Las 5 obras que explican por qué es importante la ley del solo sí es sí

Las 5 obras que explican por qué es importante la ley del solo sí es sí

Cinco artistas ilustran cinco de los puntos más destacados de la ley.

Una mujer se manifiesta en Vallecas durante el 8-M.Marcos del Mazo/LightRocket via Getty Images

El intenso debate por la aprobación de la ley orgánica de garantía de libertad sexual —conocida como la ley del solo sí es sí— ha tomado fuerza desde que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) cuestionara su pertinencia hace unos días. No está de más recordar que el CGPJ decía, en 2004, que la ley contra la violencia de género era “inconstitucional” y que “la mujer no obtiene mayor protección por el hecho de que la Ley la proteja sólo a ella, excluyendo de su ámbito a menores, ancianos, o, incluso, al hombre”. En 2005, sobre el matrimonio igualitario, afirmaba que era “como la unión entre un hombre y un animal”. Dos datos que nos dan idea del nivel de progresismo de determinadas instituciones.

Ya decía Kate Millet que la violencia sexual era una cuestión política, no individual, y que respondía a mantener el orden sexual. Desde el ámbito de la cultura —y aquí me quiero fijar en el de las artes— las artistas llevan más de 40 años reclamando que se las proteja de la violencia sexual y de los abusos. Para entender por qué esta ley del solo sí es sí es importante para nosotras, vamos a recorrer las obras de cinco artistas que ilustran cinco de los puntos más destacados de la ley.

Solo sí es sí

La ley introduce algo novedoso aunque evidente: las mujeres no se usan, por lo tanto, no se abusan. El consentimiento es fundamental para que la relación sea mutua. Los hombres no tienen derecho a los cuerpos de las mujeres y su deseo queda acotado a la decisión de ellas. Las mujeres tenemos, por primera vez y de manera explícita en una ley, el veto sobre hasta dónde llega el consentimiento, somos el límite al deseo de los hombres. Con el solo sí es s픡 el acuerdo debe ser mutuo. Esto se resume en algo tan sencillo como que si ellos tienen dudas de si la otra persona quiere o no tener relaciones sexuales, es tan fácil como preguntar.

La acción artística No violarás de la guatemalteca Regina José Galindo se basó en situar estas dos palabras en diversos espacios públicos como la plaza del Pilar de Zaragoza y en ciudades como Montevideo, Quito o Ciudad de Guatemala. Este mandamiento —con evidentes alusiones religiosas— interpela a un sujeto impersonal, pero, a la vez, nos atañe a todos y todas, cualquiera puede sentir que esas dos palabras le conciernen. Las reacciones a la obra fueron de rechazo, asegurando que “criminalizaba a los hombres” y con anónimos que la llenaron de mensajes como “si visten como putas las trataremos como a putas, pero sin pagar”.

Parece que el debate es simple pero vemos —por cómo se atacó la obra de Galindo— que aún resulta molesto que nos enunciemos como sujetos no violables y que los límites en el acceso a nuestros cuerpos los decidimos nosotras.

  Acción 'No violarás'.Regina José Galindo

Se protege la identidad de la víctima

Otra de las cuestiones clave de la ley es la prohibición de difundir la identidad víctima. Algo bastante evidente pero sobre lo que el CGPJ también disiente. Según este organismo, la identidad de la víctima debería poder ser difundida cuando ella quiera. Sin comentarios.

Para entender este punto sirven multitud de ejemplos pero vamos a dos muy básicos y conocidos. La Caja de Pandora y el Me Too. ¿Por qué se ha tardado tanto en denunciar una violencia y unos abusos que todo el mundo conocía en sectores como el cultural? Recordemos a Courtney Love advirtiendo sobre Harvey Weinstein ya en 2005… Muy sencillo: no se denunciaba porque para la víctima significa denotarse en un contexto de poder en el que tenía todas las de perder. Se convertía en la cabeza de turco de una violencia constante y por todos conocida (como se puede ver magistralmente reflejada en la película “The Assistant”).

