La mejor mujer del mundo
Típicos comentarios de morra o morro sin hijos: "ojalá las vacaciones nunca acaben", "ojalá los niños y niñas no regresen a la escuela nunca". Sí, yo los dije también en alguna ocasión. "Son lo peor que nos ha pasado, las colas afuera de las escuelas, autos en doble fila, más carros en las calles y por ende, más tráfico".
Pues, en un parpadeo ya era mamá de tres y ahora odiaba el momento en el que la maestra con una sonrisa me daba la última boleta del año escolar de mi hijo y me decía: "Señora, ahora sí son todos suyos".
¿Qué haces con tres retoños desmadrosos que odian los cursos de verano si tienes que trabajar?
Es más, creo que les creé un trauma. Mi hijo el mayor no olvida cuando a los 4 años lo enviamos a un curso donde le daban yoga y se aburría tanto que todas las mañanas pedía a gritos que no lo lleváramos, que prefería quedarse a ver la tele, a picarse los ojos, a ayudar en la casa, a lo que sea.
Y al momento no lo he solucionado, veo cada julio llegar con angustia. Sé que igual se levantarán temprano, que comerán todo el día, que varias veces repetirán que están aburridos, que cuando llegue me dirán: "¿Mamá, mañana vamos a hacer algo?" A lo que respondo: "Yo sí, trabajar, ¿y tú?"
Los entiendo, de verdad que sí. Un departamento, tantas horas libres y una energía desbordada, ¿qué hace uno con eso?
Bueno, pues mi estrés de verano tiene mucho que ver con que quienes decidimos en convertirnos en padres y madres en este país no tenemos muchas opciones.
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENEO) 2017, entre más hijos tengas, más obligada te verás a dejar tu trabajo: "la mitad de las mujeres de 15 años y más que tienen de uno a dos hijas o hijos (49.6%) participa en el mercado de trabajo, mientras al tener de 3 a 5 hijas e hijos disminuye a 41.4%, y apenas 22.7% de quienes tienen 6 o más es económicamente activa".
A esto agrégale que ocho de cada 10 mujeres que trabajan en este país con al menos un hijo no tiene servicio de guardería.
Entonces, díganme: ¿qué hacemos?
En lo personal tengo la suerte (y tienen mi marido e hijos) de que en nuestra casa viva una persona amorosa que ha decidido dedicarnos su vida. Se llama Maruca y es mi segunda madre. Es ella quien me dijo: "No, el niño no debe estar todo el día en la guardería y tú no puedes dejar de trabajar. Me voy a vivir contigo".
Y sí, Maru, estoy segura, es la mejor mujer del mundo. Porque no únicamente le interesa que mis hijos se desarrollen: juega con ellos, les cocina, se ríen juntos; también es quien ha permitido que yo sea la mujer profesionalmente plena que soy hoy. Ella tiene 69 años y tiene más vitalidad que yo a mis 37.
No le gusta que le dé dinero, aun así lo hago; tampoco le gusta que le pague el Seguro Social y aun así lo hago, pues creo que darle los derechos que merece no la hacen menos de mi familia.
La verdad es que si algo envidian mis amigos y amigas de mi vida es que yo tengo a Maru y ellos no, ya que la vida de una pareja trabajadora es difícil, ahora ambos están fuera de casa todo el tiempo y los niños y niñas viven en guarderías, escuelas y talleres.
¿Qué necesidad caray? Aquí pido un poco de comprensión a las y los empleadores pues estamos criando y trayendo al mundo a las futuras generaciones que harán que este mundo siga girando, ¿por qué no darnos más tiempo libre para poder estar con ellos o ellas?, ¿por qué tenemos que pagar un curso de verano carísimos para que se "entretengan" si bien pudieran estar con nosotros?, ¿por qué las mamás tenemos que dejar de lado nuestras carreras profesionales?, ¿por qué Maruca tiene que criar a 3 niños que no nacieron de su vientre -pero son tan suyos como míos-? Pues, porque en mí país nos dan 6 días de vacaciones y a veces un par de días más en semana santa y diciembre.
Así que como se imaginarán, yo ya no me quejo más de las mamás que llevan a sus hijos a las escuelas ni del regreso a clases. Seguro detrás de esa historia hay una mujer que no tiene a una Maru en casa.
Este post se publicó originalmente en el HuffPost México.