La foto maldita de Feijóo
Los tiempos de la ingenuidad, mezclada en ciertos casos con dosis excesivas de soberbia, han acabado. O al menos, ha aumentado el riesgo de la falta de precaución cuando no es oro todo lo que reluce ni master todo lo que parece. Y el gallego Núñez Feijóo tiene una foto que le perseguirá en las redes, porque en las redes todo es inmortal, por ahora, y pasto de sospechas, reguero de dudas, prevención 'por si las moscas', que es la imagen en una lancha de recreo con un narco gallego.
Ciertamente, el presidente de la Xunta ha presentado su solaz despreocupado en el yate de Marcial Dorado como resultado de una casta y pura amistad, cuando ignoraba que su amigo y anfitrión era un peligroso delincuente. Pero, a fuer de sinceros, reconozcamos todos que en los tiempos que corren se ha comprobado que en un elevado porcentaje es cierto el refrán basado en la estadística histórica del neolítico para acá que "piensa mal y acertarás". O no, también es verdad, que para algo se inventaron las excepciones.
Asumámoslo: siempre habrá quien establezca la primera propiedad transitiva, aunque no venga a cuento. A Aznar lo perseguirá hasta después de la lápida la colección de fotos de los invitados en el Real Monasterio y Panteón a la boda de su hija Ana con el prometedor emprendedor Agag. Como a Rajoy lo perseguirá 'in artículo mortis' el mensaje aquél de 'Se fuerte, Luis' enviado a Bárcenas, 'mememizado' con la coña tuitera de un 'Sé fuerte, Mariano'; o su salvavidas pinchado cuando la mierda le llegaba al cuello de que "esta no es una trama del PP, sino una trama contra el PP".
José Manuel Soria, en una de sus habituales clases magistrales a la parroquia, decía una vez que lo peor no era meter la pata, sino saber sacarla. Como luego se pudo comprobar, la teoría suena bien, pero en la práctica (lo de los 'papeles de Panamá' y todo aquello del lío de su estancia gratis 'amigabilis' en un hotel de República Dominicana, que perdió por goleada judicial....) el suspenso fue de 'cero patatero'.
La fotografía con el narco no le ha pasado factura en Galicia, donde ha seguido cosechando – abultadas mayorías. Salvo sorpresas, que como las meigas, 'haberlas haylas', el caciquismo tiene extensas raíces, muy profundas en el alma rural, poco propensa a cambios bruscos.
Aunque a veces la explotación acaba por explotar, y hay ejemplos de villas antaño moderadas que de repente se han vuelto del Bloque nacionalista, y ciudades que parecían adormiladas, que han dado su voto al PSOE o a las Mareas aliadas con Podemos... Quizás Feijóo presiente que el granero de votos tiene problemas de reposición a medio plazo. La penetración brusca de las 'mareas', y todo el radicalismo cercano a 'Podemos' complica el panorama. Ya no solo el 'efecto Abel Caballero' irradiado desde Vigo por su alcalde, presentidor del macronismo antes de que Emmanuel Macrón siquiera sintiera la llamada del destino; es que opciones del área podemita también han cobrado posiciones no solo de la periferia o el arrabal urbano.
Como me decía un ortegano que dejó de votar a Fraga porque pasó la autopista de la costa por el interior, atravesando su pueblo natal de Villalba, un caserío en medio de la nada, y dejando de lado el litoral, "irresponsable condena la ruina" desde Burela, Vivero, Ortigueira, Espasante, hasta Ferrol, "Galicia está despertando". Aunque cada uno despierte por razones distintas, y en ocasiones contrapuestas.
Hay otros datos sobre Galicia, que desdicen de los fastos populares. Entren en Google, que es muy fácil y accesible, y busquen los datos de población: a 1 de enero de 2017 Galicia registró una población de 2.710.216 habitantes, lo que supone, según Europa Press, un descenso de 8.886 con respecto a 2016. El rural se muere, dicen, y es verdad. El salto atrás se visualiza en un dato: ha vuelto a las cifras de 1997: 2.717.749. En 1981 era de 2.811.912. En 1940, era de 2.638.557. La estabilidad poblacional ha contribuido a la despoblación del medio rural por la fuerte atracción de ciudades como Vigo, Santiago o Coruña.
La política del gobierno autonómico ha fracasado en la atracción de inversión exterior generadora de empleo. E incluso ha dificultado algunos de sus mayores potenciales, como la agricultura forestal, un enorme vivero de trabajo, disimulado por el humo de los pirómanos, la devolución a su estado natural de muchas rías, destrozadas por las consecuencias de contaminaciones o vertederos ilegales de áridos, incapaces de generar riqueza por falta de dragado, cada vez más impracticables a la navegación y el marisqueo; la falta de una estrategia digital que cubra gratuitamente todo el territorio y lo haga atractivo para el establecimiento de emprendedores...
