La rabia tiene cura
Que el estrés empieza en tu mente, se acompaña de emociones negativas y se plasma en tu cuerpo cuando alcanza un nivel demasiado elevado, es algo que ya me has escuchado decir (o recién descubres ahora, no importa).
Cuanto mejor manejes lo que pasa con tus pensamientos y emociones, menos influencia tendrá el estrés en tu equilibrio psico-físico.
Manejarlos no es tan complejo como preparar un café con leche y nitrógeno desestructurado, pero requiere de tu atención.
Es importante que recuerdes que tú eres el dueño o la dueña de tu vida interior. Es decir, de cómo interpretas los hechos que pasan en el exterior.
Tú eliges cómo reaccionas a lo que sucede ahí afuera. Aunque creas que es inevitable preocuparte por cómo van las cosas, sientas que no tienes más remedio que enfadarte como una mona o te sientas en un túnel sin salida porque todo va mal, lo estás eligiendo tú.
Se te ha olvidado, quizás, que tú puedes elegir qué posición tomas ante las situaciones y qué acciones llevas a cabo.
Ante un mismo hecho hay quien puede desatar pensamientos cargados de miedo y hay quien puede elaborar pensamientos llenos de rabia.
Y querido amigo, querida amiga, quiero decirte que tanto el miedo, como la tristeza, como la rabia, tienen una intención positiva. Esas emociones que a veces llamamos "negativas" están en tu vida para conseguir algo favorecedor para ti.
La intención positiva de la rabia
Hablemos de la rabia.
La rabia tiene una intención positiva. Sí. Aunque parezca que es un monstruito desagradable, su misión en tu mundo es positiva.
Eso sí, si no le controlas y le dejas campar a sus anchas, se puede convertir en el inquilino más destructivo de todo el barrio.
En el momento en que se inventó la rabia, no sé si en el Big-Bang o en un momento ocioso de los dioses, se pensó que serviría para encender la mecha de la resolución de problemas. Y vuélvelo a leer: la mecha de la resolución de problemas. No es encender la mecha de la rabia porque sí.
Cuando hay un suceso exterior que considero que me afecta, la rabia viene a decirme "va, espabila que hay que encontrar alivio a esto"
Quizás no te guste lo que está pasando ni sea el momento adecuado para que suceda "eso" pero ya que está sucediendo vamos a solucionarlo.
Ese monstruito llamado rabia no está ahí sólo para poner tu casa emocional patas arriba.
Recuerda que la intención positiva de que sientas muchísima rabia en un momento preciso es que no te quedes paralizado y vayas hacia adelante.
Lo ideal es que eches mano de todos tus recursos psicológicos, de todos tus aprendizajes previos y hasta de las películas que has visto y salgas del atolladero.
Vamos a un caso real: tienes una cita con un cliente importante y pides a un amigo que te recomiende un restaurante donde haya un ambiente tranquilo y buena comida.
Quieres que se den las mejores condiciones para llegar a un acuerdo económico favorable. Sabes que tu cliente es una persona muy exigente y quieres tenerlo todo bajo control.
En el momento en que os sentáis, se pone a llover y una gotera empieza a escupir gotitas en su plato. El camarero que os atiende es nuevo y no encuentra a alguien que le diga qué hacer. Tu rabia se empieza a encender pero no la escuchas.
Os levantáis y os sentáis en otra mesa. De repente aparecen dos niños corriendo que se tropiezan y chocan contra las patas de su silla y casi tiran al suelo a tu cliente.
Tu rabia está a niveles máximos porque no entiendes que tu amigo te recomendase ese lugar, la ineptitud del camarero te abruma y el acuerdo está a punto de irse de paseo.
¿Qué sentido tiene que sientas muchísima rabia?
Que busques una solución rápida a esa situación. Si te hubieses dejado invadir por la tristeza quizás te hubieses ido a llorar a un rincón de tu mente. Si te hubiese invadido el miedo a la reacción del cliente, te podrías haber bloqueado y quedado inmóvil.
La rabia te dice: piensa algo rápido, toma acción y sigue peleando tu contrato.
Por mucho que creas lo contrario, la rabia no te dice "ponte a gritar como si fueses el león de la Metro Goldwin Meyer y que todos se den cuenta de la capacidad de tus cuerdas vocales"
Hay algo más allá de la furia sin control a la que te puedes abandonar cuando no escuchas el mensaje que tiene para ti.
Escucha a tu cuerpo. Escucha tus pensamientos. Escucha la situación.
Hay algo positivo que puedes hacer para encauzar ese momento hacia otro destino.
Está en tu mano.
A partir de ahora sé consciente de qué haces con tu rabia y para qué la usas.
Enfócate en la solución del problema a la que te invita toda la energía que despierta la rabia en ti.
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