Las ideas para el dilema español en 2018 están en 1978
Ningún problema serio nace espontáneamente. La corrupción que se abate en el PP, pongamos por caso, no se sembró el otro día. La semilla se puso cuando gobernaba Aznar, no se olvide, "sin complejos". Pero esta evidencia no implica proclamar la santa o despistada inocencia de su sucesor al frente del Partido y de todas sus interioridades y exterioridades: Mariano Rajoy.
El actual presidente, casi podríamos decir que pre-cesante, no quiso atender a ninguna de las señales de alerta. ¿Cuántos desde fuera le dijeron que o una catarsis o el caos? La sentencia de la primera parte de la Gürtel se veía venir. Según las propias palabras del dirigente popular: "las cosas son como son". Pues ahí las tiene. Y faltan más partes y subpartes por ahora en los meandros de los juzgados, y que irán saliendo como los misterios dolorosos del rosario.
Lo verdaderamente grave no es el hecho en sí de las condenas, y en especial la que castiga al propio PP. Esto es grave, naturalmente, y muchísimo; pero hay más preocupaciones añadidas: el momento en que se produce, las circunstancias que vive España, el 'golpe' catalán perpetrado desde la Generalitat en manos separatistas, los golpistas a la fuga en Europa, algo impensable hasta que se comprobó que la excentricidad y el yoísmo de jueces belgas y alemanes se cargaba la euro-orden y el espacio común de justicia en la Unión Europea...Y una madeja territorial que está ideada por los brujos de las tribus descongeladas para destrozar el Estado tal como lo conocemos....
Ese es el verdadero desafío que España tiene por delante. No en un futuro muy lejano, no, para mañana, para la semana que viene, para el mes que viene...
La situación 'geoestratégica' es preocupante, y va a peor. Cataluña se ha instalado en el golpismo reciclado y permanente. El nuevo presidente, Quim Torra, es un mero mandado de Carles Puigdemont, y ya han dicho que ahora de lo que se trata es de consolidar y construir la República. Frente a esta situación no cabe otra alternativa que mantener la firmeza del Estado mientras la Constitución siga siendo la que es. Es decir, más 155 o lo que proceda para imponer la ley y el orden sin resquicios ni 'exquisiteces', que diría Corcuera.
Pero, paralelamente, en Baleares y en la Comunidad Valenciana agentes y franquicias locales de los golpistas catalanes, solos o con ayuda de las marcas de Podemos, y con la connivencia de aliados de los PSOE locales, están aplicando el programa ideado por Jordi Pujol para hacer irreversible un proceso cuyo objetivo final son 'los països catalans'.
En el norte peninsular, la disolución 'oficial' de ETA complica el panorama; todo el mundo pensaba que lo iba a simplificar, pero lo que ha hecho es introducir nuevos factores de riesgo. ETA fortalecerá a los partidos abertzales que siempre la han arropado en su lucha. Y es previsible que este nuevo impulso al independentismo cristiano-marxista- leninista vasco influya en el PNV, que para mantener su electorado y pescar en cardúmenes desgajados de la masa principal, virará otra vez, como en tantas anteriormente, hacia una radicalización dentro de su histórica ambigüedad.
El peneuvismo, tras una etapa de moderación pragmática, vuelve a sacar la patita del soberanismo: un 'nuevo' encaje territorial y toda esa dialéctica que envuelve en papel celofán, transparente a pesar de sus colores, rojo, azul, verde, lo que no es sino un programa rompe y rasga del modelo de Estado.
A su vez, si antes el conflicto estuvo circunscrito a las tres provincias vascongadas, hoy incluye al viejo Reino de Navarra, en el que ya gobierna una coalición entre el PNV y abertzales. La implantación del euskera, la proliferación de las banderas de Euskadi, el lavado de cerebro, etcétera, añaden renovadas amenazas.
A su vez, todo esto se complica con el potente resurgimiento de los populismos, tanto el encarnado en 'Podemos', como en sus aliados territoriales. Como denunció Carolina Bescansa, y eso le costó el ostracismo, Pablo Iglesias y el núcleo duro que le orbita hablan más para los independentistas que para España. Pero los conflictos internos se dirimen a mazazo de leninismo, y a decisión asamblearia- refrendataria, que ha entrado en una nueva dinámica que ha basculado desde lo populista a lo populachero. Recuerda por la cerrazón el lema de las bases peronistas: "Honrado o ladrón, queremos a Perón". Y si alguien tiene dudas, referéndum al canto.
El procedimiento 'Galapagar', que podría llevar 'mutatis mutandis' a extrapolar el perverso ejemplo constituyente venezolano, es un ingrediente que añade incertidumbres en el horizonte español.