"Si uno recapacita – me comentaba un socialista importante de A Coruña- Alberto es un fenomenal vendedor de humo. Como es habitual aquí – añadía- un poco antes de los procesos electorales se vuelve a descubrir América, y aparecen – mexicanos, por ejempo, muy interesados en construir 'floteles' – hoteles flotantes - en 'Astano'.... Cosas que luego quedan en nada, pero que aumentan la frustración". En unos montes de Mañón (Lugo) un maderista se quejaba de que la Xunta "no ha peleado por nosotros, por el sector de la plantación y la producción maderera, el verdadero oro gallego, sino por las industrias. Hoy la tonelada vale menos que hace veinte años...."
Y luego están las privatizaciones, o como se les llama en lenguaje distractivo, la 'externalización' de la Sanidad. "Una cosa deben ser los conciertos como ayuda, y otra cosa que la sanidad pública pierda poder; porque con menos sanidad pública hay menos investigación, menos MIR.... Menos calidad, en suma. Que la empresa privada, que a lo que va es a ganar dinero, no a practicar políticas sociales, 'roba' a la pública fichando a profesionales cuya especialización ha pagado el Presupuesto..."
Una sanitaria ferrolana tiene una explicación sobre el éxito gallego de Feijóo: "Ha actuado a la gallega, ha actuado con discreción, porque nunca ha dicho verdaderamente lo que piensa ni de Fraga, ni de Rajoy; ha aprendido la lección de lo que no se debe hacer, ha mantenido un perfil bajo... y si se va a Madrid mantendrá este talante, hará un pacto con Ana Pastor, que tiene esas mismas cualidades y es su repuesto más seguro, para que las cosas sigan como siempre". Como Fraga, pero sin 'gaiteiros'.
Es una alineación planetaria lo que ha ocurrido para que el presidente de la Xunta se atreva a dar el paso, se atreva a moverse y a insinuarse, dejarse querer para ver los apoyos que tendría, si sería un plebiscito o qué, aunque fiel a su forma de ser, y de estar, aún no ha dicho ni sí ni no ni todo lo contrario. Rajoy se ha ido, y casi todo el mundo sabe cómo ha sido. Todo queda pues abierto para la sucesión. En Galicia el futuro viene con nubarrones, pero Ana Pastor quizás estaría dispuesta a dar el paso, dejar la presidencia del Congreso y optar a la Xunta. No habría contestación interna, sería todo muy natural, tranquilo, sosegado....
Para Alberto Núñez Feijóo y su ambición soterrada, Madrid, y España entera, no es la Galicia en la que ha gobernado con displicencia. Ni la prensa nacional es como la prensa local, o una parte de ella, o como las radios y televisiones, que en los tiempos de crisis padecen de una insuficiencia respiratoria que solo palia la respiración asistida por los generosos fondos publicitarios de la Comunidad Autónoma.
Se verá en unos meses cómo la foto rodará otra vez por las redes, se multiplicarán los usuarios y producirá millones de tuits y retuits. Y tendremos otro candidato a presidente bajo sospecha. Otro más. Ya en 1986 este mal atenazaba al PP gallego, y a la Xunta, y su vicepresidente, un joven Mariano Rajoy, recibido como "la gran esperanza blanca", por algunos periodistas, marcaba distancias y sin entrar en los 'temas personales' reconocía en una entrevista el problema y hablaba de la transparencia y el respeto a las normas como vacunas infalibles.
El dato de que Feijóo atraiga mayorías en las autonómicas – vamos a ver qué pasa en las próximas - no es suficiente para garantizar que esto se pueda extrapolar 'mutatis mutandis', cambiando alguna cosa, al plano nacional, mucho más complejo y sin ataduras. Encima, el PP está en un plano inclinado, donde o baja muy aprisa, o sube con mucha dificultad.
Los sumarios de la Gürtel, y no sólo de esta trama, seguirán aflorando en el particular vía crucis del PP, que no ha terminado con la crucifixión política de Rajoy. La revolución aplazada por el partido conservador, la 'catarsis' pendiente de la derecha, necesita un cambio 'revolucionario' que acepte realidad. Los candidatos y sus equipos serán observados con lupa, y con retrovisor. Cristina Cifuentes y Maxim Huerta, etcétera, son semáforos en ámbar.
O sea, que "lo más seguro es que cualquiera sabe".