Las claves de las históricas protestas en Cuba
Los apagones de electricidad, la pandemia y la crisis económica, en el foco de las manifestaciones del domingo.
Este domingo, cientos de personas salieron a las calles en Cuba en unas históricas protestas. No se veía algo así desde agosto de 1994, cuando se vivió el Maleconazo, el que abrió la crisis de los balseros y que fue el primer levantamiento tras la Revolución de 1959. ¿Nadie esperaba este levantamiento? No, Cuba estaba bullendo desde hace meses, pero es verdad que sorprende por lo encendidas y masivas de las concentraciones.
Al grito de “libertad”, “patria y vida” y “dictadores”, miles de cubanos se echaron a las calles. Las protestas, que comenzaron de forma pacífica en San Antonio de los Baños, se extendieron por el país y acabaron en enfrentamientos violentos y arrestos cuando los manifestantes fueron interceptados por las fuerzas de seguridad y las brigadas de partidarios del Gobierno, que ha sido implacable.
Este lunes, el presidente, Miguel Díaz-Canel, negó que haya habido represión en las protestas antigubernamentales, pese a los vídeos que muestran una contundente actuación policial y a la múltiples denuncias de arrestos a manifestantes. “Han tenido la respuesta que merecían”, afirma, tras preguntarse retóricamente si no había sido “cruel, brutal y genocida” el levantamiento de sus convecinos.
¿Por qué ahora?
¿Qué ha llevado a los cubanos, sumidos en una dictadura desde hace 62 años, a mostrar ahora su descontento con una situación que lleva mucho siendo precaria? Tres factores se han sumado para hacer rebosar el vaso: la crisis del coronavirus, la situación económica y el acceso a Internet y, en particular, a las redes sociales.
La chispa que prendió las movilizaciones comenzó en la localidad de San Antonio de los Baños, a unos 30 kilómetro de La Habana, y, de forma algo menor, en Palma Soriano, en Santiago de Cuba. Inicialmente, los manifestantes protestaban por los recurrentes apagones de electricidad y para exigir la vacunación contra el covid-19.
La isla, que mantuvo la pandemia bajo control en los primeros meses de 2020, vio en las últimas semanas un rebrote que la ha llevado a colocarse entre los lugares con más casos registrados por cantidad de población en América Latina. Sólo el sábado, se reportaron oficialmente 6.750 casos y 31 muertes, aunque numerosos grupos opositores denuncian que las cifras no cuentan de la situación real y que muchos fallecimientos por covid-19 son atribuidos a otras causas.
Durante la última semana, el país ha roto sus récords diarios de contagios y muertes, lo que ha llevado, según denuncias, al colapso de numerosos centros de salud. Y se ha ahondado la sensación de desamparo con la muerte de ciudadanos en sus casas, por la saturación de los centros sanitarios o la falta de medicinas, documentada por medios internacionales como la BBC.
Las quejas comenzaron a multiplicarse en las redes sociales -la llegada de Internet a los móviles cubanos en 2018 ha ayudado a que los ciudadanos organicen su desencanto y lo muestren- y durante el fin de semana, se llenaron de mensajes bajo las etiquetas #SOSCuba y #SOSMatanzas, con las que se pedía ayuda internacional y una “intervención humanitaria” ante la crítica situación con el coronavirus en el país caribeño. Más allá de las etiquetas, enardecieron los ánimos los vídeos de hospitales con los límites sobrepasados.
No ayudó el presidente Canel, que compareció el domingo para decir que la pandemia es global, que Cuba no está peor que otros países y que si ahora están mal es porque van con retraso respecto a las olas, ya que habían logrado frenar los contagios en una primera etapa. También destacó que son una nación productora de vacunas, aunque va con retraso su chequeo de seguridad y su aplicación es lenta.
La falta de sensibilidad del Gobierno calentó los ánimos. Esas demandas puntuales acabaron en gritos contra Díaz-Canel y demandas genéricas de “libertad”. Hartazgo, cansancio y el miedo que se pierde... Mucho sumado que ha estallado. El malestar se había ido acumulando en los últimos meses, en medio de una las mayores crisis económicas y de salud que ha vivido Cuba desde el llamado periodo especial, la crisis a inicios de los 90 tras el desplome de la Unión Soviética, máximo valedor y potencia amiga.
