “servicio público”.