Las 15 + 1 emergencias humanitarias para las que la ONU pide ayuda urgente

Las 15 + 1 emergencias humanitarias para las que la ONU pide ayuda urgente

Hay realidades tangibles que hoy, sin quizás, sin condicionales, son urgentes.

Un niño malnutrido llora en un hospital de Sanaa, la capital de Yemen.Mohamed al-Sayaghi / REUTERS

Vivimos en un mundo de incertidumbre: qué hará realmente Donald Trump como presidente de EEUU, cómo votará este año la Europa que se acerca a la ultraderecha, de qué manera se articulará la salida de Reino Unido de la UE... Son preguntas que copan los titulares de la prensa del mundo rico, occidental. Pero resulta que, más allá de lo por venir, de los miedos futuros, hay realidades tangibles que hoy, sin quizás, sin condicionales, son urgentes, necesitan estar en el centro de las medidas que tomen los poderosos. Mañana es tarde.

Poco se habla sobre las emergencias humanitarias sobre las que Naciones Unidas ha puesto el foco, los principales conflictos y catástrofes del planeta para las que hace falta dinero ya, sin demoras. Para 2017, la ONU ha pedido (rogado, más bien) a sus donantes internacionales que le entreguen 22.500 millones de dólares, unos 20.855 millones de euros, lo que supone el mayor llamamiento de fondos en la historia del organismo. Desde aquella Segunda Guerra Mundial tras la que se unieron las naciones bajo la bandera azul, nunca se había pedido una movilización de este volumen. Nos encontramos en un punto crítico en la historia.

La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) necesita este dinero para ayudar a 93,5 millones de personas en 33 países. Son unos 2.000 millones más respecto a lo ya solicitado en 2016, porque se ha detectado un "enorme cambio en la frecuencia, escala y magnitud de las emergencias", señala este organismo. No hay más que comparar: en los seis primeros llamamientos de este tipo hechos por la ONU, desde 1992, la cifra que se pedía era de 2.700 millones de dólares (unos 2.500 millones de euros).

(Puedes seguir leyendo tras los gráficos...).

Evolución de la solicitud de fondos para emergencias humanitarias (expresado en miles de millones de dólares) y evolución del número de beneficiarios de las ayudas (en millones de personas).

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El objetivo es ambicioso, pero ¿se logra el dinero que se necesita? Claramente, la respuesta es "no". De lo solicitado el año pasado, se recaudó apenas un 52%, 11.000 millones de dólares, lo que supuso "la mayor brecha de financiación de la Historia de las Naciones Unidas". Nunca antes se había visto tanto desajuste entre lo pedido y lo entregado.

Stephen O´Brien, el responsable de la OCHA, confía en el compromiso de las naciones para "marcar la diferencia" e insiste en que la ayuda es finalista, va a aspiraciones concretas: "Se traducirá en ayuda alimentaria para las personas al borde de la inanición en la cuenca del lago Chad y en Sudán del Sur; proporcionará protección a las personas más vulnerables en Siria, Irak y Yemen; permitirá la educación de los menores cuya escolarización ha sido interrumpida por el fenómeno de El Niño", pone como ejemplos.

Estos son los 15 + 1 conflictos y emergencias para las que la ONU pide fondos con urgencia.

AFGANISTÁN

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Un coche bomba estalla en Kabul, capital de Afganistán.

¿Recuerdan la guerra en Afganistán? Sí, esa campaña militar iniciada a instancias de la Administración Bush como respuesta a los atentados del 11-S contra las torres gemelas de Nueva York y el Pentágono. La Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en el país asiático liderada por la OTAN (ISAF) celebró el 29 de diciembre de 2014 el final de las operaciones, pero a día de hoy los enfrentamientos siguen. Y la situación es un auténtico caos. Tanto, que el pasado 6 de febrero Naciones Unidas hizo un llamamiento a las partes en conflicto en Afganistán para que cesen los ataques contra civiles después de que 2016 se revelara como un nuevo año récord en víctimas civiles, con un total de 11.418 muertos y heridos.

