Los alquileres en España: un debate sin datos
La demanda de vivienda sigue creciendo, mientras la oferta sigue limitada desde la burbuja inmobiliaria y el parque público se sitúa a la cola de la Unión Europea.
En las últimas semanas, el debate de los alquileres, así como su hipotética regulación, ha ganado gran relevancia en el país. Siendo una promesa electoral de Unidas Podemos, el Gobierno, así como todos los economistas en el país, debatían esta misma semana, sobre los pros y los contras de esta regulación. Un debate del que se extrae una política que, atendiendo a la literatura existente, presenta tantas luces como sombras en su aplicación.
Como sabemos, muchos economistas han escogido el caso de San Francisco o Nueva York para estudiar esta regulación a fondo. Otros académicos europeos escogían los países nórdicos para estudiar los efectos de esta regulación en ellos. Todo ello, a la vez que el Gobierno centraba su atención en la ciudad de Berlín, así como en la reciente regulación, a priori exitosa, de los alquileres en suelo alemán. Sin embargo, pese a que se han estudiado los casos a fondo, lo cierto es que, en su mayoría y como siempre han defendido los economistas, esta regulación ha fallado. Pues, hasta la fecha y salvaguardando determinadas posturas neoclásicas, el libre mercado ha sido la vía preferida por los economistas para que se realice esta asignación.
El hecho de que la aplicación de esta regulación haya tenido un mejor efecto en el caso de Berlín que el de Nueva York no nubla las advertencias que emite el Banco de España sobre los riesgos que presentan estas políticas. Ya que, si atendemos a estas advertencias que citamos, lo que se observa es que, pese al éxito en el corto plazo de algunas medidas como las aplicadas en Berlín, lo cierto es que todas estas, en el medio y largo plazo, dejan unos efectos negativos que acaban empeorando aun más la situación. En este sentido, una política que, con el paso del tiempo, acaba limitando aun más la oferta, tensionando más núcleos de vivienda, a la vez que se siguen encareciendo los precios a los que se ofertan estas mismas viviendas.
Así pues, España es un país que presenta un claro problema de vivienda, pero no queremos entender que ese problema debe solventarse por el lado de la oferta, y no, como dicen determinados gobernantes, por el lado de la demanda. Las principales empresas del sector y los economistas han hablado sobre lo ocurrido en el país, y todos presentan la misma receta: incrementar una oferta muy limitada desde hace años. Pues, con los datos de CBRE en la mano, en España, la construcción de viviendas nuevas entre 2013 y 2018 representa únicamente el 15% de las construidas durante la franja 1991-1999. Además, según datos oficiales, los visados de obra nueva permitidos hoy en día rondan las 100.000 licencias, mientras que en 2006 las licencias emitidas superaban la friolera cifra de 700.000 permisos.
Teniendo en cuenta que la demanda existente en España de viviendas al año oscila entre las 120.000 y las 140.000 viviendas, lo que muestra esta oferta es que hay un claro déficit respecto a la demanda. Hablamos de una demanda creciente, pues cada día son más los ciudadanos que, ante la elevada tasa de paro en el país y el efecto capital que posee Madrid, se mudan a la capital española en búsqueda de oportunidades, y como es de esperar, de una vivienda. Una vivienda que, ante esa limitación en el incremento de la oferta y la avalancha de ciudadanos que se desplazan a esta urbe, sufre un encarecimiento en el precio.
Además, a esto debemos sumarle el hecho de que cada día son más los ciudadanos que viven en alquiler. La falta de acceso por parte del colectivo juvenil a la compra de vivienda, el deterioro que han vivido las rentas en los últimos años, así como otros factores, han hecho que, mientras en 2005, el 13% de la población vivía de alquiler, en 2020, el número de personas viviendo de alquiler se dispare hasta superar el 22%. Como vemos, una demanda que, como decíamos, se muestra muy creciente. Y todo ello, sin aumentar una oferta que, como muestran todos los datos en los distintos contrastes que pueden hacerse, sigue ensanchando y dificultando esta problemática.
En resumen, ni Blackstone, con un escaso 1% de las viviendas en alquiler en el país –3% en Madrid–, ni los grandes tenedores, ni ningún otro elemento capitalista es el culpable de este incremento en los precios, puesto que no presentan un poder de mercado preocupante. El culpable del incremento de los precios es el Estado, por limitar la oferta como la han limitado. Pues, hasta en materia de vivienda pública, con un 2,5% del total frente al 10% que presenta la media europea, España presenta, al igual que en los otros indicadores ojeados, una menor oferta que el resto de los países europeos. En definitiva, hablamos de un debate en el que el socio de Gobierno del partido morado debería centrar más su atención en los datos que en su discurso.