Cuando las protestas se extendieron por el país, desde la Administración no se habló de diálogo ni mano tendida ni “vamos a escuchar”, sino que la respuesta fue que estaban listos para el “combate” y se hizo un llamamiento “a los revolucionarios” para salir también a la calle y contrarrestar las críticas.
Se han producido ya cientos de detenciones, entre ellas la del fotógrafo español Ramón Espinosa, de la agencia de noticias estadounidense Associated Press (AP), quien fue agredido por una brigada de respuesta del Gobierno y sufrió daños que han requerido una cirugía de reconstrucción nasal. También ha sido arrestada la cubana Camila Acosta, corresponsal del diario español ABC.
Una crisis sanitaria y económica
La protestas parecen ser el resultado de una de las peores crisis económicas y sanitarias que atraviesa el país, con el coronavirus en su raíz. Con el turismo prácticamente paralizado -uno de los motores de la economía cubana-, la pandemia ha tenido un impacto bestial, añadiendo a las carencias de base la emergencia de una creciente inflación, apagones y la escasez de comida, medicamentos y productos básicos.
El gobierno propuso un nuevo paquete de reformas económicas que, a la vez que aumentaron los salarios, dispararon los precios, que pueden llegar a ser del 500% al 900% en los próximos meses. Eso ocurrió a principios de este año. Más leña al fuego.
Ante la falta de liquidez de divisas, el gobierno promovió desde el pasado año la creación de las llamadas tiendas en monedas libremente convertibles, en las que se comenzaron a vender algunos alimentos y productos de primera necesidad que se pagan en divisas en las que no reciben sus salarios la mayoría de los ciudadanos, no tienen acceso. Alimentos y bienes más demandados aún por el virus, se han visto colas para tomar un poco de aceite, jabón o pollo.
Se calcula que los pasos para una apertura económica prometidos en 2011 no se han cumplido ni en un 70%, mientras que la economía se contrajo un 11% el pasado año, en gran parte, por la ausencia de turistas. Y obviamente no hay que olvidar que Cuba arrastra una crisis de liquidez por el endurecimiento de las sanciones por parte de Donald Trump (el expresidente de EEUU) y por el coronavirus. Díaz-Canel achaca a esto último la crisis, es “el principal problema que atenta contra la salud y el desarrollo de nuestro pueblo”.
La protesta se compara con la del 94, cuando la economía estaba hundida, escaseaban los alimentos y las medicinas, miles de cubanos se manifestaron, y hubo saqueos y actos vandálicos. Pero entonces mandaba Fidel Castro y la represión de un grupo de respuesta rápida, integrado por policías, agentes y brigadas, disolvió la masa como un azucarillo.
Hoy, los tiempos son otros. Cuba no cuenta con un liderazgo tan carismático o “histórico” como el de Castro -hasta su hermano, Raúl, ha dejado el Gobierno y el liderazgo del Partido Comunista- y hay algo que no existía en ese momento: Internet y las redes sociales. Todo el mundo las usa y, en particular, agrupaciones vecinales, grupos de artistas y defensores de los animales han ido organizando quedadas, si no masivas, sí significativas, frescas, insólitas, para reclamar que las costuras se deshilachen un poco, al menos. Una efervescencia en la que es importante también la brecha generacional entre la cúpula que manda y los chicos que se saben beneficiarios de la revolución pero que, también, son víctimas de sus límites.
A día de hoy gran parte de la población, principalmente esos jóvenes, tienen acceso a Facebook, Twitter e Instagram, que constituyen también sus principales canales de información ante el discurso oficial de los medios estatales. El acceso a internet también ha llevado a la aparición de numerosos medios independientes que reportan sobre temas que no solían aparecer generalmente en los medios oficiales.
Todo ello ha cuajado, por ejemplo, en movimientos como el de San Isidro. Se trata de un grupo de periodistas, académicos y artistas que en Twitter se muestran como una iniciativa que trata de empoderar “a la sociedad hacia un futuro con valores democráticos”.“Unidos para promover la libertad y la cultura”, añaden.
Están usando las redes sociales para contar la vuelta de tuerca represiva de las fuerzas del estado contra la disidencia interna, denunciar arrestos injustificados o “secuestros”, publicar fotos de policías y militares para su identificación o ataques contra obras de arte contestatarias, y también para convocar pequeñas protestas, acciones desde las puertas y los balcones de las casas, movimiento, como su nombre indica.
