Esto es lo peor que puedes hacer si comes fuera durante la pandemia
Los clientes maleducados nunca han sido tan peligrosos como en tiempos de coronavirus.
Tratar con clientes maleducados es una parte intrínseca de la hostelería. Sin embargo, esta clase de clientes nunca han sido tan peligrosos como ahora, en plena pandemia.
Los restaurantes de todo el mundo se han visto obligados a cerrar o a operar con servicios reducidos y restricciones para cumplir con las medidas de seguridad impuestas para frenar el avance del coronavirus, pero son demasiados los trabajadores de este sector que se quejan del comportamiento de los clientes.
“La lista de malos comportamientos es interminable”, denuncia Rachel Elena Bessman, escritora y camarera. “Es increíble la falta de empatía de muchos clientes a los que les da igual la salud de los trabajadores”.
Empleados como Bessman están poniendo en juego su salud para ayudar a mantener una cierta sensación de normalidad en la población y, pese a ello, tienen que soportar las mismas impertinencias de siempre y otras nuevas.
“La gente no entiende que estamos haciendo lo que podemos. Nos estamos esforzando muchísimo. Nunca antes en mis 13 años como camarera me había dejado la piel tanto como ahora para que todos los clientes estén bien atendidos. Pero nadie nos ayuda a que esto salga adelante”, lamenta.
Estas son esas nuevas impertinencias a las que se refieren Bessman y otros camareros:
“Nos lavamos las manos unas 30 veces durante nuestro turno y desinfectamos cada mesa antes de que se sienten nuevos clientes. Nos tomamos la temperatura con regularidad, nos hacen pruebas al menor síntoma compatible con coronavirus y pasamos 11 horas seguidas con la mascarilla puesta. Lo mínimo que puedes hacer es dejártela tú también puesta durante los dos minutos que paso en tu mesa”. ― Cambryn Hunter.
“Atiendo a una cantidad obscena de adultos que tienen pataletas infantiles cuando les pedimos que lleven la mascarilla aunque solo vayan a estar un par de minutos dentro del restaurante. También están esos adultos que la llevan y se la bajan cuando van a hablar. ¿¡Qué sentido tiene eso!?”. ― Mia Mainville.
“En general la gente sabe que debe llevar puesta la mascarilla, pero hay personas que se la bajan o directamente se la quitan cuando piden y lo justifican diciendo que solo van a estar un minuto en el restaurante. No me paso yo cinco horas seguidas llevando la mascarilla, con las gafas empañadas y con las gomas cortándome las orejas para que vengas tú a quejarte por llevarla puesta un minuto. Y subirte la camiseta hasta la nariz o taparte con la mano no cuenta”. ― Darron Cardosa, camarero y bloguero de The Bitchy Waiter.
“Mucha gente entra y se sienta donde le apetece, a veces en mesas que aún no se han desinfectado después de su último uso o en mesas que están muy cerca de otros clientes. Cuando les pides que se muevan a otra mesa, se enfadan. Ojalá tuvieran más paciencia y compasión, y no solo en bares y restaurantes, sino en todas partes. Está siendo una época dura para todo el mundo”. ― Allie, camarera.
“Algo que me molesta mucho es cuando los clientes son muy ruidosos y hablan en voz alta, ya que eso expulsa más gérmenes y en un radio mayor. También me molesta cuando me hablan sin mascarilla y me tosen o me sueltan un perdigón, o cuando pagan con tarjeta y en vez de pasarla por la máquina, me la dan a mí para que lo haga yo”. ― Nicholas Prince.
5. Quejarte porque no tienen todos los platos de la carta
“Quizás no puedas pedir todo lo que hay en la carta porque en la cocina andamos muy limitados. No lo hacemos por maldad, solo hacemos lo posible con las normas que imponen los gobiernos y con el presupuesto limitado que tenemos durante la pandemia”. ― Ambrose.
“Esta me hace mucha gracia. Trabajo en un restaurante de sushi y mucha gente no se da cuenta de lo ridículo que es quejarse porque no tenemos ciertos pescados que solo podemos importar de Japón. Ponen malas caras y actúan como si fuera decisión nuestra quedarnos sin suministros. Lo que sí que ha sido decisión nuestra es servirte pescado fresco en vez de pescado pasado de fecha”. ― Bessman.
“Estamos encantados de que muchas personas decidan apoyar a sus restaurantes y bares locales, pero ya que tenemos aforo reducido, las mesas son ahora más valiosas que nunca. Cuando un cliente termina de comer, estaría bien que se diera cuenta de que hay gente esperando y que si no libera la mesa, vamos a perder aún más ingresos. Quedarte media hora en la mesa después de pagar la cuenta implica pérdidas para todo el restaurante. Come, da las gracias y déjale tu sitio a quienes vengan después”. ― Cardosa.
“La gente se queja porque no ponemos sal, pimienta y salsas en la mesa como antes. Ahora, tenemos que desinfectar los recipientes y dejárselos solamente a quienes los necesitan cuando los piden”. ― Allie.
“Algunos clientes tratan a los camareros como si no fueran personas. ‘¿Por qué tenemos que llevar la mascarilla, si estamos solos?’, es una queja que solemos oír cuando hay más trabajadores que clientes”. ― Speed.
“También es muy común que nos pidan que nos quitemos la mascarilla para vernos la cara, sobre todo a las camareras. No solo nos pides que pongamos nuestra salud en peligro, sino que también nos acosan”. ― Ambrose.
“Los camareros y los restaurantes no tenemos nada que ver con las decisiones que toman los que gobiernan, pero los clientes lo pagan con nosotros. No nos hace ilusión poner tantas restricciones en nuestro servicio, pero tenemos que acatar la ley para mantener el negocio. Por favor, no nos grites”. ― Cardosa
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.