La cuarentena como arma política, económica, y muestra de falsa superioridad
Los británicos van a perder poder adquisitivo y relevancia en la economía global.
La repetición y el “ya lo dije” me pone en la misma liga que el abuelo cebolleta con sus historias, lo sé, pero se está dando ya una de las predicciones que auguraban un verano más complicado de lo parecía hace tres semanas.
Las divagaciones de muchos y las sospechas sobre la dirección de la pandemia nos hacían a muchos renegar y pretender que el verano de 2020 nunca existió, y en Reino Unido los que nos hemos quedado sacrificados, tenemos la sonrisa del campeón ante las desagradables noticias que vienen desde el Gobierno de Boris Johnson acerca de la necesidad de cuarentena para los que vuelvan de España.
Campeón a medias, claro, ya que seguimos sufriendo a rajatabla las reglas autoimpuestas y que deberían haber venido del Gobierno británico para defendernos de la pandemia.
Esta semana, ha sido en Reino Unido una prueba tácita de la falta de sentido común en muchas ciudades, y una de ellas ha sido mi ciudad, Leeds.
Leeds, la del Leeds United de Marcelo Bielsa, Victor Orta, Pablo Hernández o Kiko Casilla, ha celebrado la subida de categoría en su equipo de fútbol… de vuelta a la Premier League tras muchos años.
Habrá que celebrarlo, diréis, y sí se celebró. El día 17 de julio, viernes, y tras ver cómo ganaba el Huddersfield (rival regional), los alrededores de Elland Road se llenaron de fans que llegaron a celebrar el retorno histórico, pero claro, el domingo tras ganar al Derby County, con celebración épica del director deportivo que acompañó con prismáticos (sorna por acontecimientos de 2019) y la bandera de Moderdonia, más de siete mil fans llenaron Millenium Square para celebrar por segunda vez. Este encuentro tuvo un marcador de Mascarillas 0- Latas de cerveza 20.000… y por si no fue demasiado celebrar dos veces, y tras pedir el club calma, así como el Ayuntamiento, pues el miércoles 22 de julio se celebró de nuevo tras el último partido como local, y se puso hasta un autobús descubierto para, según el consistorio, ayudar a dispersar a los seguidores del equipo de Yorkshire.
Tres celebraciones con miles de ciudadanos de Leeds con mucho que celebrar, mucho alcohol y poco sentido común, en plena pandemia.
Las imágenes que se criticaron de Cádiz y su celebración no fueron nada en comparación con las que Leeds nos ofreció, sin ningún golpe en los nudillos, ni multas, ni quejas gubernamentales por permitir estas celebraciones fuera de lugar, y peligrosas… o quizás esto sigue su plan de inmunidad de rebaño.
Todo esto puede plantearse como política interna y que no ha de rebatirse desde fuera. La mayoría parlamentaria de Boris permite que haga lo que le plazca contando con la complacencia y complicidad actual de la población británica. No hay problema con las decisiones de sacrificar a sus ciudadanos…
…lo extraño y ciertamente denigrante es que sus políticas traten de limpiarlas y de manipular la visión del público tratando de ensuciar y apuntar con el dedo a otros países, y esta actitud es aún más asquerosa, cuando se tiene el valor de poner sobre la mesa la reputación o el tratamiento de la pandemia de países que no han mirado hacia otro lado y que tienen cientos de muertes semanales por debajo de las que Reino Unido sigue registrando.
En España ciertamente se debería haber primado la salud de su población por encima de la industria del turismo, y Reino Unido como país a la cabeza en muertes y casos, y sin haberse enfrentado con la rigidez y las medidas ciudadanas que España y los españoles soportaron, no pueden venir a darnos leccioncitas con cuarentenas que ellos mismo jamás impusieron ni en los peores tiempos de la crisis.
España ahora implora que no se toque a Baleares y a Canarias… y yo desde Leeds pienso que se debería imponer una reciprocidad directamente en las medidas. Los señoritos británicos nos tratan de una manera que no tratan a ninguna de sus ciudades cuando tienen brotes serios, pero se atreven a volver a poner a nuestro país en los titulares de su prensa sensacionalista y no sensacionalista, sin ninguna reacción contundente de nuestro Ministerio de Exteriores y solamente intentando salvar la temporada turística.
Quizás sea el momento de mirar estratégicamente a quién queremos tener como principales actores de nuestro mercado turístico. Debemos plantear si es absolutamente necesario seguir teniendo tantos huevos en la cesta británica. Tras el Brexit y la más que posible implosión de su economía a partir de 2021, y sin ayuda económica que todos los miembros van a tener de la UE a raíz del COVID, los británicos van a perder poder adquisitivo y relevancia en la economía global.
Las decisiones políticas en los últimos meses en Reino Unido son una continua improvisación, y esto en parte se debe a la intervención y manipulación de Dominic Cummings, que como buen liberal (extremo) vive del caos, de los cambios de rumbos constantes y que pillan a contrapié. Lo logró con el Brexit y esta vez también se aseguró de que parte del pastel del COVID-19 va a sus amigos Marc Warner de Faculty Science, así como a Palantir, ambas empresas con un peso en la táctica a seguir y el resultado final del referéndum del Brexit de 2016.
La batalla del COVID-19 en Reino Unido tiene muchos frentes. Aparte de lucharse en los hospitales del NHS, se está también llevando a cabo en los gabinetes de información, o desinformación en este caso, del Gobierno y ministerios, así como en los medios de comunicación, que llevan meses ya sin preocuparse de los números de infectados y son cómplices absolutos de Boris, y Cummings.
Los medios británicos que deciden no publicar noticias demasiado negativas sobre el coronavirus en su país, en cambio están encantados de regalar a sus lectores con titulares que les hagan pensar en la superioridad del Imperio, y lo mejor que estamos en comparación con los pobres europeos…