La adicción a las series de TV, un problema que va en aumento
Ya empieza a estar presente en las consultas de psicología.
Las series de televisión llevan años haciéndose paso a marchas forzadas en el Olimpo de la oferta de ocio.
Sobre todo tras la aparición de la plataforma Netflix, la popularidad de series como Perdidos, Breaking Bad, Narcos o Game of Thrones rebasa cualquier límite imaginable. Estamos ante productos con un alcance mundial y que han atrapado ante la pequeña pantalla a centenares de millones de espectadores.
Sin embargo, este fácil acceso a la series ha traído también un nuevo fenómeno que empieza a estar presente en las consultas de psicología: la adicción a consumir dichas series.
Algunas personas tienen la idea equivocada de que una adicción solo puede existir en relación al consumo de una sustancia (una droga, generalmente) que genera una adicción física, además de la adicción psicológica.
Esto no es del todo cierto. Existen adicciones, como la ludopatía, en que no media ningún tipo de sustancia externa al organismo. En el caso de la adicción al juego, los procesos de estímulo-recompensa generan unas dinámicas peligrosas y que interfieren en el control de nuestra conducta y deterioran nuestra vida social.
Lo mismo ocurre con la adicción a las series de televisión. Se han detectado ya casos de personas que se obsesionan con las tramas y los mundos de sus series preferidas, hasta el punto de consumir compulsivamente los capítulos.
En realidad, el problema no es tanto pasar grandes cantidades de tiempo delante de la pantalla, sino más bien el vivir presa de las ensoñaciones de los mundos ficticios de la serie en cuestión. Es decir, una persona puede “devorar” una serie en cuestión de pocos días si se descarga todas las temporadas y las visiona casi sin pausa, pero una vez ha terminado de ver todas las temporadas la obsesión puede persistir.
La dependencia a una serie de televisión no se reduce solamente a sentarse delante de la pantalla. Está más relacionada con dedicar mucho tiempo pensando en ese mundo imaginario, en los personajes, en las distintas tramas, descuidando de este modo el ‘mantener los pies en el suelo’ y en pensar en las responsabilidades de la vida real, los quehaceres cotidianos, etcétera.
En los casos más graves, esta adicción puede llevar aparejada ciertas ideas delirantes, llegando a mezclar la ficción con la realidad. De todos modos, esto no ocurre solo por ser “muy fan” de una serie, sino como producto de una predisposición a los trastornos psicóticos, ya que estamos ante un extremo patológico nada habitual.
Además, hay que tener en cuenta que la adicción a la televisión (y a las series, por ende) se da también en la población infantil, por lo que tanto jóvenes como adultos debemos tomar conciencia de que es un fenómeno que está ocurriendo y que puede ir en aumento.
Focalizar nuestra atención y nuestro mundo interior a una realidad ficticia puede tener consecuencias para nuestra salud mental. Como en cualquier otra adicción, la persona afectada puede descuidar sus relaciones personales, puede dejar a un lado sus quehaceres diarios, entrando en un bucle de aislamiento y hábitos poco saludables.
En los casos más graves, en que se mezcla la adicción con ideas delirantes y paranoides, se puede llegar a confundir la realidad con la ficción hasta extremos peligrosos.
Es poco frecuente que una persona que tiene una adicción sea realmente consciente de su problema y decida buscar ayuda.
Por eso, si conoces a alguien que esté pasando por una situación como esta, es importante no presionarle. Lo más eficaz será que los familiares y allegados de esta persona se muestren comprensivos y lo apoyen, mientras los profesionales de la salud mental puedan ofrecerle herramientas para volver a una vida sin obsesiones.