La representante de Rusia en Eurovisión, acusada de incitar al odio por feminista, responde a la polémica
"Russian Woman' es un espejo en el que se mira mucha gente. Y no a todos les gusta el reflejo", explica Manizha Senguin.
Después de que la iglesia ortodoxa de Chipre pusiera en el punto de mira a su representante en Eurovisión, Elena Tsagrinou, por “glorificar a Satán” con la canción El diablo, ahora le toca a Rusia. Manizha Senguin y su tema Russian Woman han despertado el malestar entre los grupos conservadores y ultranacionalistas, que la han acusado de “incitar al odio” por defender el feminismo.
La disputa ha llegado hasta tal punto que el comité de investigación ruso ha abierto un caso sobre su letra y su supuesta “incitación al odio o enemistad”, después de una solicitud de una asociación de veteranos de guerra. El asunto se ha colado también en el Parlamento, donde la presidenta del Consejo de la Federación, Valentina Matvienko, ha cuestionado su victoria en el concurso para representar al país en el festival.
“Sé que mientras canto las mujeres que me escuchan me entienden, porque la desigualdad, la violencia, los abusos a los derechos humanos o la xenofobia son cosas que casi todas las mujeres han enfrentado”, ha declarado la artista en El País. La cantante entiende la polémica como una reacción a los cambios sociales de Rusia, un país en el que los jóvenes son “mucho más atrevidos, abiertos, confiados” en asuntos como la igualdad o la homosexualidad.
“Ni siquiera sospeché que lo que traía al escenario con Russian Woman no era una canción, sino un espejo en el que se mira mucha gente. Y no a todos les gusta el reflejo. Pero hay algunos que se observaron en él y repensaron muchas cosas. Ni todo el odio puede destruir eso”, ha explicado la joven de 29 años, cuya familia llegó a Moscú para huir de la guerra civil en Tayikistán en los años noventa.