No sólo ellos. Recientemente, un grupo de músicos entre los que se encuentran Yotuel, Gente de Zona, Descemer Bueno, Maikel Osorno y El Funky, ha lanzado una canción titulada Patria y vida en la que -con letra entre otros de la española Beatriz Luengo- dicen cosas como “No más mentiras / Mi pueblo pide libertad / no más doctrinas. / Ya no gritemos patria o muerte sino patria y vida. / Y empezar a construir lo que soñamos / lo que destruyeron con sus manos”.
El Gobierno tilda de “mercenarios” y “lacayos” a los participantes en las “acciones de descrédito” como ha descrito las masivas protestas. El presidente Díaz-Canel respondió llamando a sus partidarios a salir a las calles para combatir las protestas. En una intervención televisada este lunes, negó la represión contra los manifestantes, pese a los vídeos que muestran una contundente actuación policial y múltiples denuncias de arrestos a manifestantes.
“Ya salieron con que en Cuba reprimimos, asesinamos. ¿Dónde están los asesinatos cubanos? ¿Dónde está la represión cubana? ¿Dónde están los desaparecidos en Cuba?”, ha argumentado el presidente Díaz-Canel, en una comparecencia especial este lunes.
En su discurso, Díaz-Canel ha señalado específicamente a la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyo secretario general, Luis Almagro, condenó al “régimen dictatorial” de Cuba por “llamar a civiles a reprimir” y promover la confrontación contra los manifestantes. “¿Por qué no se preocupan por los asesinatos y desaparecidos en América Latina?”, exhortó a la OEA, a la que acusó de mantener un “discurso de doble rasero, mentiroso, injerencista”.
Díaz-Canel ha acusado a “mercenarios a sueldo de los Estados Unidos” de organizar las multitudinarias protestas del domingo, si bien admitió que en ellas también participaron ciudadanos “confundidos” por la “falta de información” sobre los problemas que atraviesa el país.
″¿A quién le conviene lo sucedido?”, ha agregado el mandatario, que ha apuntado al “sector conservador de la mafia miamense”, que “ha apoyado desde el punto de vista financiero las campañas que se han orquestado, y lo ha hecho para buscar un pretexto ahora que se maneja una revisión de la política de Estados Unidos respecto a Cuba”.
¿Y la comunidad internacional?
Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha expresado este lunes su apoyo al pueblo de Cuba en su llamamiento a la “libertad” y al “alivio” de la “trágica gestión” de la pandemia y “décadas de represión y sufrimiento económico”, al tiempo que ha urgido a las autoridades de la isla a respetar su derecho a la protesta pacífica.
Biden además le pidió al Gobierno cubano evitar la “violencia” en su “intento de silenciar” las protestas, mientras que su secretario de Estado, Antony Blinken, remarcó que es un “grave error” acusar a EEUU de estar detrás de las protestas que vive Cuba.
“Quiero pedir al Gobierno que permita estas manifestaciones pacíficas y escuche las manifestaciones de descontento de los manifestantes”, dijo el alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, tras un Consejo de ministros de Exteriores de la UE.
A su vez, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó el arresto y los ataques a periodistas independientes en Cuba y denunció la interrupción del servicio de Internet mientras las manifestaciones se transmitían por las redes sociales. En un comunicado, la organización regional denunció además el llamado al uso de la fuerza “con la clara intención de cercenar las libertades de asociación, de prensa y expresión”.
Por el contrario, Rusia llamó a Cuba a tomar las “medidas necesarias” en el marco de la Constitución y las leyes para calmar los ánimos. “Estamos convencidos que las autoridades cubanas toman todas las medidas necesarias para restablecer el orden público en interés de los ciudadanos del país, en el marco de la Constitución y la legislación vigente”, declaró la portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, María Zajarova.
Nicaragua, otro de los aliados de Cuba, también se situó del lado del Gobierno de la isla. “Viendo las imágenes de un formato conocido de desestabilización imperialista que los pueblos libres, que sabemos defender nuestra soberanía y derechos, hemos vivido, enfrentado y vencido, podemos afirmar categóricamente, con la fuerza invicta de nuestras almas y culturas, que ni pudieron, ¡ni podrán!”, dijo el presidente Daniel Ortega en una carta dirigida a Díaz-Canel.