En 2016, el balance de víctimas civiles ha sido de 11.418 frente a las 11.034 registradas el año anterior, si bien el número de civiles muertos ha descendido, 3.498 fallecidos en 2016 frente a los 3.565 del año anterior, y el de heridos ha aumentado claramente, con un total de 7.920 lesionados frente a los 7.469 de 2015. Del total de víctimas civiles de la guerra en 2016, 3.512 eran niños, de los cuales 923 perdieron la vida y 2.589 resultaron heridos, lo que supone un aumento del 24 por ciento respecto al año anterior, según el último informe elaborado por la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA). La cifra total de víctimas civiles en 2016 es la mayor registrada desde que Naciones Unidas comenzó a contabilizarlas en 2009.

De acuerdo al informe oficial de la ONU, las fuerzas antigubernamentales, y principalmente los talibanes, fueron responsables de casi dos tercios de las víctimas. El resto de los muertos se los atribuye a las fuerzas progubernamentales. El informe también apunta que entre las principales causas de muerte se encuentra la de los ataques aéreos llevados a cabo por las fuerzas afganas e internacionales, el creciente número de los ataques suicidas dirigidos a civiles y la explosión de minas y municiones sobrantes de guerras pasadas.

Afganistán lleva cerca de 40 años siendo un campo de batalla y parece que el final nunca va a estar cerca.

BIRMANIA

  EFEEFE

Agricultores trabajan en campos de Birmania, una de las principales fuentes de la economía del país.

Es, a día de hoy, la guerra civil más larga de la historia: comenzó el 12 de febrero de 1947 y desde entonces el conflicto no ha cesado. Myanmar, como se llama oficialmente el país desde 1989, tiene un total de 135 etnias reconocidas oficialmente. Los más numerosos son los bamar, que han controlado tradicionalmente el gobierno y otras instituciones. El resto de etnias, localizadas fundamentalmente en zonas fronterizas ricas en recursos naturales, se han sentido históricamente apartados de cualquier procesión de decisión político y despojados de sus derechos.

Pese a que el conflicto empezó en 1948, desde 1962 se ha centrado en la lucha contra la junta militar que gobernaba desde ese entonces Birmania. Eso cambió en 2011, cuando empezó una transición tutelada por los militares que desembocó en las elecciones de 2015 que ganó el movimiento democrático de la premio Nobel de la Paz Aung Suu Kyi. Durante décadas, el gobierno militar había intentado firmar altos el fuego y tratados de paz con las principales guerrillas que nunca han llegado a apagar las tensiones.

Prueba de ello es cómo, a finales de 2016, se produjo un recrudecimiento de la situación: más de un centenar de personas murieron en Birmania en la ofensiva lanzada por varias guerrillas de minorías étnicas contra posiciones del Ejército.

Las guerrillas piden la firma de un nuevo alto el fuego, la formación de una unión federal y el cese de las operaciones militares del Ejército birmano en las zonas de las minorías étnicas.

El Gobierno birmano liderado por la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi quiere organizar a finales de marzo una conferencia para firmar la paz con las minorías étnicas para acabar con un conflicto civil de más de seis décadas.

COREA DEL NORTE

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Un agricultor de Hwanghae del Sur muestra los daños de la lluvia y los tifones en su cosecha.

La crisis alimentaria en Corea del Norte, uno de los países más pobres del mundo, está empeorando después de que la cosecha cayera en 2015 por primera vez desde 2010, según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Dicha caída, acentuada en el último año, supera el 9% en cada temporada, según cálculos aproximados, dado el secretismo imperante en el país.

El 70% de la población del país, unos 18 millones de personas, no tenía lo suficiente para comer; de ellos, 4,95 millones de ellos niños, indica la OCHA.

La producción del principal alimento del país, el arroz está en mínimos, debido a la falta de lluvias y la insuficiente irrigación, lo que aumentará la escasez nacional de cereales, indicó. El país necesita importar 694.000 toneladas de cereales, pero el régimen está planeando comprar sólo 300.000, resultando una brecha preocupante.

Además, el 20% de la población no tiene acceso a agua potable y al saneamiento adecuado. La ONU ha pedido 122 millones de dólares para ofrecer asistencia a unos 13 millones de personas.

CUENCA DEL LAGO CHAD

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Una anciana espera la ayuda de los soldados de Níger y Chad en la liberada ciudad de Damasak, Nigeria, sometida por Boko Haram.

