Lo peor del año televisivo, el suicidio de Verónica Forqué y la NO respuesta de TVE

Pasado el revuelo de las primeras semanas y con todo más reposado, allá voy.  El suicidio de Verónica Forqué ha sido sin duda uno de los asuntos más tristes del año. ¿Por qué lo vinculo a la televisión? Bueno, por razones obvias: ahí están los insultos, los ataques, las descalificaciones que llegaron a las redes (incluidas las suyas) tras sus apariciones perfectamente orquestadas en el concurso MasterChef Celebrity, de TVE. ¿Fue el programa responsable de su muerte? NO, evidentemente. ¿Hizo el espacio un uso inapropiado de sus intervenciones, de sus desmesuras? Sí, sin duda.

Verónica acudió porque quiso, por supuesto. Nadie la obligó, nadie la convenció, nadie la manipuló. En el programa se mostró todo lo libre que uno puede mostrarse en esos formatos. Recordemos que siempre hay un redactor detrás de ti para guiarte, para insinuarte más o menos lo que debes decir, para alertarte si estás siendo poco gracioso, o poco punzante, o poco dicharachero, para ayudarte en el juego. Porque de eso se trata, ¿no?, de jugar.

Luego ya, en el montaje, tú no estás. Tú has dejado allí en el plató tu corazón y tus salidas de tono, tus desvaríos, si los tenías, tus malos momentos (sean estos reales o fingidos). Te marchas a tu casa. No ves el programa, que se emite tres meses después de que te marcharas, porque no lo quieres ver, porque no estás demasiado bien de salud (no mental ni física, porque va unido), pero sigues las redes… Y ahí es imposible que no te vengas abajo, por mucha piel de rinoceronte que tengas, por mucha capacidad para reírte de ti misma.

Los que sabemos quién era Verónica Forqué, los que la teníamos en el imaginario como una actriz respetadísima, incontestable, que forma parte del mejor panorama de ficción propia, estábamos estupefactos ante lo que mostraba de ella el programa. Pero yo estoy casi segura que el 98% de los imbéciles que la insultaron en redes, que la machacaron, que la ridiculizaron, que la vilipendiaron no sabían quién era Verónica, no sabían de su buen hacer como actriz, de su pasado importante tanto en el cine como en la televisión, de su carisma, de su bondad, de su alegría, de su vitalidad.

Para ellos era simplemente la loca de la tele, la perturbada, la histérica, la histriónica, esa tía que nadie había visto desde hacia años en la ficción. Y contra ella, contra ese personaje recreado por el programa, que nada les importaba, se ensañaron.

Y yo puedo imaginarme a una Verónica Forqué, cuatro meses después de abandonar el programa, ya un poco mal de salud, débil, frágil, triste, alicaída, leyendo esas barbaridades…

Hace unos días, una amiga mía actriz, muy amiga de Verónica y absolutamente desolada tras su muerte, me hizo la siguiente reflexión. “A mí me parece triste e increíble que dos de las mejores actrices de este país, Verónica y Victoria Abril, estuvieran en un concurso de televisión de este tipo en lugar de estar trabajando como actrices estupendas, que es lo que son”. Suscribo totalmente.

Lo esperable de TVE habría sido un “hemos tomado nota” (tal y como apuntó Carles Francino en La Ventana el día que hablamos sobre este asunto), una reflexión, un “activaremos mejores protocolos la próxima vez”. Como no llegaba les llamé, me pidieron que pasara mis preguntas por email (en fin), y eso hice. Aquí van las diez cuestiones que les hice llegar a los responsables de la cadena:

Y aquí va la respuesta de nuestra cadena pública:

“No vamos a hacer declaraciones ni entrevistas sobre este tema. RTVE lamenta profundamente la pérdida de Verónica Forqué. Homenajeamos a Verónica y la recordamos y recordaremos como la gran actriz que ha sido. Respetamos al máximo su memoria. La grabación del MasterChef Celebrity en la que participó Verónica se produjo hace ya tres meses. Lo único que pedimos es respeto a la memoria de esta gran actriz “

Así acabamos el año.