Las claves de la semana: Maldito virus patrio
En el fondo no hay más debate que el inoculado por el maldito virus patrio. No hay bolardos, ni respuestas operativas, ni notas de servicios de inteligencia que valgan. Lo que hay es un nacionalismo miope incapaz de dejar de lado la política partidista ni siquiera cuando lo que está en juego es la seguridad de los ciudadanos.
Si el 11-M había que ganar unas elecciones, el 17A tiene que servir para demostrar que una Cataluña independiente sería un desastre. España y sólo España. Esto por parte del PP. Desde la Generalitat, todo lo contrario, esto es que los catalanes y sus gobernantes son autosuficientes y no necesitan más Estado que el suyo, de momento, imaginario.
Motivos para tener miedo
Así que si no tuvimos miedo —"No tinc por"— tras el atentado de Las Ramblas, la gestión posterior justificaría que lo tuviésemos ahora. Canguelo. Asistir a esta pelea de gallos por ver, con perdón, quién la tiene más larga, si Cataluña o España, si el nacionalismo español o el independentismo, produce pavor.
Fallos ha habido por ambas partes, y ninguna es responsable de los atentados porque no hay inteligencia infalible ni policía capaz de monitorizar al minuto el rastro de tanto fanático suelto. Así que si el Gobierno de Rajoy pretende, disimuladamente, hacernos creer que los Mossos y sólo ellos fallaron porque no hicieron caso de una nota de la CIA en la que se avisaba de la posibilidad de un ataque terrorista en Las Ramblas es que nos toma por idiotas o es que a estas alturas no se ha enterado de que cuando se hace política con los muertos se paga siempre un precio.
E ídem si el Gobierno catalán busca endosar la carga a Interior y a sus mandos o demostrar que se basta y se sobra para combatir una amenaza global.
Quien informa, malmete; quien opina, queda marcado
Menos mal que existe las hemeroteca para comprobar que ni la policía autonómica ni la nacional, pese a la advertencia de la CIA, hallaron peligros concretos en Barcelona. Lo han recordado esta nueva y aciaga semana algunos medios como Infolibre, aún a riesgo de que también les acusen de sembrar cizaña o de escribir al dictado, como ha hecho el comisario Trapero con el director del Periódico de Catalunya, Enric Hernández, por informar de la existencia del aviso después de que Puigdemont, su conseller y el major de los Mossos lo hubieran negado en varias ocasiones.
Ya se sabe que en este país del "conmigo o contra mí" quien informa, malmete y quien opina, queda marcado para los restos. Es el deporte nacional de nuestra política: este es de los nuestros o aquél es del contrario.
Trapero, de la gloria al oprobio
Claro que si el jefe de los Mossos ha mostrado esta semana su cara más áspera y ha pasado de la gloria al oprobio en cuestión de semanas, al PP se le han visto las intenciones con media docena de tuits escritos por el diputado Eloy Suárez de la Mata en los que preguntaba si la Generalitat condecoraría con la medalla de honor a los Mossos en la Diada por no haber evitado 16 muertes y 100 heridos. No es que el "ínclito" parlamentario haya querido hacer méritos, ni que el suyo sea un verso suelto no compartido en la derecha, es que en el PP es exactamente eso lo que piensan y dicen fuera de micrófono, aunque el argumentario oficial diga que de "los "muertos sólo son responsables los terroristas".
Los que callan y los que hablan
Al ruido, al barro y al serpenteo por la inmundicia ha quedado reducido el necesario debate sobre la amenaza del terrorismo yihadista. Así es como pasará a la historia esta semana en la que hemos vuelto a comprobar la escasa talla de unos dirigentes políticos incapaces de estar a la altura de las circunstancias porque lo único que les importa es barrer para casa con la vista puesta, no en los muertos ni en cómo evitar nuevos atentados, sino en el próximo 1 de octubre, que es ya en lo único que piensan. Los del PP cuando callan y los independentistas cuando hablan.
Claro que si ésta de pretender endosarse unos a otros la culpa de los atentados ha sido la imagen del nuevo despropósito de la política, la de la vergüenza ajena la ha protagonizado la popular Celia Villalobos.
Fijen bien la vista y capturen la siguiente imagen.
Sobrarían las palabras si no hubiera fuera porque es necesario contar que en la sala se hablaba de pensiones, de trabajadores y de ayudas a los parados mientras una chabacana Villalobos lucía semejante estampa al tiempo que profería gritos contra Yolanda Díaz, una diputada de Podemos de exquisitos modales. Pero el problema, luego, ya saben que son las rastas, y no los modales de la derecha, la corrupción y la Gürtel.
Perdón, ¿quién dijo Gürtel? Para Rajoy, es sólo "ese asunto del que usted me habla" y del que ya ha hablado en otras 53 ocasiones. Pues la de esta semana que acaba ha dado para lo mismo que las 52 anteriores, para que el presidente del Gobierno siga en su mundo y sin enterarse, parece, de lo que robaban durante tantos años los suyos.