Lo que no se escuchó en el debate: los detalles en la ropa y los gestos de los candidatos
La tensión se palpaba en sus caras.
″¿Lo oyen? Es el silencio”, decía Albert Rivera en su minuto de oro. ¿Lo ven? Son sus corbatas, sus gestos o sus manos los que nos cuentan mucho más de lo que parece. No ha sido precisamente un camino de rosas el que ha precedido a este debate a cuatro en RTVE. Parecía que no iba a suceder, pero llegó con la resaca de Semana Santa y con él los cuatro candidatos juntos frente a las cámaras de la televisión pública. Un debate decisivo en el que Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias y Albert Rivera intentaron conquistar al más de 40% de ciudadanos indecisos que todavía no tienen claro su voto.
Y en esa decisión no solo importan las palabras y el mensaje, también cómo se dice y la presencia y lo que desvelan con lo que visten. Lo explicaba el experto en imagen y comunicación Jorge Santiago en una entrevista con El HuffPost en la que aseguraba que “es muy importante en la percepción”. Los candidatos y sus equipos lo saben, y cada prenda, cada color y cada complemento está cuidado al milímetro. Nada es casual.
El primero en llegar, con sonrisa permanente, ha sido Pablo Casado. Lo ha hecho mucho más relajado que Albert Rivera, que llegó a Prado del Rey con un par de minutos de retraso y algo incómodo. El candidato de ciudadanos posó ante las cámaras algo nervioso, rígido y con los puños apretados. Tampoco el presidente del Gobierno Pedro Sánchez llegó excesivamente tranquilo, aunque según él “con ganas de debate”. Algo que cualquiera diría teniendo en cuenta el viacrucis que ha precedido a este acontecimiento. Más relajado ha posado Pablo Iglesias, que llegó con abrigo puesto y la mano en el bolsillo.
En la foto de familia al llegar a plató más de lo mismo: todos los candidatos relativamente sosegados, excepto Rivera, que seguía apretando los puños. Y después retoques, últimos apuntes de los asesores y polvos de sol. Pero vamos uno a uno, desgranando lo que contaron con sus prendas y sus gestos.
De pleno en su rol de presidente, no de candidato. Con un traje azul oscuro, bien cortado y clásico. Sin riesgos, como ha intentado moverse durante toda la campaña. Para esta noche Sánchez se alejó de la tradicional corbata roja símbolo del socialismo y de la izquierda, y apostó por una en tono granate, con ciertos subtonos en morado. ¿Un guiño a las mujeres que se manifestaron el pasado 8 de marzo? También dejó en el armario la camisa blanca que hizo su uniforme cuando era secretario general del PSOE y lució una en azul cielo.
El presidente se mantuvo sereno y evitó el debate bronco. A veces parecía que le faltaba fuelle, pero tuvo un par de momentos muy claros cuando recordó a Pablo Casado que “No es No” y que el “vientre de la mujer no es un taxi”.
Sánchez fue de menos a más, de intentar pasar desapercibido a resistir y responder los ataques de Rivera y Casado. Y sin despeinarse y perder la postura.
El secretario general del Partido Popular, aficionado a los tonos cálidos también apostó esta vez por una camisa celeste, corbata y americana azules y pantalón gris marengo: algo arrugado, como si hubiera salido de casa con prisa. Casado no perdió la sonrisa en ningún momento del debate y empezó su intervención con gestos amplios, exagerados y azuzando a Sánchez.
El candidato popular iba preparado: con frases como “cuando entra el PSOE por la puerta, el empleo sale por la ventana,”, y con gráficos, muchos gráficos. Los expuso como si fuera el alumno más aplicado de la clase y evitó la confrontación con el resto de candidatos.
Casado dejó el lenguaje agresivo de la campaña electoral fuera del plató y se enzarzó poco. Los planos generales hablaban por si solos: el resto de candidatos debatiendo, gesticulando, negando o asintiendo, y Pablo Casado en una esquina sonriendo.
Que Albert Rivera mira a Macron no es un secreto y para el debate en RTVE también ha mirado al armario del presidente francés. Traje y corbata azul marinos y camisa blanca. Muy sobrio, salvo por la pulsera de goma naranja, y, al comienzo de la noche, muy maquillado. Es conocido que el candidato naranja es fan de Kennedy, ¿habrá intentado emular ese debate que se dice se ganó por un bronceado?
Rivera también llevaba papeles. Y fotografías. El candidato de ciudadanos pasó buena parte del debate con una foto de Sánchez y Torra en su atril, mientras gesticulaba incesantemente ante cada alusión de sus contrincantes. Terminaba más eufórico que nervioso Rivera, que se ha enfrentado con todos y le ha comido el terreno a Pablo Casado, con una hiperbólica intervención con una oda al silencio.
En cuanto Iglesias apareció en cámara, muchos —entre ellos Carmen Lomana— no tardaron en acudir a las redes sociales para preguntar por qué nadie le había prestado un traje al candidato de Unidas Podemos. Las prendas que eligió para ir al debate no fueron una sorpresa, chinos beige y camisa azul, son un seña de identidad, el salirse de la norma del político tradicional del siglo XX. Lo raro habría sido lo contrario.
El gran complemento de Iglesias no fue su clásica coleta, fue la constitución. El candidato morado se la sacó del bolsillo y leyó unos cuantos artículos reclamando a sus compañeros de debate el cumplimiento de varios artículos. Se mantuvo fiel a su estilo incisivo y se movió con naturalidad.
Mucho azul y pocas broncas en este partido de ida del debate electoral, ¿qué pasara mañana?