La insolidaridad de la pandemia: por qué hay gente que oculta el coronavirus
"No quiero que piensen que tengo el bicho".
“Tengo que salir a la calle, no se vayan a pensar que tengo el bicho”. La mujer que suelta esta frase en un municipio de Madrid refleja que está más preocupada de que sus vecinos piensen que está contagiada a contagiarse en sí.
Su caso no es único: cada vez son más los que ocultan a su entorno que tienen coronavirus o que ignoran los síntomas para no tener que ir a hacerse la prueba. Aumentan las denuncias en redes sociales de quienes han estado en contacto con un positivo sin saberlo porque el contagiado no se lo dijo o las críticas hacia los que tienen algún síntoma pero prefieren dejarlo pasar y seguir haciendo vida normal.
Dada la relevancia de los rastreos para controlar la pandemia y la insistente llamada a la solidaridad de las autoridades políticas y sanitarias, ¿qué es lo que lleva a algunas personas a avergonzarse de haberse contagiado, a no querer bajarse la app que notifica los contactos con positivos o a no querer ni siquiera hacerse la prueba? Hay muchas razones pero todas tienen un hilo común: el miedo.
La fobia
El miedo deriva en las fobias. “Algunas personas tienen terror a hacerse un análisis. Son pacientes fóbicos que hacen la técnica del avestruz”, explica el médico y psiquiatra Benito Peral. Prefieren no hacerse la prueba por si reciben una mala noticia. “Es un sentimiento primitivo e irracional”, explica el experto.
Esta fobia no surge sólo con el coronavirus, sino que existe desde que el mundo es mundo. Algunas de las personas que lo experimentan pasan años sin ir al médico para hacerse algo tan sencillo como un chequeo. También lo afirma así la psicóloga sanitaria del Center Psicología Clínica Rosa Portero, quien explica que en la situación actual se está actuando por miedo: “A veces, el hecho de no hacerte la prueba hace que evites el sufrimiento de ser positivo. Esto es evitar a corto plazo un generador de estrés, pero a largo plazo es mucho peor”.
Motivos económicos
El entorno laboral y una situación económica “difícil” también es otro de los condicionantes que llevan a algunas personas a ocultar la enfermedad, según ambos expertos. “Hay quien no quiere ser apartado de su trabajo 15 días y, si tiene síntomas leves, no le da importancia porque prefiere no decir nada a perder su puesto”, explica Peral.
Portero coincide con su compañero en que se producen estos casos, más aún si existe una situación socioeconómica “difícil”. Hay familias, sostiene, a las que les cuesta mucho coger una baja por las posibles consecuencias que puede tener y millones de autónomos que son conscientes de que un día sin trabajar equivale a un día sin cobrar.
La estigmatización y el juicio
A las fobias y los factores económicos se añade también “el miedo a sentirse juzgado” y a la estigmatización, “que la hay”, explica Peral, “sobre todo en entornos rurales o más cerrados”.
Porque sí. Hay quienes huyen de comunicar su contagio por no sentirse señalados o “juzgados” por miedo. “Miedo al juicio del entorno, a que se juzgue el comportamiento que ha tenido, si ha tomado o no las medidas necesarias...”, explica Portero.
Se trata de un sentimiento irracional, pero “el ser humano no siempre se mueve por la razón”, asevera Peral. Es más irracional aún si se tiene en cuenta que el deber ciudadano es comunicar el contagio y, si no se hace, el juicio y el señalamiento será mayor.
Información confusa y bulos
Los bulos y la información confusa y continuada sobre el virus podría ser otro factor para mirar hacia otro lado. Desde el principio de la pandemia “hemos visto diferentes opiniones” sobre el uso de la mascarilla, síntomas nuevos y fake news sobre temas como el origen del Covid-19... “El hecho de que haya tanta información tan mal gestionada puede llevar a que produzca rechazo a la hora de informarse” y a ese “miedo” irracional, dice el experto.
¿Qué pasa con los jóvenes?
Desde que se acabó el confinamiento son muchas las críticas al comportamiento de la juventud respecto al coronavirus: botellones, discotecas sin medidas de seguridad, encuentros multitudinarios... Peral, que lleva más de 20 años dando clase en la universidad, asegura que no cree que se trate de “insolidaridad”, sino más bien de otros factores: “Por ejemplo, el deseo de socializar tras el confinamiento, la creencia de que a ellos no les afecta tanto y la consecuente sensación de omnipotencia”.
Pero sí les afecta: aún no están claros los efectos secundarios que produce el coronavirus pero sí se han sucedido casos de personas de todas las edades que sufren trombos tras contagiarse y otras secuelas. También en jóvenes y personas sin patologías previas. La edad media ha bajado en España los últimos meses por un aumento de contagios entre la población de menor edad.