La economía puede convertirse en la peor pesadilla de Trump
Los Estados del corazón industrial de EEUU están muy decepcionados con el presidente, al que apoyaron hace cuatro años.
Poco queda ya de aquel sueño americano reencarnado por el magnate Donald Trump en su campaña a las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016, bajo el lema Make America Great. La pandemia del coronavirus ha echado por tierra la estrategia de los republicanos para los comicios del próximo martes 3 de noviembre. La economía, que era la gran baza de Trump, puede convertirse ahora en su peor pesadilla.
La historia no está del lado del actual inquilino de la Casa Blanca. Ningún presidente de Estados Unidos ha sido reelegido en medio de una crisis económica. “Ante un contexto de malos datos económicos y de recesión, un presidente que quiere ser reelegido pierde. Así ocurrió en el caso de Bush padre y de Jimmy Carter”, recuerda Eszter Wirth, profesora de economía de la Universidad de Comillas ICADE.
Antes de la llegada del coronavirus, la economía estadounidense crecía y nada vaticinaba los nubarrones en el horizonte. “Había un cierto optimismo, porque en enero se había firmado la tregua en la guerra comercial con China, la fase 1, y había una cierta estabilidad con un crecimiento medio del 2,5% en los últimos años”, asegura Carlota García Encina, investigadora principal de Estados Unidos y Relaciones Transatlánticas del Real Instituto Elcano.
“Al principio parecía que todo iba rodado, la economía iba bien hasta febrero y marzo, cuando llegó el coronavirus. Los datos del paro eran bajos, del 3% o 4%. Estaba prácticamente con pleno empleo”, coincide Wirth.
Gracias a esos buenos datos económicos, la suerte parecía sonreír a Trump. Su reelección parecía un mero trámite. “La reelección es como un referéndum para él, en el que se decide sobre lo bien o lo mal que lo ha hecho”, señala Wirth. Nadie se imaginaba a otro inquilino en la Casa Blanca durante los próximos cuatro años.
Un desplome sin precedentes
El jarro de agua fría para Trump llegó en primavera con la irrupción del coronavirus. La pandemia golpeó con muchísima fuerza a la mayor economía del mundo. El producto interior bruto de EEUU se desplomó un 31,4% en el segundo trimestre respecto al año anterior. Un hundimiento sin precedentes en tiempos de paz, que puso fin al periodo de crecimiento más largo de la historia del país.
Cuando apenas quedan unos días para las elecciones, este jueves se ha conocido que la economía estadounidense rebotó un 33,1% en el tercer trimestre. Sin embargo, el PIB sigue todavía un 3,5% por debajo del nivel que había a finales de 2019, según la Oficina de Análisis Económico.
Así ha evolucionado el producto interior bruto de EEUU en las últimas décadas:
Si no puedes ver el gráfico, sigue este enlace.
Al igual que ocurrió en España, los efectos colaterales de la pandemia se notaron en el mercado laboral. El coronavirus destruyó de golpe 20,8 millones de puestos de trabajo en abril por la paralización de las actividades económicas, de los que hasta ahora se han recuperado poco más de la mitad.
Las solicitudes semanales de prestaciones por desempleo se dispararon en la última semana de marzo, alcanzando un récord de 6,86 millones peticiones, según los datos del Departamento de Trabajo. Un incremento sin precedentes que reflejaba la inestabilidad del mercado laboral estadounidense.
Desde entonces, el número de peticiones de este subsidio han disminuido gradualmente hasta situarse en torno al millón de peticiones semanales a finales de agosto. Los últimos datos disponibles se corresponden con hace dos semanas, cuando se realizaron 787.000 solicitudes.
A pesar de la reactivación de la economía, el coronavirus todavía lastra el mercado laboral estadounidense. Los perceptores de subsidio por desempleo sumaban en total 8,37 millones de personas hace 15 días.
Si se tienen en cuenta todos los programas de ayuda, el número de beneficiarios ascendía entonces a 23,15 millones de personas. Unas cifras inimaginables hace solo un año, cuando apenas había 1,39 millones beneficiarios.
Así ha evolucionado el número de peticiones de ayudas por desempleo:
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A pesar de estos malos datos, Trump no deja de insistir en lo bien que va la economía y lo terrible que sería todo si ganase el demócrata Joe Biden. Sabe que es su única baza para ganar. “Nuestra economía lo está haciendo muy bien y está preparada para alcanzar nuevos récords. Biden destruirá todo con sus enormes subidas de impuestos. ¡No dejes que pase!”, publicaba el presidente estadounidense este fin de semana.
