La oposición bielorrusa mide fuerzas con Lukashenko pese al apoyo del Kremlin
Minsk vive una nueva macro manifestación, regalo de cumpleaños para el presidente, mientras la UE pide elecciones limpias
Con la convocatoria de una gran manifestación en Minsk, la oposición ha sostenido su pulso con el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, crecido en los últimos días por el apoyo explícito que le ha brindado el Kremlin.
“Mire cuántos somos. No les quedará más remedio que admitir que han perdido. Y cuanto antes, mejor”, dice a Efe una joven, que sonríe al mirar la multitud interminable reunida en la Plaza de la Independencia, en el centro de la capital de Bielorrusia.
Se trata de la tercera marcha dominical convocada por la oposición “por la paz y la independencia”, tras las elecciones del pasado 9 de agosto, en las que fue declarado ganador Lukashenko, resultado que la oposición no reconoce.
La manifestación se convirtió en una ofrenda especial para el mandatario en su aniversario 66: entre las pancartas se podía leer ”¡Sal, Sahsa! (diminutivo de Alexandr) ¡Vinimos a felicitarte” y ”¡Feliz cumpleaños! ¿Te gusta nuestro regalo?”.
Apoyo de Moscú
Horas antes, el mandatario bielorruso sostuvo una conversación telefónica con su homólogo ruso, Vladímir Putin -el número de estas se ha incrementado considerablemente durante las últimas semanas-, quien le felicitó por su cumpleaños.
Esta llamada se efectuó días después de que Putin admitiese tener una reserva de uniformados dispuestos a intervenir en Bielorrusia a solicitud de Lukashenko en caso de emergencia.
Pero esta amenaza no amilanó a los opositores: en esta ocasión, según constató Efe, la convocatoria fue comparable a la del domingo anterior, cuando acudieron a la manifestación más de 100.000 personas, hecho que confirmó el canal de Telegram opositor Protesti v Mire (Protestas en Paz).
Y todo ello, pese a los intentos de la policía de contener e intimidar a los manifestantes, ya que desde horas de la mañana bloqueó con vallas metálicas la Plaza de la Independencia, ubicada frente a la Casa de Gobierno, residencia de Lukashenko, y desplegó gran cantidad de carros y autobuses de la policía y coches celulares.
Cuando los opositores comenzaron a reunirse en columnas para marchar en dirección de la sede del mandatario, los agentes del orden no solo exigieron a la multitud que se marchase, sino que interrumpieron el paso de los opositores con vallas, vehículos y cadenas policiales, ante lo cual las columnas se vieron obligadas a dar rodeos por la ciudad.
Aún con todo, la marcha arrancó con miles de personas, a las cuales se fueron sumando gente de diversos barrios de la capital que demoraron en llegar debido al cierre de las cuatro estaciones de metro más cercanas al recorrido anunciado por la oposición.
“Estoy aquí para expresar mi posición política”, asegura a Efe Alexei, un joven uniformado de 25 años que ocho días después de las elecciones solicitó su baja de las fuerzas de Interior.
Acción policial
La policía, que ha ganado a lo largo de estas tres semanas fama por el uso arbitrario de la fuerza y el acoso de los periodistas, no demoró en comenzar las detenciones: en algunos casos la multitud trató de evitar los arrestos e incluso se fue de las manos con los agentes del orden.
La portavoz del Ministerio del Interior, Olga Chemodánova, informó de que poco después del inicio de la marcha “una multitud se abalanzó contra un auto de la policía y lo dañó”, mientras que los agentes detuvieron a 125 manifestantes “por su participación en protestas masivas no autorizadas”.
Los uniformados formaron filas para bloquear a los manifestantes, algo que lograron en varias ocasiones, pero en otras fueron empujados por la multitud que los superaba en número entre gritos de ”¡Cómo no les da pena! ¡Vergüenza! ¡Este es nuestro país! ¿Qué hacen?”.
Pese a los esfuerzos de la policía, el grueso de los manifestantes lograron acceder a la Plaza de la Independencia y se mantuvieron allí durante largo rato, pese a la lluvia que comenzó a arreciar y la llegada de siete blindados artillados con ametralladoras de grueso calibre.
Cuando los opositores comenzaron a retirarse, calados hasta los huesos por la lluvia de agosto, lo hicieron con la satisfacción de haber obligado al mandatario a exhibir, una vez más, la fuerza militar bruta ante una multitud desarmada y pacífica que defiende sus derechos.
La UE pide elecciones limpias
Por su parte, el Alto Representante de la Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Josep Borrell, ha emplazado este domingo a las autoridades bielorrusas a convocar unas nuevas elecciones presidenciales que se celebren con la presencia de observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
Para Borrell, la mejor solución a la crisis política pasa por una repetición electoral “bajo control de la OSCE”, según una columna publicada este domingo en el periódico francés Journal du Dimanche. “Hasta entonces, solo podemos expresar nuestra preocupación. Tenemos que sancionar a los responsables si la UE quiere ser coherente”, ha remachado en referencia al proceso sancionador puesto en marcha por Bruselas.
Lukashenko se impuso en las elecciones del pasado 9 de agosto, denunciadas como fraudulentas por la oposición. Sin embargo, el principal respaldo político de Lukashenko, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha asegurado que la OSCE rechazó una invitación de Minsk para enviar observadores.
“Este conflicto no enfrente a Europa con Rusia, sino a Bielorrusia con sus líderes. Los manifestantes que rechazan los resultados electorales no tienen la bandera de la UE, sino la antigua bandera del país”, ha argumentado Borrell en su artículo. Así, Borrell ha lamentado que Moscú “quiera evitar que los europeos ayuden a la sociedad civil alzada contra unas elecciones presidenciales fraudulentas”.