La transgresora artista que cambió el concepto de obra de arte
Con una imaginación desbordante fue la creadora de la pieza artística más influyente del siglo XX
La revisión de la historia del arte es una asunto prioritario a día de hoy, especialmente cuando se trata de poner en valor el trabajo de muchas artistas que, de una forma u otra, se encuentran invisibilizadas, ninguneadas e incluso borradas. También merece revisión la rectificación de los errores cometidos en la autoría de obras catalogadas y adjudicadas, y una difusión suficiente para que sea un hecho reconocido. Se da la circunstancia que por lo general esos errores corresponden a nombres de mujeres artistas.
En este sentido, cabe destacar la figura de Elsa von Freytag-Loringhoven, más conocida como La baronesa Elsa, una mujer que según las últimas investigaciones debe considerarse como la autora de La Fuente, el objeto que en 1917 fue capaz de cambiar el concepto de obra de arte y plantear cuestiones definitivas como: ¿Qué es en realidad el arte? ¿Quién dice si un objeto es arte o no lo es? La Fuente se sitúa en el momento histórico que supuso el arranque del arte conceptual, por lo que en el 2005 fue valorada como la obra de arte más influyente del siglo XX, por delante de Las señoritas de Avignon de Pablo Picasso; así lo decidió un comité de personas expertas creado para ese fin.
Para Irene Gammel -biógrafa de la artista y profesora de la Universidad Ryerson de Toronto- la elección de un objeto ordinario como pieza de arte corresponde sin lugar a dudas a la estética con la que la baronesa trabajaba en aquellos momentos y está fechado que ese mismo año el artista francés Marcel Duchamp le contó en una carta manuscrita a su hermana Suzanne, que una amiga de Filadelfia le había enviado un urinario para que lo presentara en la Exposición de la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York, en la que formaba parte del jurado:
Una de mis amigas, bajo el seudónimo masculino R. Mutt, ha mandado a la exposición un urinario de porcelana como si fuera una escultura. No es para nada indecente. No había ninguna razón para rechazarlo. Pero el jurado ha decidido no exponer semejante cosa. He presentado mi dimisión y seguro que se hablará de ello en Nueva York. Me gustaría hacer una muestra con la gente que haya sido rechazada por la Sociedad de los Artistas Independientes, aunque sería un poco redundante. Además, el urinario estaría solo.
Después del rechazo por parte de la Sociedad, la pieza de porcelana se perdió y de aquél episodio sólo quedó una fotografía realizada por Alfred Stieglitz que se publicó en la revista dadá The Blind Man. Parece probable que al reaparecer el urinario en 1935 fue André Bretón el primero en atribuirla a Duchamp quien no sólo no lo desmintió, sino que empezó a producir réplicas. Es cierto que había afirmado en alguna ocasión que no se trataba de una obra suya, pero nunca mencionó a Elsa von Freytag-Loringhoven como la verdadera autora. Por el contrario, siempre jugó con la intencionalidad de que nadie daría crédito a tal afirmación, ya que Marcel también fue conocido por ser un personaje muy dado al escándalo y dueño de un carácter provocador..
Por otra parte, la utilización de un seudónimo facilitó la ocultación. Esta circunstancia no es extraña cuando detrás se encuentra la autoría de una mujer, y en La Fuente constaba la firma de R.Mutt. En 1982 se iniciaron investigaciones basadas en la carta original a Suzanne, que siguiendo la pista de Richard Mutt llegaron hasta Filadelfia, donde se pudo confirmar sin lugar a dudas que, según los datos de la biografía de la baronesa Elsa, el envío coincide en el tiempo y en el lugar.
Elsa von Freytag-Loringhoven fue la más radical de las artistas del momento. Entendió antes que nadie el poder expresivo de los objetos cotidianos. Ella misma consiguió convertirse en un ready made antes de que los ready made fueran considerados piezas artísticas. La revista The Little Review la presentó como “la única persona viva en el mundo que se viste Dadá, ama Dadá y vive Dadá”.
Elsa abarcó distintas disciplinas, la pintura, la escultura que es por la que es más conocida, pero lo más sorprende de su producción fueron las performances callejeras, que realizaba desnuda o vestida con objetos extraños. Escribió poesía fonética y también escrita que ilustró con sus propios dibujos. La mayoría de sus poemas permanecieron inéditos hasta que en el 2011 se publicó el libro Body Sweats: The Uncensored Writings of Elsa von Freytag-Loringhoven (Sudores corporales: Los escritos sin censura de Elsa von Freytag-Loringhoven). Como artista visual fue reivindicada hace apenas seis años, cuando las artistas Lily Benson y Cassandra Guan realizaron, gracias a un crowdfunding, el documental The Filmballad of Mamadada (La filmbalada de mamá dadá) en el que mostraron una cuidada biografía con testimonios de cincuenta personajes relevantes del mundo cinematográfico. El film se estrenó en el Festival Internacional de Cine Documental de Copenhague del 2013 con gran éxito de crítica.
Elsa fue una mujer transgresora en todos los límites, que usó su cuerpo como superficie artística, su sexualidad como arma revolucionaria y que con una imaginación desbordante fue la creadora de la pieza artística más influyente del siglo XX: La Fuente.