Nigeria, Níger, Chad y Camerún se enfrentan a la amenaza continua del grupo yihadista Boko Haram, que comenzó a ser conocido internacionalmente por el secuestro masivo de niñas en la localidad nigeriana de Chibok y que ha prometido lealtad a Daesh. En los siete últimos años, ha pasado de ser un pequeño movimiento de protesta en el norte de Nigeria a constituir una enorme fuerza, capaz de llevar a cabo ataques devastadores en toda la cuenca del lago Chad.

Las campañas militares, hasta la fecha, han tenido un éxito limitado a la hora de impedir los atentados suicidas, en muchas ocasiones cometidos por mujeres jóvenes y niñas. Las reacciones indiscriminadas de las fuerzas de seguridad añaden más leña al fuego.

Actualmente, hay 11 millones de personas necesitadas de ayuda en la zona, incluidos 2,3 millones que se han visto desplazados de sus hogares, en algunos casos hacia los países vecinos, donde no siempre están en zona segura, ya que toda la ribera está bajo la influencia de los islamistas. Los gobiernos regionales siguen sin ocuparse de los factores que dan pie a la radicalización, como la corrupción política, los viejos agravios y falta de acceso a los servicios sociales básicos, más el rápido crecimiento demográfico y la degradación medioambiental.

Además, la ONU estima que unos 7 millones de personas se enfrentan a inseguridad alimentaria, siendo la situación especialmente grave en el noreste de Nigeria, donde existe riesgo de hambruna. En total, se calcula que hay unos 515.000 niños con malnutrición aguda severa. Para atender estas necesidades hacen falta 1.500 millones de dólares.

IRAK

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Una mujer huye con su hija herida en el oeste de Mosul, asediada por los choques entre la coalición internacional y el ISIS.

En Irak, debilitado en extremo tras el asedio norteamericano de 2003, el conflicto hoy es una derivada de aquella guerra: una coalición internacional trata de conquistar el terreno ganado en el país por el autodenominado Estado Islámico, extendido desde Siria y aliado con yihadistas locales hasta hacerse fuerte sobre todo en el área de Mosul, donde estas semanas se lleva a cabo una intenta batalla.

La ONU sostiene que la ofensiva anti-islamista ha provocado cerca de 200.000 desplazados, de los que 30.000 ya han regresado a sus hogares tras ser liberado el este de la ciudad y otras localidades próximas. No obstante, en el resto de la ciudad se estima que hay unos 750.000 civiles atrapados por el fuego cruzado y, además, sometidos desde hace tiempo a la sharia o ley islámica del ISIS y sus crueldades.

Según la OCHA, son 11 los millones de iraquíes necesitados de ayuda, y de ellos, 5,8 requieren de asistencia urgente con los fondos que tratan de lograr. Entre ellos se hallan los 3,6 millones de refugiados internos y los 250.000 que han cruzado la frontera y se han alojado en naciones cercanas, más seguras, como Jordania.

Por ahora, las grandes naciones ponen dinero para la guerra, para el asedio, pero no para la asistencia a los civiles.

LIBIA

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Un edificio dañado por la guerra en Libia.

Seis años después del estallido de la revolución popular que desembocaría en el fin de la dictadura de Muamar el Gadafi, Libia se halla en una encrucijada, tan cerca de la reconciliación política como de una nueva guerra entre el este y el oeste del país.

Desde aquel 17 de febrero de 2011 en el que todo comenzó, la paz es un recuerdo lejano para los libios, que han visto cómo los sueños de libertad y derechos se han difuminado para convertirse en un pesadilla llena de inseguridad y carencias. Los secuestros están a la orden del día, apenas hay efectivo en los bancos, viajar por el país es una aventura y conservar alimentos frescos una temeridad: en Trípoli, los cortes de fluido eléctrico llegan a las dieciocho horas diarias y en gran parte de los barrios no hay agua corriente.

La autoridad está, en teoría, en manos del llamado gobierno de unidad formado por la ONU a principios de 2016, como parte del forzado "Acuerdo de Reconciliación" nacional firmado en la localidad marroquí de Sjirat. A pesar de contar con el sostén de la comunidad internacional, y en especial de la ONU, en este año no ha podido siquiera extender su autoridad en la capital.

Según datos de la OCHA, los conflictos armados, la inestabilidad política y una economía en colapso han perturbado la vida de 3 millones de personas a través de Libia. Libia cuenta con 2,4 millones de personas que necesitan protección o asistencia, ya que tienen poco o ningún acceso a la atención médica, alimentos suficientes, agua potable, hogares o escuelas. Esto incluye a los desplazados forzados, los refugiados, los solicitantes de asilo y los migrantes, que viajaron a Libia en busca de trabajo.