Las promesas rotas de Trump
Nadie se lo esperaba, pero Trump llegó a la Casa Blanca hace cuatro años con una serie de promesas que parecían más bien una carta a los Reyes Magos, porque eran muy difíciles de cumplir. Aparte del famoso muro con México, el candidato republicano prometió crear 25 millones de puestos de trabajo y un crecimiento anual del producto interior bruto del 4%.
Los economistas advirtieron en su momento de que era imposible y el tiempo se ha encargado de darles la razón. La realidad es que las cifras económicas de Trump se han mantenido en los mismos niveles que tenían en el último mandato de Barack Obama.
“Trump no cumplió parte de sus promesas. El crecimiento económico durante su mandato ha sido bueno, un 2,2% en 2017, un 3,2% en 2018 y un 2,3% en 2019, pero él prometió que iba a ser del 4%”, recuerda Wirth.
Trump basaba este crecimiento en una reforma fiscal, que aprobó a finales de 2017 tras muchos meses de negociaciones, La rebaja de impuestos beneficiaba especialmente a las grandes empresas y a los más ricos. “Esa reducción de impuestos a las grandes corporaciones no ha dado los frutos prometidos”, afirma García Encina.
No solo se equivocó con su pronóstico sobre el crecimiento; Trump tampoco estuvo muy acertado con sus promesas sobre el mercado laboral. “Había prometido crear 25 millones de empleos en 10 años. En realidad, se crearon 6,6 millones de empleos entre 2017 y 2019. No está mal, pero se esperaba mucho más, sobre todo porque durante el segundo mandato de Obama se crearon más puestos de trabajo”, señala Wirth.
“Trump subraya mucho que el desempleo estaba en el 3,5%, en niveles históricamente bajos. Sin embargo, en los últimos años de Obama ya estaba por debajo del 5%”, apunta García Encina.
El olvidado corazón industrial, la clave
El verdadero problema que tiene Donald Trump en estas elecciones se ubica en los Estados de la región del Medio Oeste (Midwest), como Wisconsin, Míchigan y Pensilvania, que fueron clave para su victoria en 2016 y que ahora podrían darle la espalda.
“La agenda populista de Trump estaba orientada hacia el corazón industrial de Estados Unidos. Se suponía que el proteccionismo iba a hacer que la industria norteamericana volviera a ser competitiva. Pero no ha conseguido resucitarla. Más bien lo contrario, las barreras comerciales han sido un lastre para el corazón industrial”, señala García Encina.
″Trump prometió revitalizar el sector manufacturero en la parte noroeste del país, que son los Estados de Míchigan, Wisconsin, Ohio, Pensilvania y Minesota, el corazón de las manufacturas estadounidenses. Sin embargo, hubo destrucción de empleo en esos Estados en 2019”, coincide Wirth.
Allí centró Trump gran parte de su campaña presidencial en 2016, prometiendo crear empleo en la América Olvidada. “Su gran apuesta era devolver puestos de trabajo a los estadounidenses en industrias como el automóvil, las minas de carbón y la metalurgia. Mucha gente le votó por esto, incluso en Estados que tradicionalmente eran demócratas. Se entusiasmaron con esa promesa de recuperar empleos que se habían ido a China o a México. Aquí Trump ha fallado y ahora se han quedado frustrados”, afirma Wirth.
“Esta es la cara oscura de la política económica de Trump. Las barreras comerciales han hecho mucho daño al sector del automóvil”, apunta también García Encina.
La gestión de la pandemia tampoco ha sido un punto fuerte para Trump. A finales de marzo, el Gobierno de Estados Unidos lanzó un primer paquete de estímulos económicos para inyectar 2.200 millones de dólares (1.820 millones de euros), el mayor de la historia del país, para paliar los efectos la crisis. Entre las medidas se encontraba el polémico reparto de cheques de 1.200 dólares a los ciudadanos estadounidenses.
Los republicanos y los demócratas negociaban en el Congreso un segundo paquete de estímulos con la intención de aprobarlo antes de las elecciones. Sin embargo, Trump decidió unilateralmente suspender las negociaciones hasta después de los comicios. “Esta decisión va en contra de su propia candidatura, porque está frenando un paquete económico que el país necesita”, señala García Encina.
Los ciudadanos estadounidenses tendrán la última palabra el próximo martes 3 de noviembre. ¿Sobrevivirá Trump en la Casa Blanca?