Los desfalcos más descarados de Fèlix Millet

Los desfalcos más descarados de Fèlix Millet

9 años de prisión para el exdirector del Palau de la Música.

EFE

Su madre le llamaba Bitxitu (bichito, en su traducción) y durante más de 30 años fue el "señor Millet", uno de los prohombres de la sociedad barcelonesa. A partir de 2009, sin embargo, los catalanes empezaron a llamarle Fèlix Bitllet, aludiendo a su querencia por los billetes de 500 euros. Fèlix Millet i Tusell (Barcelona, 1935) ha sido condenado ahora con nueve años de cárcel por haber vaciado las arcas del Palau de la Música, una de las instituciones con más solera en Cataluña que cuenta con una parte de capital público.

Según la investigación, él y su lugarteniente Jordi Montull desviaron casi 23 millones de euros hasta 2009, momento en el que Millet, acorralado por la investigación judicial, confesó haberse apropiado de 3,3 millones de la entidad. La Fiscalía pide 27 años de prisión para ambos por delitos de malversación de caudales públicos, falsedad en documento mercantil y apropiación indebida, entre otros.

En el proceso que ha concluido este lunes con la sentencia, no obstante, se juzga mucho más que a Fèlix Millet. Se juzga una época en la que unas pocas familias catalanas se repartían cargos y favores entre sí. Al mismo tiempo, el famoso 3% de CDC -hoy PDeCat- llega por fin a los tribunales: según la Fiscalía Anticorrupción, CDC utilizó el Palau de la Música para canalizar comisiones a cambio de adjudicaciones de obra pública. Un macroproceso que se alargará hasta junio y en el que hay 19 acusados y 79 testigos.

La historia de Fèlix Millet es la de un hombre que llegó a creerse por encima del bien y del mal. Proveniente de una de las familias más poderosas de Cataluña, su tío abuelo fue uno de los impulsores del Palau de la Música y su padre fue un destacado financiero que cofundó Òmnium Cultural, la entidad sin ánimo de lucro en Cataluña que cuenta con más socios después del Barça. Su hermano Xavier, íntimo de Jordi Pujol, fue el candidato de CDC a la alcaldía de Barcelona en las primeras elecciones democráticas. Durante sus más de 30 años al frente del Palau, Millet fue acumulando reconocimientos -la llave de Barcelona, la cruz de Sant Jordi...- y altos cargos en otras entidades relevantes. A su vez, fue apropiándose del dinero del Palau de la Música con un descaro propio del que se cree inmune. Estos son algunos de las principales desfalcos que recoge la investigación y que ilustran la dimensión de Fèlix Bitllet.

Para las bodas de sus dos hijas, Laila y Clara, Millet decidió ir a lo grande. Desmontó la platea del Palau de la Música para transformarla en una inmensa sala de banquetes. El servicio de prensa del Palau se encargó de convocar a los medios de comunicación, a pesar de que el acto no tenía nada que ver con la entidad. A los enlaces acudieron la flor y nata de la sociedad catalana: desde los más importantes empresarios hasta destacados miembros de CDC, pasando por la entonces delegada del Gobierno en Cataluña.

Pagó la boda de sus hijas con dinero del Palau, pero pidió a sus consuegros que sufragaran una parte diciendo que todo había salido de su bolsillo

Millet no sólo decidió que fuera el Palau de la Música quien sufragara los 200.000 euros que costaron las dos bodas. Fue un poco más allá y le pidió a sus consuegros que le pagaran la mitad de esos costes, asegurándoles que todo lo había pagado de su bolsillo. Años después, Millet justificó ante el juez el uso del Palau para esas bodas: "Debíamos mostrar a la sociedad civil catalana el edificio después de las obras de reforma que se hicieron".

Poco tiempo después de ser nombrado presidente, Millet mandó renovar el mobiliario de su despacho en el Palau de la Música. Cambió mesas, sillas, estanterías y cargó -por supuesto- los nuevos muebles al presupuesto del Palau. Lo que nadie sabía en ese momento era que todos esos muebles "nuevos" que Millet cobró al Palau pertenecían a un antiguo despacho suyo.

  Fèlix Millet, junto a Iñaki Urdangarín en 2005GTRES

El delirio de Millet le llevó a construirse, en su mansión de L'Ametlla del Vallès, una reproducción a escala del Palau de la Música. Su pequeño Palau cuenta con un auditorio cuyo sótano alberga un gimnasio y una piscina climatizada. Un constructor reconoció ante el juez que Jordi Montull, el segundo de Millet, le emplazó a cargar al Palau el coste de esas obras, que ascendían a 910.638 euros. Los dirigentes del Palau aseguraron a los constructores que esa era una manera de "complementar" el sueldo de Millet y Montull al frente de la entidad.

Millet no sólo consideraba que el Palau debía pagarle las grandes obras de su mansión. Llegó un punto en el cargaba a la institución cualquier gasto que se pueda imaginar, por pequeño que sea. Según un informe de los Mossos d'Esquadra, el otrora presidente del Palau cargó a la entidad la instalación de una alarma antirobos, el montaje de un sistema de vídeo y de un riego automático e incluso los canales de televisión de pago. También consideró que el Palau debía pagarle un flotador para su piscina, la reparación de una máquina de café o el pulimento del mármol de un lavabo.

El Palau pagó un flotador para su piscina, un pulimiento del mármol de un lavabo o la reparación de una máquina de café

Cuando Millet quería cambiar de aires, se permitía lujosos viajes a los mejores hoteles de las Maldivas, Dubai, Polinesia y Camboya. Esos viajes le costaron al Palau más de 200.000 euros.

Uno de los aspectos que hizo despertar las suspicacias de la Agencia Tributaria fue comprobar que de las cuentas del Palau salían importantes cantidades de dinero en billetes de 500 euros. Parece que los billetes lilas eran los favoritos de Millet. Cuando los Mossos registraron su domicilio, en julio de 2012, encontraron 43.000 euros en esos billetes. Según publicó El Periódico, Millet incluso se atrevía a pagar desayunos en el bar de su pueblo con estos billetes. "No sabía que le estaba ayudando a blanquear dinero", declaró el camarero del bar.

En 2015, Millet pasó 21 días en prisión provisional por las supuestas irregularidades en la construcción de un hotel junto al Palau de la Música, un caso por el que finalmente fue absuelto por el Tribunal Supremo. Para combatir el aburrimiento de esas tres semanas, adquirió en el economato de la prisión de Brians 2 una televisión de 150 euros. Las televisiones que se venden en la cárcel son aparatos muy rudimentarios, con la parte posterior sin carcasa para evitar que los presos escondan cosas en su interior. En las prisiones hay una ley no escrita que dice que, una vez se abandona el centro, la televisión se cede a los internos que permanecen entre rejas. Según publicó El País ese no fue el caso de Millet, que optó por llevarse a su mansión la televisión que compró en el economato de la cárcel.