Movimientos como #MeToo o La Caja de Pandora partieron de una primera denunciante pero permitieron que se alzase un grito conjunto y global que arropaba a la víctima y nos hacía a todas parte de la respuesta. La figura única quedaba ahora respaldada por todas, por un grito y una respuesta conjunta.

  'La caja de pandora'.Aran Díez

Antecedentes

La ley orgánica de garantía de la libertad sexual establece que a la víctima no se le podrá hacer preguntas sobre sus antecedentes sexuales.

Que a las mujeres se nos cuestione en un juicio es algo que conocemos de sobra. Tanto es así que aquí el ejemplo que mejor lo refleja es, nada más y nada menos, que una artista del siglo XVII. La pintora barroca Artemisia Gentileschi fue violada por su tutor y maestro de pintura; se atrevió a denunciarle y en el juicio  —¡oh, sorpresa!— fue puesta en cuestión. Agostino Tassi, el violador, difundió el rumor (que fue tomado en cuenta por el tribunal) de que ella era “muy promiscua”. Gentileschi fue sometida a un humillante examen ginecológico a para “conocer cuándo había perdido su virginidad” y también fue torturada para “verificar su credibilidad” (la tortura, además, se basaba en oprimirle progresivamente los dedos, algo de especial dureza para una pintora).

Del siglo XVII a 2021 resulta que aún es necesario reafirmar que la vida personal de la víctima no es relevante para juzgar los hechos que denuncia.

  'Susana y los viejos', Colección Schönborn, Pommersfelden-Artemisia Gentileschi

Todas las víctimas

Una cuestión fundamental también es que, con esta ley, se cumple lo acordado en el Convenio de Estambul, incluyendo así a todas las víctimas. En la actual ley de violencia de género solo se incluyen a mujeres víctimas de violencia por parte de parejas o exparejas y, sin embargo, la ley del sí es sí reconoce que la violencia es más amplia e incluye las agresiones por parte de cualquier hombre hacia una mujer.

En su proyecto Violación Nueva York la artista madrileña Jana Leo denuncia que fue violada por un desconocido en su apartamento de Harlem cuando venía de hacer la compra. El violador no fue detenido hasta años después (por otro delito) y es entonces cuando Leo descubre que contaba con la simpatía de su casero (al que ella había alertado del mal estado de los cerrojos en varias ocasiones y que no hizo nada) y ambos fueron condenados. Según varios informes, entre ellos Agresores sexuales con víctima desconocida, editado por el Ministerio del Interior, entre el 70% y el 80% de las agresiones sexuales que sufren las mujeres son cometidas por conocidos. Aún así, ese nada desdeñable 30% es el que ahora también recoge la ley del sólo sí es sí.

  'Rape-Room', instalación en la feria ARCO en 2002. Galería Javier López.Jane Leo

Acoso callejero

El acoso callejero se considera como tal en la nueva ley. Pese a que la pena que conlleva sea leve, se comprende que es una humillación y, por lo tanto, punible. Pese a que los argumentos contra este punto son que “se quiere criminalizar el piropo”, lo cierto es que sólo es tal cuando la que lo recibe así lo considera, así que si fuera el caso de no considerarlo humillante, no se denunciaría y no habría caso.

No hace ni seis meses, en noviembre de 2020, a propósito del 25N Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres, la artista valenciana Vero McClain instala en varias calles de El Verger una serie de frases que muestran el acoso callejero que son “los piropos”. Son parte de la campaña del ayuntamiento para reconocer estas expresiones como degradantes para las mujeres y lo hacen cambiando el sexo del receptor, es decir, como si las mujeres se dirigieran así a los hombres. Ni un día aguantan en la calle. Las frases son arrancadas y tiradas a la basura en apenas 24 horas. Precisamente esta reacción muestra lo necesario que es aún hoy dar a entender que los cuerpos de las mujeres no quieren la opinión y la valoración de nadie. Nadie te ha pedido el comentario, guárdatelo.

  Una frase de Vero McClain instalada en la localidad de El Verger (Alicante).Vero McClain / Ajuntament de El Verger