MALÍ

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Soldados del Ejército de Mali en Gao.

En 2012 estalló la rebelión tuareg en el norte de MalÍ y desde entonces el conflicto se fue transformando. En un principio fue un alzamiento separatista, derivado de un problema interno consecuencia de la marginación histórica que sienten los tuareg con respecto de Bamako, pero más tarde se convirtió en un conflicto internacional, con la intervención de Francia contra los grupos yihadistas que se hicieron fuertes en el norte y con consecuencias para toda la región del Sahel, para el norte de África y para Europa.

A raíz de este conflicto, los refugiados y desplazados internos en Malí se cuentan por miles: más de 150.000 en 2012 y 2013, cuando la guerra vivía su peor momento. En febrero de 2016 aún quedaban más de 52.000 fuera de sus hogares, según la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR), y otros 53.000 se encuentran todavía en países como Burkina Faso, Mauritania y Níger. La falta de acceso a la educación ha sido otra de las principales consecuencias. Más de 380.000 niños de entre siete y 15 años del norte del país están sin escolarizar, según alertó Unicef en diciembre de 2015, muchos desde hace cuatro años.

Fue en aquel 2015 cuando se alcanzó un acuerdo de paz de 2015 entre el Gobierno y los grupos armados. Pero de poco ha servido: los ataques armados, el bandidaje y la inseguridad prevalecen en el norte de Malí. La inseguridad continúa obligando a la gente a huir de sus hogares, deteniendo la agricultura e interrumpiendo las rutas pastorales, que son un pilar económico en el norte.

PALESTINA

  5c8aac532300000401237cb5IBRAHEEM ABU MUSTAFA / REUTERS

Una anciana carga bidones de agua tras llenarlos en un grifo público, al sur de Gaza.

Los palestinos son el mayor colectivo de refugiados del planeta, con cinco millones. Están repartidos en países árabes y occidentales, muy extendidos, tras un drama -el de la expulsión de sus hogares por el nuevo Israel en las guerras de 1948 y 1967- que acumula más de seis décadas. La inmensa mayoría reside aún en campos de refugiados, hacinados y con pocas posibilidades de prosperar profesional o intelectualmente. Dentro, los palestinos de Gaza, Cisjordania y el este de Jerusalén no están mejor.

La pobreza y el desempleo, en gran medida debidos a la ocupación, tienen consecuencias terribles: un cuarto de la población sufre inseguridad alimentaria, un millón está en riesgo o sufre ya malnutrición... Y todo es peor en Gaza, una franja costera que, dice la ONU, será "inhabitable" en 2020 y donde apenas hay agua ni luz, donde la reconstrucción tras los bombardeos israelíes de 2014 está lejos de completarse, con las principales infraestructuras aún dañadas, entre ellas hospitales y escuelas.

En resumen, la mitad de los palestinos necesitan ayuda de emergencia en este año si quiere vivir con la mínima dignidad y seguridad para sus vidas, unos dos millones. El conflicto es viejo, poco mediático ya, y por ahora es de los que menos conmueve, de los que menos fondos logra.

REPÚBLICA CENTROAFRICANA

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Una mujer porta a su bebé en un campamento de desplazados internos cerca del aeropuerto internacional M'Poko, en Bangui.

En marzo de 2003, el general François Bozizé dio un golpe de Estado en ausencia del presidente del país y se puso al mando de la República Centroafricana, acabando con diez años de legalidad constitucional. Era la cuarta asonada militar con éxito desde que la excolonia francesa proclamó su independencia en 1960. El nuevo líder suspendió la Constitución y el Parlamento e instauró un gobierno de unidad nacional, tras lo que fue elegido en referéndum con el 64% de los votos. En enero de 2011 Bozizé renovó su mandato entre acusaciones de fraude electoral, y en diciembre de 2012 la coalición de rebeldes Seleka -excombatientes de la guerra civil de 2004- tomó varios pueblos del noroeste, aduciendo que el presidente no había respetado los acuerdos de paz firmados en 2007, que contemplaban, entre otras cosas, la integración de combatientes rebeldes en el Ejército centroafricano, la liberación de prisioneros políticos y el pago a los milicianos sublevados que optaran por el desarme.