Este es el panorama. Un partido, el Popular, destrozado por los casos de corrupción y por la clamorosa incompetencia de su 'estado mayor' en el manejo del levantamiento en Cataluña. 'Maldiciones' ganadas con mucho empeño y que no desaparecen activando el ventilador. Sus líderes ya sabían que esto podría ocurrir, el clamor por la destitución de Rajoy, desde que fue entrevistado en NY en septiembre de 2013, en pleno vendaval por los 'papeles' de Bárcenas, por la periodista Sara Eisen de Bloomberg TV, cuando le preguntó si dimitiría si se confirmaba que el PP se había financiado ilegalmente, y él contestó que "hay cosas que no se pueden demostrar".
Pues parece que se han demostrado por la Audiencia Nacional.
Y con este panorama es irresponsable cualquier solución que no pase por un gobierno con amplia base constitucionalista parlamentaria. Un gobierno apoyado solo por PSOE, 'Podemos' y grupos separatistas, es un gobierno débil, en permanente chalaneo y crisis, condenado al fracaso y que condenaría a España a un callejón sin salida. Sería un gobierno que para gobernar, hasta para poner señales de tráfico, tendría que tener el apoyo de los nacionalistas vascos, de los separatistas catalanes, de sus hijuelas en Barcelona, Islas Baleares, Comunidad de Valencia...
La solución no puede ser otra que elecciones, pero ya; mediante la renuncia del propio Rajoy, que por una vez debe aceptar la irreversibilidad de su fracaso y hacer lo que han hecho en situaciones parecidas muchos políticos honestos y coherentes; o bien mediante una moción de censura de amplio respaldo que, respetando las formas 'constructivas', tenga como objetivo un llamamiento a las urnas en el más breve plazo de tiempo posible.
Tras esas elecciones es cuando hay que mirar hacia atrás, hacia 1978, otro año convulso en que parecía irremediable el naufragio de la democracia. Sin embargo, tres partidos con visión de Estado, y de futuro, que viene a ser lo mismo, idearon la fórmula del consenso: UCD y PSOE, con mayoría suficiente, eje que se agregó el Partido Comunista de España, liderado por Santiago Carrillo, que fue, con los centristas y los socialistas fundamental para sacar adelante la Constitución que el próximo 6 de diciembre cumple sus primeros 40 años.
En esta coyuntura actual un ejecutivo debilitado sin capacidad de maniobra estaría a merced de las presiones, chantajes y amenazas de los separatistas, populistas y mercaderes del caos. Rajoy tiene la oportunidad de presentar su dimisión al Rey Felipe VI – para aunque tarde, iniciar la catarsis imprescindible para mantener las siglas PP- y, de esta forma, pese a una pérdida anunciada de votos, dar paso a una nueva hornada de líderes y cargos públicos libres de toda sospecha y, por supuesto, de toda imputación.
Cierto que, con la avalancha de escándalos, esta puede ser una tarea como la de Diógenes cuando buscaba en plena noche "un hombre" honesto, con un farol en la mano. Este filósofo griego puede iluminar las dudas de Rajoy y de los dirigentes del Partido Popular, y también las de Pedro Sánchez y otros. Un día, el sabio comenzó a dar un discurso en plena calle, y nadie le hacía caso, la gente pasaba de largo, y entonces empezó a trinar como un pájaro, y en poco tiempo se encontró rodeado de personas. Y él les dijo: "Os paráis a escuchar como un tonto imita a un pájaro, y pasáis de largo cuando un sabio os habla de cosas que os deberían importar".
Solo un gobierno con un apoyo firme en todos los partidos constitucionalistas, por ahora 'Ciudadanos', PSOE, PP, los regionalistas canarios de CC y NC, la UPN... pueden hacer frente a la encrucijada histórica en que se encuentra España, e idear, negociar, 'consensuar' y definir las salidas tanto jurídicas, como políticas, incluyendo una adecuación de las leyes y un ajuste constitucional forzosamente continuista y limitado.
La moción de censura de Pedro Sánchez, sin el concurso de 'Ciudadanos', es un salto en el vacío que haría caer al candidato en las redes, o en el 'abrazo del oso', de 'Podemos', de los separatistas catalanes y sus compañeros de viaje y del PNV y la galaxia que se mueve alrededor de lo que fue ETA.
¿Habrá sentido de la responsabilidad y altura de miras, o millones de españoles tendrán que salir a la calle con una antorcha como Diógenes buscando unos cuantos 'hombres de Estado'?