La cruda historia de la única mujer en el corredor de la muerte, que será ejecutada antes de que Trump se vaya
La vida de Lisa Montgomery, víctima de traumas y violaciones, puede acabar el 12 de enero, 8 días antes de que Biden, contrario a la pena de muerte, tome posesión.
Lisa Montgomery es la única mujer en el corredor de la muerte de Estados Unidos y, si nadie dicta lo contrario, será ejecutada el 12 de enero, sólo ocho días antes de que el presidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden, tome posesión del cargo y ponga fin a los cuatro años de presidencia de Donald Trump. Biden, por cierto, está en contra de la pena de muerte.
La ejecución de Montgomery estaba planeada para el 8 de diciembre. Sin embargo, sus dos abogados se contagiaron de coronavirus después de visitarla en la cárcel, y dejaron de trabajar en el caso hasta que se recuperaron.
Los abogados pretenden pedir al todavía presidente, Donald Trump, que se conmute la pena a cadena perpetua. Pero si la ejecución de Montgomery sigue adelante, será la primera mujer de una cárcel federal ejecutada en los últimos 70 años.
La historia de Montgomery no es sencilla. Fue sentenciada a muerte hace 16 años por el asesinato de una mujer embarazada, Bobbie Jo Stinnett. Montgomery estranguló a la mujer y le abrió el abdomen para sacar al feto de 8 meses que llevaba dentro. El bebé sobrevivió.
El crimen ocurrió una semana antes de las navidades de 2004, cuando Lisa Montgomery, una mujer de 36 años y madre de cuatro hijos, condujo desde su casa de Kansas hasta Misuri, aparentemente para comprarle un cachorro a una mujer que había conocido días atrás en un evento canino.
Pero finalmente no se llevó a ningún cachorrito, sino al bebé que Bobbie Jo Stinnett, de 23 años, llevaba dentro.
Después de jugar con sus perros en el patio de su casa, Montgomery, que después confesó el crimen, estranguló a Bobbie Jo Stinnett y le rajó el abdomen para sacar a la criatura que estaba gestando.
De vuelta a su casa, Montgomery le pinzó el cordón umbilical y limpió a la bebé con toallitas. Durante meses, Montgomery le había dicho a su marido que estaba embarazada, algo que era imposible, ya que se había sometido a una ligadura de trompas. Ese día, llamó a su marido para contarle que se había puesto de parto y que había dado a luz en una clínica.
Una vez en casa, la pareja contó a sus allegados que habían tenido una niña. Al día siguiente, la policía arrestó a Montgomery y devolvieron a la bebé, que no había sufrido ningún daño, a su verdadero padre.
Montgomery fue sentenciada a muerte por su “especialmente odioso asesinato”.
Los abogados de Montgomery alegan que cometió el crimen en mitad de un episodio psicótico, un trastorno que sufre después de años soportando abusos sexuales y físicos. Montgomery, víctima de incesto y de tráfico sexual, tiene un diagnóstico de trastorno bipolar con rasgos psicóticos, además de un complejo trastorno de estrés postraumático.
“La señora Montgomery sufría un brote psicótico en el momento del crimen”, sostiene Amy Harwell, abogada de oficio que trabaja en el caso de Montgomery. “Siempre ha aceptado su responsabilidad y ha mostrado un profundo arrepentimiento, una vez que recibió la medicación adecuada y retomó el contacto con la realidad, aunque en su situación presenta altibajos”, explica Harwell a la edición estadounidense del HuffPost.
Los expertos en salud mental que la han examinado creen que su historia de trauma infantil exacerbó una predisposición genética a la enfermedad mental, algo común en su familia.
“Es difícil entender hasta qué punto ha llegado el horror sufrido por Lisa en sus primeros años de infancia. Fue violada por su padrastro y por los amigos de este, su propia madre la vendió a grupos de hombres adultos, que la sometieron a violaciones en grupo, fue golpeada y maltratada”, explica a la edición estadounidense del HuffPost Sandra L. Babcock, profesora clínica de Derecho en Cornell Law School, y una de las abogadas de Montgomery.
La madre de Montgomery, Judy Shaughnessy, que tenía 20 años cuando la tuvo en 1968, mantuvo un alto consumo de alcohol durante su embarazo. El padre de Montgomery, John Patterson, era un militar de 25 años también alcohólico. Patterson tenía una hija de una relación anterior, Diane, cuatro años mayor que Montgomery.
Shaughnessy era cruel y violenta con ambas niñas, según una declaración jurada de Patterson. La familia cuenta que las primeras palabras de Montgomery de niña fueron “no me pegues”.