La revuelta, que llevó a la intervención de soldados de Chad y el envío de militares franceses y de una misión de paz de la ONU (BINUCA), culminó en marzo de 2013 con la toma de Bangui, la capital, por parte del líder de la coalición rebelde, Michel Djotodia. En un nuevo golpe de Estado, y tras la huida de Bozizé a la vecina República Democrática del Congo, Djotodia asumió el poder, convirtiéndose en el primer presidente musulmán en un país donde el 50% de la población es cristiana, y solo pertenece al islam el 15%. Días más tarde se formó un gobierno de unidad nacional con los partidos de la oposición, que finalmente acabaron abandonando el Ejecutivo por discrepancias por la distribución de carteras. Se inició entonces una crisis que provocó decenas de muertos por los enfrentamientos entre grupos armados leales a Bozizé y los exrebeldes de Seleka, y que ha acabado causando la huida de más de 37.000 personas a los países vecinos y cerca de medio millón de desplazados internos.

Se calcula que uno de cada cinco centroafricanos permanece fuera de su hogar por el conflicto, que tiene rebrotes constantes. La cifra de desplazados internos se acerca al medio millón. Más de la mitad de la población pasa hambre y precisa ayuda humanitaria. Además, como se vio por el brote de cólera surgido en verano de 2016, enfermedades relacionadas con la falta de agua potable o con los mosquitos acosan a la población, especialmente a los niños.

Hay 2,2 millones de personas en necesidad, de las que 1,6 son el objetivo ansiado de la ayuda de la ONU en 2017. De los 399,5 millones que se piden, han llegado en lo que va de año unos 19, el 5% del total.

CONGO

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Manifestaciones en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo.

Los conflictos armados y la inseguridad en la República Democrática del Congo han generado una de las crisis humanitarias más prolongadas y complejas del mundo. En 2016, 7,3 millones de personas se vieron afectadas por conflictos armados regionales y locales, especialmente en la parte oriental, rica en minerales del país, según informa la ONU.

La inseguridad está aumentando en las provincias de Kasai y Tanganyika, afectando a cientos de miles de personas, y provocando el temor de nuevos desplazamientos.

El pasado mes de febrero los ministros de Asuntos Exteriores de la UE admitieron su "preocupación profunda" por la situación en República Democrática del Congo por "el bloqueo de la aplicación del acuerdo político" de finales de diciembre y el "uso desproporcionado de la fuerza" y han reclamado a la Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Federica Mogherini, la preparación de nuevas sanciones contra los responsables de la violencia y quienes impidan una salida a la crisis.

SAHEL

  5c8aac55360000c81a6bda76PAUL CARSTEN / REUTERS

Un niño refugiado vende pan junto a camiones cargados de material de construcción en Maiduguri, Nigeria.

El Sahel (una palabra del árabe que significa "borde" o "costa") es la región enclavada entre el desierto del Sáhara, el golfo de Guinea, el océano Atlántico y el Nilo Blanco. Tiene una extensión aproximada de 4.000.000 kilómetros cuadrados, desplegados entre el sur de Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, norte de Nigeria y Camerún, así como Chad, Sudán y Eritrea, una zona conocida como "el cinturón del hambre".

Actualmente, se calcula que hay 18,4 millones de personas que sufren necesidad, de las que la ONU pretende ayudar urgentemente a casi 13,5 millones, con unos 1.500 millones de dólares de fondo aproximado, todo esto sin contar siquiera las necesidades de la zona del lago Chad, que tiene características específicas. Hay un millón de niños en riesgo de desnutrición aguda y las familias están teniendo que vender todo su ganado y hasta sus herramientas para lograr alimentos.

Las causas de esta necesidad generalizada, que afecta a porcentajes de la población superiores al 65%, son las lluvias irregulares de los últimos años, la escasez consecuente de cosechas, la reducción de pastos, el aumento de los precios de los alimentos y, además, la persistencia de los efectos de la crisis alimentaria de 2010.

SIRIA

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Una niña siria en un campo de refugiados cerca de la ciudad de Manbij.

