Los bancos de desarrollo son la base para construir un mundo mejor después del covid
Estas entidades han decidido actuar juntas y poner al servicio del mundo (mejor) que vendrá, todos sus recursos y conocimientos con una gran alianza mundial.
La función principal de los bancos de desarrollo es financiar programas y proyectos que para la banca comercial pueden no ser convenientes o rentables. El desarrollo, en su acepción más genérica, es todo lo que contribuya a mejorar el bienestar y la calidad de vida de las personas.
El mandato de los bancos de desarrollo abarca, por tanto, prácticamente todos los aspectos de la vida en sociedad. Desde escuelas y acueductos, hasta carreteras, puertos, instalaciones eléctricas, pero también educación y salud, entre muchas otras.
Estas necesidades, y la manera de satisfacerlas, enfrentan dos importantes desafíos. Uno, evidente e inmediato, es la crisis generada por la pandemia de covid 19, y su enorme impacto económico.
Si hablamos solo de los efectos económicos del covid, el Fondo Monetario Internacional calcula que la contracción económica mundial fue cercana al 4,4%, la peor caída desde la Gran Depresión de 1930.
Y aunque ya se vislumbran signos positivos —sobre todo hacia la segunda mitad del año— la economista jefe del FMI, Gita Gopinath, advirtió que el ascenso va a ser “largo, desigual e incierto” para muchos países.
Transitar ese camino es un esfuerzo que demanda grandes cantidades de inversión. Un caudal de fondos que debe venir de todos los sectores, por supuesto, pero al que los bancos de desarrollo pueden contribuir con ventaja.
El otro desafío nos acompaña desde hace tiempo. Pero no por eso es menos apremiante. Me refiero, por supuesto, al cambio climático y a sus efectos en todas las áreas de la actividad humana. Incluso como potencial desencadenante de futuras nuevas pandemias.
Y aunque el reto es enorme y el tiempo no juega a nuestro favor, hay algunas buenas noticias. Una de ellas es que el costo de mitigar el cambio climático y sus efectos, aunque alto, es mucho menor que el de no hacer nada.
Echo mano nuevamente a las cifras del FMI, que estima que “entre 2037 y 2050, la estrategia de mitigación (de los efectos del cambio climático) costaría al PIB mundial aproximadamente un 0,7% anual en promedio y 1,1% en 2050”.
Sin embargo, señala el mismo documento, “estos costos parecen razonables si se considera que la proyección de crecimiento del producto mundial de ahora a 2050 es del 120%”.
El financiamiento de los bancos de desarrollo, en condiciones ventajosas y con un enfoque claramente centrado en el bienestar y la calidad de vida de las personas, tienen que ser el combustible de este esfuerzo.
Además de ser parte fundamental de esta reconstrucción, los bancos de desarrollo han decidido actuar juntos y poner al servicio del mundo (mejor) que vendrá, todos sus recursos y conocimientos con una gran alianza mundial.
La alianza nació en París a finales del año pasado, pero, a diferencia de otras grandes citas globales, de esta cumbre salieron compromisos específicos, plazos claramente establecidos y objetivos claros, con la lucha contra el cambio climático como eje principal.
Uno de esos objetivos es que en cada una de las regiones del mundo, los bancos de desarrollo construyan alianzas estratégicas, y así sumen fuerzas, pero también poder de financiamiento y talentos para ponerlos al servicio de las necesidades más importantes en su área de influencia.
Fue así como hace unas semanas nació la Alianza de Bancos Subnacionales de Desarrollo en América Latina, como resultado de la colaboración de la Agencia Francesa de Desarrollo, el Banco de Desarrollo de Minas Gerais, FMDV —fondo mundial para el desarrollo de las ciudades— y el Instituto de Desarrollo Sustentable y Relaciones Internacionales (IDDRI).
El término subnacional aplica a las entidades que operan a nivel de estados, departamentos o provincias. Los bancos subnacionales de desarrollo son, por lo tanto, los que están más cerca de las necesidades específicas de las personas de una determinada región y son por tanto quienes conocen de primera mano los problemas que tienen y las mejores formas de resolverlos.
Esta suma de recursos de todo tipo, consolida a estos bancos subnacionales y eleva su perfil en el panorama financiero regional ante instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo, CAF Banco de Desarrollo y Fonplata Banco de Desarrollo, entre otros.
La alianza es una buena noticia. Y el compromiso de más de 450 bancos de desarrollo para enfrentar juntos nuestros problemas comunes también lo es. Especialmente, cuando se pone el foco en mitigar los efectos del cambio climático.
El acuerdo de los bancos subnacionales está motivado por la misma aspiración. De estos esfuerzos, estoy seguro, saldrán muchos de los recursos y las buenas ideas que necesitamos para construir un mundo mejor.