La Europa de mañana
El aniversario de la Unión Europea nos sirve para mirar al futuro en tiempos de pandemia.
El 9 de mayo es el día de Europa. Celebramos la Declaración de Schuman, el ministro francés de Asuntos Exteriores que en 1950 sentó las bases de la construcción europea. Esto ocurrió cuando el duelo por los millones de muertos era reciente y resultaban visibles los escombros del continente destrozado.
Robert Schuman —con otros líderes lúcidos— lanzó esta visión: nunca más una guerra entre países europeos. ¿Cómo conseguirlo? Creando una institución común que asociara y gestionara la producción del carbón y del acero, vitales para la industria de aquel tiempo. Un año después se firmó el Tratado de París que dio forma a la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, el molde sobre el que se construyó la UE.
España, bien lo sabemos, tardó en incorporarse al proyecto europeo, incompatible con el franquismo. Por eso asociamos la democracia y la libertad con Europa. Cuando yo era niña existía una frontera real a pocos kilómetros de donde nací. Nos llegaban los ecos de las democracias, de las innovaciones en Europa. Estábamos cerca, pero estábamos lejos.
Queríamos ser como ellos, como los europeos, que nos miraban con desconfianza. Todavía recuerdo haber escuchado que África empezaba en los Pirineos.
Queríamos vivir como ellos, y entrar en Europa suponía un espejo en el que mirarnos para medir nuestros límites y superarlos. Después de muchos esfuerzos, llegó el momento, en 1986. Y no solo se eliminó la desconfianza: empezamos a recibir mucho dinero, a través de los diversos fondos europeos, para empezar a equilibrarnos, para poder dar un salto de gigante en infraestructuras, en comunicaciones, en servicios… En bienestar económico y social.
Los otros saltos europeos ya los dimos juntos. En 1995, diez años después del ingreso de España, entraba en vigor el Acuerdo de Schengen. Adiós al control fronterizo de mi niñez en Hendaya, adiós a las barreras para personas y mercancías, bienvenida la libertad de circulación. España se puso de moda, las inversiones llegaban a nuestro país. Y sí, nuestro país se modernizó.
Pero esa es otra historia.
La historia de hoy es aprovechar el día para tres cosas. Primero, para que nos acordemos de que esta Unión Europea se construyó sobre las cenizas de una guerra terrible que costó millones de vidas y dejó destrozado el continente; y que precisamente nosotros, los europeos, no deberíamos olvidar nunca qué es lo que puede llegar a pasar cuando las palabras del fanatismo y el odio de algunos políticos sin escrúpulos lo contaminan todo y convierten a gente normal en soldados de la intolerancia.
Segundo, el 9 de mayo es un buen día para recordar también que la UE es un conjunto de Estados con intereses y valores comunes. Democracias y mercados en una unión cada vez más estrecha, porque los tiempos marcan la interdependencia y la necesidad de afrontar unidos los retos. La pandemia nos lo ha dejado claro, por si había dudas.
Y tercero, para deciros que este 9 de mayo de 2021 se inaugura la Conferencia sobre el Futuro de Europa, una excelente oportunidad para reflexionar juntos: instituciones, sociedad civil, jóvenes con ganas de participar, adultos que rejuvenecen cuando se acuerdan de lo que era la España no europea... Yo voy a hacer propuestas en esta conferencia con una idea fija: poner en el centro del sistema a la gente, a través de un estatuto de ciudadanía europea más completo.
Vamos a hablar, vamos a escucharnos en todos los rincones de la UE. La pandemia nos ha colocado contra las cuerdas. De nuevo me dirijo a vosotros, a la gente joven que tan difícil lo tiene en muchos países como el nuestro: tenéis que aprovechar para salir al aire, a esta plaza europea, para contribuir a que mejoren las reglas de juego, las decisiones que os afectan, las soluciones que necesitamos.
Mirad hacia afuera un momento: en la geoestrategia mundial, con economías emergentes muy poderosas, y no siempre democráticas, los europeos nos jugamos el futuro en todos los sentidos. Necesitamos coordinar juntos intereses y valores, con la cabeza y el corazón, si queremos tener presente y futuro.
Es un buen momento, porque es un momento difícil: no nos queda otra que transformar la situación de crisis en búsqueda de oportunidades. Para abordar los problemas viejos y los nuevos. Para evocar los antiguos sueños y lanzarnos a los próximos.