Están a punto de cumplirse seis años de la guerra en Siria y, pese a las idas y venidas, el final está muy lejos de alcanzarse. El país se han sumergido en lo que parece un núcleo sin fin y los informes recuerdan, casi a diario, hasta qué punto se está haciendo daño a su población. El último que lo demuestra es de Save the Children que sentencia cómo el conflicto sirio ha disparado los problemas mentales entre los niños, creando una creciente "crisis de salud mental". Los datos que llegan sobre las víctimas mortales que deja la guerra son igual de estremecedores: al menos 2.854 han muerto durante el mes de febrero a pesar de la tregua en vigor en el país, una cifra inferior a la registrada en enero, cuando se anotaron 4.680 decesos, según datos del Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Entre los fallecidos de febrero se encuentran 769 civiles, de los que 180 eran menores de 18 años y 118 mujeres, según el recuento de la ONG.

Las treguas alcanzadas entre las partes implicadas y los procesos de paz iniciados una y otra vez siguen sin dar sus frutos. El pasado 25 de febrero comenzó la cuarta ronda, Ginebra Cuatro, auspiciada por la ONU, en la que, de nuevo, se seguía sin resolver la principal duda de este proceso: Bashar Al Assad sí o no. Ahora la oposición siria afirma que esta ronda de negociaciones de paz con el régimen de Damasco cierra "sin resultados claros", pero que esta vez ha concluido con un sabor "más positivo" que en anteriores ocasiones. Pero hasta ahí los avances, la guerra sigue su curso y con ella, por desgracia, las víctimas.

SOMALIA

  5c8aac562300000401237cbdGETTY IMAGES / ISTOCK

Niños del campo de refugiados de Dadaab, en Somalia, en busca de ayuda.

Dos son los grandes problemas de Somalia: la violencia del grupo yihadista Al Shabab y su mayor amenaza, el hambre, provocada por una sequía perenne. La ONU sostiene que unos 185.000 niños pueden morir en el país por esta hambruna oficial, si no reciben atención médica inmediata para tratar su avanzado estado de desnutrición. "Hay preocupantes similitudes con la situación de Somalia en 2011, cuando la falta de alimento causó la muerte de aproximadamente 260.000 personas", ha señalado el portavoz de la Oficina de Ayuda Humanitaria de la ONU, Jens Laerke.

En ese país, un millón de niños menores de cinco años pueden sufrir malnutrición aguda si la situación de hambre, agravada por el aumento de enfermedades relacionadas con la sequía, como diarrea aguda y cólera, no se revierte. En las zonas más afectadas por la sequía, los cultivos están totalmente aniquilados y todo el ganado ha muerto, lo que ha forzado a las comunidades a vender sus pertenencias y a prestarse dinero para poder comprar algo de comer. Esto también ha empujado a mucha gente a desplazarse a la capital, Mogadiscio, en busca de ayuda.

Las últimas evaluaciones indican que 6,2 millones de personas (esto es, la mitad de la población) necesitan ayuda humanitaria, cuando hace un mes se hablaba de 5 millones. Al menos 3,9 millones de somalíes serían objetivo del fondo de emergencia que solicitan en la OCHA. Hacen falta 863,5 millones de dólares, de los que ya se han logrado 73,4, el 9% del total.

SUDÁN DEL SUR

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Agop Manut, niño sur sudanés de 11 meses, afectado de malnutrición, fotografiado en Awell, Sudán del Sur.

Unas 100.000 personas sufren hambruna y otro millón está a punto de padecerla en varias zonas de Sudán del Sur debido a la guerra que comenzó en 2013 y al colapso de la economía, según alerta la ONU.

Más de un millón de niños están desnutridos en el país y pueden morir si no obtienen ayuda urgentemente. El Programa Mundial de Alimentos ha destacado que esta hambruna ha sido "creada por el hombre" y ha recordado que la comunidad humanitaria ha intentado evitar por todos los medios esa catástrofe a pesar de la ausencia de paz y seguridad. Los tres años de conflicto han dañado gravemente la producción de cultivos, mientras que el aumento de la inflación (de hasta el 800% anual) y los fallos del mercado han golpeado lugares que dependían del comercio para abastecerse de alimentos.

El conflicto en Sudán del Sur estalló en diciembre de 2013, cuando el presidente Salva Kiir, de la etnia dinka, denunció un intento de golpe de Estado por parte de su vicepresidente Riek Machar, perteneciente a la tribu nuer.

