Las niñas del Aguaucho no están en el pozo donde los falangistas dijeron que las tiraron en 1936
En el lugar que sus asesinos marcaron, amenazando a todo el pueblo de Fuentes de Andalucía, sólo hay tierra, piedras y restos de animales.
Lo dijeron sus asesinos, pero era mentira. Las niñas del Aguaucho, las mujeres de entre 16 y 22 años de la localidad sevillana de Fuentes de Andalucía que fueron vejadas, violadas y ejecutadas por un grupo de falangistas en agosto de 1936, no están en el pozo donde los fascistas contaron que las tiraron tras destrozarlas. Lo gritaron por el pueblo, mientras se vanagloriaban de haber catado "carne fresca", luciendo en sus armas la ropa interior de sus víctimas. Su relato quedó para siempre en aquellas calles y ahora, 81 años después, cuando por fin se ha podido acceder al lugar maldito, no se ha encontrado ni rastro de las muchachas.
Según ha confirmado la dirección general de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, "el resultado de la intervención arqueológica, reclamada por los familiares de las víctimas y apoyada por la Asociación Memoria Histórica Fontaniega, confirma el objetivo de los represores con sus víctimas: la ocultación del delito y el intento de hacer desaparecer todo rastro de memoria".
Los trabajos arqueológicos comenzaron el pasado 9 de octubre, comandados por la especialista Elena Vera, pero tras dos semanas de labor han concluido con un golpe de realidad. En el punto del que todos los vecinos hablaban desde hace décadas no hay nada.
La administración autonómica explica que primero se localizó el pozo en el cortijo del Aguaucho, en la localidad de La Campana, vecina a Fuentes; eso ocurrió prácticamente en las primeras horas de las excavaciones, que cuentan con la ayuda de la Junta, los ayuntamientos de los dos municipios, la Asociación Memoria Histórica Fontaniega y el dueño particular del terreno.
Los arqueólogos han ido luego bajando hasta los 8,3 metros, haciendo un enorme cráter de una decena de metros, hasta la base del pozo. Lo que han encontrado es un estrato inicial con "materiales correspondientes al siglo XIX", es decir, anteriores al inicio de la Guerra Civil, que es cuando ocurrió el crimen. Luego, más cerca de la superficie, se han hallado capas de basura, restos óseos de animales y material de derribo del cortijo.
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Han localizado muchas piedras y mucha arena y tierra, pero por más que se ha repasado todo, nada tiene conexión con los cuerpos de las mujeres -cinco con seguridad, quizá nueve- asesinadas por participar en manifestaciones republicanas o quejarse de las condiciones abusivas de trabajo en el campo.
Es verdad que, desde el primer momento, las autoridades y los especialistas pedían prudencia, por los años pasados, porque los relatos que había eran orales, por los sentimientos que remueve una exhumación así, pero pese a todo el mazazo ha sido importante. Era mucha la esperanza entre los que sobrevivieron a aquellas muchachas y sus descendientes, mucho afán de justicia.
Ahora hay que redactar un informe final de los trabajos y esta misma semana habrá una reunión de todas las partes implicadas para saber qué pasos dar y tratar de ordenar las conclusiones. ¿Llegaron a estar alguna vez las chicas en el pozo y luego las trasladaron, como se ha especulado tantas veces con los restos del poeta granadino Federico García Lorca? ¿Fueron llevadas a fosas comunes de municipios próximos?
María León Becerril, de 22 años; Joaquina Lora Muñoz, de 18; María Jesús Caro González, también de 18; y las hermanas Josefa y Coral García Lora, la mayor de 18 y la pequeña, de apenas 16 años, pero también posiblemente Josefa González Miranda, de 18 años; María Caro Caro, de 35; Manuela Moreno Ayora, de 40; y otra hermana García Lora, Dolores, de 25 años, siguen esperando un enterramiento digno y en paz.