Shaughnessy las pegaba con lo que tuviera en la mano, ya fuera un cinturón o una escoba. Pero el maltrato psicológico era incluso peor, según contó la hermana mayor, Diane Mattingly, ahora de 57 años, en una entrevista con el HuffPost.
Shaughnessy sacaba a Mattingly desnuda a la calle, la dejaba en la puerta y le decía que tenía que irse y no podía llevarse nada, recuerda la mujer. El padre pasaba largas temporadas lejos de casa y Shaughnessy estaba mientras tanto con otros hombres.
Shaughnessy empezó a dejar a las niñas con un hombre para que este las cuidara. Cuando Mattingly tenía 8 años, el hombre empezó a violarla, mientras Montgomery, de 4 años, estaba junto a ella en la cama.
Shaughnessy y Patterson se separaron, y los servicios sociales se llevaron a Mattingly, un acto que considera que le salvó la vida. Pero no se llevaron a Montgomery con ella.
“Siempre he dicho que yo estoy dañada, pero no rota”, dice Mattingly. “Pero Lisa sí estaba rota. No tuvo a nadie que la protegiera después de que yo me fuera de la casa”.
Mattingly no volvió a ver a su hermana Lisa hasta el juicio, 34 años después.
Kleiner era un hombre violento que pegaba tanto a sus hijos como a su mujer. Su maltrato físico iba acompañado de un componente sexual: desnudaba a sus hijos antes de darles latigazos.
Con Kleiner, la familia se mudó a una caravana en una zona empobrecida. Junto a la caravana, construyó una especie de choza donde empezó a violar a Montgomery.
Luego llegaron otros hombres, entre ellos un fontanero y un electricista, que violaron a Montgomery por vía oral, vaginal y anal, según la declaración jurada de un primo de Montgomery, ahora ayudante de sheriff, a quien Montgomery, de adolescente, le contó lo que sufría.
“También eran físicamente violentos con ella. La pegaban y le daban en la cara si ‘hacía algo mal’. Y cuando acababan, orinaban encima de ella como si fuera basura”, declara el primo.
“Lisa Montgomery es una persona con una profunda disociación de su cuerpo, de su mente, de su experiencia”, sostiene Katherine Porterfield, a psicóloga clínica del programa de víctimas de tortura de la Universidad de Bellevue/Nueva York. “Algunas de estas desconexiones tienen consecuencias trágicas. Pero es lo que entendemos como adaptaciones psicológicas para sobrevivir a estar constantemente bajo agresiones”, cuenta.
Ya de adulta, Montgomery reprodujo esa vida disfuncional que había experimentado en su infancia.
Se casó con su hermanastro a los 18 años y tuvo cuatro hijos en cinco años, antes de someterse a una ligadura de trompas. Su salud mental decayó rápidamente. Tuvo múltiples accidentes de coche, no era capaz de mantener un trabajo, bebía, trabajó como prostituta e ignoraba a sus hijos. Sus hijos llegaron a inventarse un apodo, ‘Martha’, que utilizaban en vez de llamarla ‘mamá’ para sacarla del trance.
De vuelta a la actualidad, Montgomery se encuentra aislada en el Centro Médico Federal de Carswell, una prisión médica en Fort Worth, Texas. Desde que se puso fecha a su ejecución, ha sido sometida a unas duras condiciones que resultan especialmente traumáticas a raíz de su historial de abusos sexuales, de acuerdo con la organización Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés).
En un comunicado, su abogada Babcock señala que Montgomery ha asumido por completo su responsabilidad en el crimen. Sin embargo, apunta la abogada, ninguna otra mujer ha sido ejecutada por un delito similar, y la mayoría de fiscales han reconocido que el crimen de Montgomery es fruto del trauma y de la enfermedad mental.
“Ejecutar a Lisa Montgomery sería infligir otra injusticia sobre una mujer que sólo ha conocido una vida de maltrato”, sostiene Babcock.
Montgomery es una de los cinco presos federales que la Administración de Trump planea ejecutar antes de abandonar la presidencia. Las otras cuatro personas son Brandon Bernard, cuya ejecución está agendada para el 10 de diciembre; Alfred Bourgeois, para el 11 de diciembre; Cory Johnson, el 14 de enero; y Dustin Higgs, el 15. Se espera que el presidente electo, el demócrata Joe Biden, contrario a la pena de muerte, tome posesión del cargo el día 20 de enero.
Los representantes de la ACLU han solicitado que se frenen las ejecuciones, teniendo en cuenta que está a punto de comenzar una nueva Administración, y que esta se opone a la pena de muerte.
Este artículo ha sido elaborado mediante la adaptación de dos reportajes de Melissa Jeltsen publicados en la edición estadounidense del HuffPost, que puedes consultar pinchando aquí y aquí.