Un total de 131.000 sursudaneses huyeron a Sudán desde el Sur en 2016 debido a la guerra civil, según la oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA). Este organismo ha cifrado en 305.000 las personas que se refugiaron en Sudán desde que se inició el conflicto en 2013, con el fin de pedir asilo en el país vecino, según datos recogidos por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). El organismo ha detallado que un 49% de los refugiados se encuentra en el estado de Darfur del Este y un 25% en el estado de Nilo Blanco, ambos fronterizos con Sudán del Sur.

La agencia prevé el desplazamiento a Sudán de al menos 60.000 personas este año y, por ese motivo, está preparando un plan de emergencia para responder a la situación humanitaria.

UCRANIA

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Activistas ucranianos hacen guardia en un puesto de control tras bloquear la carretera que une Mariupol y Donetsk en Bugas, Donetsk, Ucrania.

Es una guerra que sorprende, porque es la única que se libra en Europa desde 2014 y ahora se están dando renovados enfrentamientos entre los rebeldes separatistas apoyados por Rusia y las fuerzas del gobierno. Sí, hablamos de Ucrania, país que ve ahora cómo los combates, que se han centrado principalmente en la ciudad de Avdiivka -controlada por el gobierno-, han dejado al menos 20 muertos y a decenas de miles de residentes sin agua y electricidad en las últimas semanas.

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas advirtió el pasado mes de febrero de un "peligroso deterioro" en la región y pidió a las partes en guerra que pongan fin a la violencia. Sin embargo, ninguna de ellas parece dispuesta a ceder en este conflicto que ha precipitado las relaciones entre Moscú y Occidente a niveles similares a los de la Guerra Fría.

Hace dos años se acordó un cese el fuego en Minsk, pero desde entonces se ha logrado poco progreso para alcanzar una solución política al conflicto que se ha cobrado más de 10.000 vidas.

Estados Unidos y la Unión Europea impusieron sanciones a Rusia en respuesta sus acciones en el este de Ucrania, pero el Kremlin niega que esté apoyando a los rebeldes y ha dicho que se trata de "voluntarios" y soldados rusos que han entrado a la zona de guerra por su propia voluntad. Ahora, con la nueva administración del presidente Donald Trump en EEUU, todo está en el aire. Trump ha dicho que desea mejorar las relaciones con Putin y ha hablado de "revisar" las sanciones impuestas a Moscú, pero ni palabra de qué hará en respuesta a los combates, que no dejan de aumentar.

YEMEN

  5c8aac58360000e01c6bda7cKHALED ABDULLAH / REUTERS

Stephen O'Brien, responsable de la OCHA, visitando a niños desnutridos en un hospital de la capital yemení, el pasado 2 de marzo.

El decimosexto de los conflictos que requieren de una intervención mundial de urgencia es el de Yemen. Si lo separamos del resto es porque, posiblemente, sea la crisis más sangrante del año, para la que la ONU ha hecho un llamamiento especial de ayuda ante el riesgo de que millones de personas mueran de hambre: 3,3 millones de personas, entre ellas 2,1 millones de niños, se encuentran gravemente malnutridas. "Más de siete millones de personas en el Yemen no saben cuándo volverán a comer", denuncia el secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Stephen O'Brien.

Actualmente, casi 19 millones de yemeníes -unos dos tercios del total- necesitan ayuda humanitaria como consecuencia del conflicto. De ellos, Naciones Unidas debe atender de forma inmediata a unos 10,3 millones, los más graves, necesitados de comida, atención sanitaria, agua potable y cobijo. Desde marzo de 2015, más de 4.600 civiles han muerto y más de 8.100 han resultado heridos en el país.

El conflicto data del golpe de estado de 2014. Los separatistas del sur y las fuerzas leales al gobierno de Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, con sede en Aden, entraron en conflicto con los hutíes y sus milicias, leales al ex-presidente Ali Abdullah Saleh. A la guerra civil se sumaron islamistas como Al Qaeda y el Estado Islámico y, más tarde, una coalición árabe liderada por Arabia Saudí contra los hutíes, a los que -denuncia- apoya Irán. Casi 1.500 niños han sido reclutados por alguna de las partes enfrentadas, principalmente los rebeldes hutíes, sostiene el ACNUR.

QUERRÁS VER ESTO

Mensaje del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, al tomar posesión de su cargo.