La respuesta a la emergencia climática, clave para formar Gobierno en Berlín
Las políticas verdes son insoslayables y en Alemania empieza el camino de las nuevas apuestas.
La respuesta a la emergencia climática se convierte en elemento clave en las negociaciones para alcanzar Gobierno en Alemania, una prioridad para Los Verdes, socio cotizado tras los comicios, pero que trasciende las fronteras entre partidos.
Los ecologistas, aspirantes a una victoria en sondeos de hace unos meses, no instalarán como canciller a su candidata, Annalena Baerbock, quien sin embargo resulta ser tras los comicios una participante indispensable en las combinaciones para lograr un Gobierno de coalición.
“Durante la campaña se comprobó que no es bueno para el país que seamos solo nosotros, Los Verdes, los que abordamos la protección del clima en todos sus aspectos sino que nuestro propósito es que también los asuma el Gobierno federal”, declaró Baerbock este lunes.
“Si recibimos el encargo es importante que en todos los ministerios se ponga como base la neutralidad climática como prioridad del Ejecutivo (...) como antes de las elecciones, la emergencia climática es el reto de nuestra época”, defendió la líder de Los Verdes, que alcanzaron un 14,8 % de los votos.
Baerbock agregó que las únicas “líneas rojas” de su partido en una negociación para lograr un Gobierno tendrá que ver con el objetivo de hacer a Alemania climáticamente neutral y conseguir que el país respete el medio ambiente, con la meta de lograr en conjunto la alternativa de futuro que pidieron los ciudadanos en los comicios.
Socios indispensables
El reparto de votos de las elecciones del domingo no otorga mayoría a ninguna formación y tanto el Partido Socialdemócrata (SPD) de Olaf Scholz como la Unión Cristianodemócrata/Unión Socialcristiana (CDU/CSU) de Armin Laschet dependen en sus combinaciones para un posible Gobierno del resultado de negociaciones con Verdes y el Partido Liberal (FDP) de Christian Lindner.
Baerbock declaró al segundo canal público alemán que Los Verdes tienen “un mandato, no solo para las generaciones futuras, sino el que indica que este país necesita una renovación”. Con el partido de Lindner puede compartir algunos objetivos, aunque los liberales por ejemplo ponen el objetivo de la neutralidad climática más alejado en el tiempo y rechazan incentivar el vehículo eléctrico.
Los compromisos climáticos, al menos de modo declaratorio, se extienden por el resto del espectro político alemán; así, Scholz ha dicho que “en el primer año de Gobierno tendremos que decidir sobre la extensión de las energías renovables, para que la industria pueda invertir para ser climáticamente neutral siendo competitiva”.
Laschet, por su parte, aceptó en la noche electoral la responsabilidad desde su partido de “tomar más en serio” la responsabilidad en materia climática: “Tenemos que asumirla mejor que hasta ahora”, reconoció.
La necesaria transformación
Al margen de las intenciones iniciales de los políticos, desde la industria ha habido ya mensajes en la dirección de aceptar lo que resulta ya inevitable, que tiene que haber algún tipo de transformación.
Así, el presidente de la asociación de la industria del gas Zukunft Gas, Timm Kehler, declara que el sector está preparado para “hacer de la transición energética un éxito” y apuesta por el hidrógeno, “para que la reducción en CO2 en Alemania se consiga mediante procesos bajos en carbono y no por el desplazamiento al extranjero de producción con alto coste en CO2”.
Wolfram Axthelm, director de la Asociación Alemana de Energía Eólica, dijo por su parte a “Tagesspiegel” que lo necesario es que el nuevo Gobierno alemán adopte una “acción rápida, decidida, para extender las renovables. Eso creará incentivos para el empleo y la política industrial”.
Entre los partidos que podrían formar coalición hay elementos que sin embargo todavía no coinciden: SPD y CDU/CSU ponen el objetivo de la neutralidad climática en el año 2045, mientras que Los Verdes dicen que tendrá que lograrse de aquí a veinte años y que se adelante a 2030 el abandono del carbón.
Los liberales retrasan cinco años más la neutralidad climática, piden la privatización de los ferrocarriles -SPD y CDU/CSU reclaman fomentar el transporte público sostenible o recuperar los trenes nocturnos- y se oponen tanto a la prohibición para los combustibles fósiles como al establecimiento de límite de velocidad en las carreteras.
Los Verdes ponen en 2035 el objetivo de que Alemania solo dependa de la energía renovable, que se reduzcan en un 70 % las emisiones contaminantes en 2030 y una fiscalidad al carbono que genere ingresos que sean devueltos a los ciudadanos.
En esto último coinciden con los liberales, que apoyan una fiscalidad sobre el carbono, basada en precios mundiales de mercado, pero que incluya un “dividendo climático” en forma de transferencia a las rentas de los ciudadanos.