La presión en las ucis baja: "Seguimos mal, pero vemos lucecita al final"
Hay motivos para la esperanza.
La angustia con que Juan, médico de uci en un hospital madrileño, narraba hace dos días la situación en su centro va desapareciendo hoy al constatar cómo disminuye la presión y son menos los que requieren cuidados intensivos, un sentir compartido en unos sanitarios que se confiesan agotados.
El Infanta Sofía, el Gregorio Marañón, La Paz y una clínica privada. Los cuatro, relatan a la agencia Efe sus médicos y enfermeros, han experimentado una rebaja en las urgencias, que se traduce en menos pacientes necesitados de máquinas para respirar por ellos.
“Las ucis seguimos mal, pero vemos lucecita al final”, explica este lunes a la agencia Efe un Juan —nombre ficticio— más animado que el sábado, cuando la sobrecarga de trabajo, la escasez de medios y la falta de coordinación le atraparon a la salida de la guardia hasta hacerle llorar, solo, en el coche camino a casa.
Como la pandemia, la situación en los hospitales evoluciona constantemente, y ahora parece que para bien. En el Infanta Sofía de San Sebastián de los Reyes, donde trabaja Juan, las urgencias, explica, “se están despejando”.
En las plantas se va también notando la bajada de pacientes y, aunque las ucis siguen ocupadas todas, es de esperar que a lo largo del día o mañana se abra algún hueco, algo impensable en las últimas dos semanas, cuando se tenían que derivar pacientes graves y a veces no había a dónde mandarlos.
Este médico está convencido que la falta de recursos y la descoordinación “ha costado vidas”, pero se agarra a las “historias bonitas y de esperanza” que viven a diario.
Espacio para las historias “bonitas”
Como la de un hombre por el que esta misma madrugada, desde la medianoche hasta las cinco de la mañana, han estado “peleando” todos: neumólogos, anestesistas, otorrinos, enfermeros, auxiliares y hasta el jefe del hospital. Y ha salido adelante.
“La gente lo está dando todo a la hora que sea, y eso que estamos ya todos agotados física y mentalmente” en un centro que ha multiplicado por cinco sus camas de uci a costa de que algunos de esos sitios no tengan el material adecuado.
Eduardo, enfermero compañero de Juan en el Infanta Sofía, coincide en que la situación en las urgencias “se está relajando”, pero es menos optimista respecto a las ucis.
“Siguen al borde y esto se va a mantener así o incluso va a repuntar en los próximos quince días. Las ucis de Madrid están prácticamente llenas y no sabemos cuántas camas disponibles hay exactamente”, explica a la agencia Efe.
Hay, denuncia, escasez de plantilla, que se cubre con gente con poca o ninguna experiencia y los trajes de protección, que Juan dice poder disponer ya, llegan, opina Eduardo, “de manera dispar entre días y hospitales”.
Como Juan, la ansiada salida la ve una enfermera del Gregorio Marañón que tampoco quiere dar su nombre. “El viernes por fin vimos luz al final del túnel”. Ha constatado que entra menos gente en urgencias y las carpas del hospital de campaña que montaron los militares “están vacías”.
También se ha cerrado el gimnasio como espacio para infectados y se han dejado de usar las camas extras en las plantas. “O sea, que la situación ha mejorado”, resume.
Y un neurólogo de La Paz expresa con palabras lo que España estaba deseando oír desde hace semanas: “La uci ahora es una maravilla verla”.
Explica que se están “replegando” espacios habilitados como uci -quirófanos, un vestíbulo, un gimnasio, una sala de espera, una zona de terapia ocupacional- que se empleaban para atender a los ingresados porque las zonas “tradicionales” estaban ya saturadas.
Según sus cifras, en el pico atendían unas 500 urgencias, frente a las 200 o 300 normales, e ingresaban a entre 20 y 30 pacientes. Ahora están entrando 2 o 3.
También él prefiere estar en el anonimato, al igual que una enfermera de una clínica privada madrileña que, si bien reconoce que la cosa “se ha estabilizado”, se confiesa extremadamente fatigada.
Este lunes sale de una “muy mala guardia”, que le hace ver las cosas con otro prisma. “Estamos mucho más sensibles porque continúan los fallecidos y estamos ya un poco cansados de ver tanto sufrimiento”, afirma a Efe.
Y es que por mucho que se bajen las urgencias, opina que la “estabilización” de los profesionales sanitarios no llegará hasta que vuelvan a tener un ritmo normal de guardias, dejen de ser testigos de esas muertes y vean cómo los ingresados salen de su personal túnel.