La era de los grandes depredadores
Los expertos no se ponen de acuerdo sobre la causa: quizá masivas explosiones volcánicas en Siberia (no, señor Moa, Stalin no tuvo nada que ver), o a lo mejor el impacto de un avieso meteorito, pero lo cierto es que durante un espacio de tiempo llamado " la extinción del Pérmico/Triásico", murieron nueve de cada diez especies del mar y siete de cada diez terrestres. Una verdadera escabechina.
Tras el luctuoso evento pasaron miles de años hasta que se produjo la siguiente explosión de vida, ya con los dinosaurios como protagonistas, de los que particularmente nos interesan los grandes depredadores, vértice de su cadena trófica y mina de oro para cineastas sin demasiados escrúpulos científicos.
Y entre todos ellos, sin duda era el Tyrannosaurus Rex el más colosal, una especie que evolucionó desde el tamaño de un ser humano hasta los 12 metros de largo, 4 de alto, 8 toneladas de peso y una nada despreciable velocidad punta cercana a los 20 kms/hora.
Estas magníficas moles no solo evolucionaron su cuerpo, sino también su cerebro, haciéndose más inteligentes y especializados, aterrorizando a todos los ecosistemas sobre la tierra, y comiéndose todo lo que quisieron excepto a Jeff Goldblum, algo que nunca les perdonaré -lo de Goldblum, me refiero-.
Pues bien, algo similar ha sucedido en la política española, en la que en un espacio muy corto de tiempo, una nueva especie de político ha terminado por imponerse en las direcciones de los principales partidos: Los grandes depredadores.
Pablo Casado, tras un verdadero campañón de primarias, ha sido el último 'T-Rex' en hacerse con el poder en un partido como el PP, que de pronto ha rejuvenecido 30 años y, como a buen seguro anunciarán las encuestas de septiembre, que comenzará una remontada similar a la protagonizada por Sánchez tras hacerse con el Gobierno, la de Rivera al ganar las elecciones catalanas o la de Iglesias tras la primera edición de su asamblea de Vistalegre.
Los cuatro, para empezar, proceden de organizaciones políticas juveniles, que a partir de ahora serán un poco más respetadas, al menos como escuela de esgrima dialéctica y operaciones políticas.
Los cuatro son jóvenes, poseen una buena presencia física, manejan medios y redes con soltura y son conscientes de que se van a medir en unas elecciones con otros depredadores de sus mismas características.
Y por fin, los cuatro han demostrado que saben ganar el poder en sus respectivos partidos empleando todos los recursos a su alcance, especialmente una exquisita crueldad que solo se aplica a quien comparte tus siglas, pero no pertenece a tu clan.
Ahora el reto de todos ellos es demostrar que además de ganar primarias internas, también saben ganar elecciones generales, que es un arte bien diferente, porque como bien saben en EE UU, las primarias se ganan en los extremos, pero las elecciones en el centro, y cuanto más hayas desplazado tu discurso en las primarias, más rápidamente tendrás que correr hacia el lado contrario cuando se convoquen elecciones generales.
La era de los partidos fuertes con controles y contrapesos a sus líderes forma parte del pasado. España y buena parte de Europa se han incorporado plenamente al modelo norteamericano en el que las estructuras partidarias son poco más que cascarones electorales efímeros, e incluso yendo más allá, "movimientos" políticos, es decir, gaseosos trajes a medida del líder que le molesten lo menos posible a la hora de tomar decisiones.
La era en la que los grandes hervíboros con visión transversal de estado a medio/largo plazo y programas de legislatura dominaban la tierra ha llegado a su fin, llega el tiempo del infotaintment y de la tertulia televisiva permanente, el de encuesta y panel de gatillo fácil acompañadas de su equipo de respuesta rápida, el tiempo de los grandes depredadores.
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