Kamala Harris, democracia y feminismo
La vicepresidenta es la proyección de una política de lucha contra la desigualdad imprescindible.
La perpetración del asalto al Capitolio es un síntoma, la enfermedad lleva degradando la democracia norteamericana tiempo atrás. Las políticas y discursos que acentúan la desigualdad deterioran la salud democrática y ponen en riesgo la convivencia y las instituciones.
Las democracias necesitan incorporar cambios que les permitan seguir siendo democracias. EEUU, una de las más antiguas del mundo, está pidiendo a gritos transformaciones que emanen de la propia democracia y que permitan reforzar las bases de la convivencia. Una convivencia fragmentada por la desigualdad social que, en lugar de ser combatida con políticas públicas que fomenten la igualdad de oportunidades y el ejercicio de los derechos civiles, es utilizada por aquellos cuyos discursos desprecian lo igualitario. El discurso machista y racista de Trump ahonda en la brecha de la convivencia.
O los cambios los protagonizan también las mujeres, o no cambiará nada. Sin duda la candidatura a la vicepresidencia de la demócrata Kamala Harris fue una noticia alentadora no solo para gran parte de la ciudadanía de los EEUU sino para todos los países que miramos con atención lo que ocurre en Norteamérica.
El valor simbólico pero también transformador que tiene que una mujer conquiste espacios de poder es de enorme trascendencia. Las mujeres somos más del 50% de la población mundial, por lo tanto que las mujeres ocupen los espacios de poder mejora la representatividad y de manera directa mejora de la calidad democrática.
Cuando las mujeres conquistan y ejercen el poder, en el imaginario de muchas niñas y adolescentes se construye una idea de vanguardia, que ellas también pueden hacerlo. Las mujeres que irrumpen en espacios masculinizados están desarticulando un veto que sostiene los privilegios masculinos.
Reconocer a las que hicieron posible que hoy otras lleguen donde nunca antes habíamos llegado es hacer canon feminista, supone construir la genealogía de las mujeres. Kamala Harris no llega sola, llega impulsada por la lucha de sufragistas como Shirley Cislhom o del combativo feminismo negro, llega con memoria, la de Sojourner Truth y su rompedor discurso de 1851 en Ohio en el que preguntaba al auditorio “Ain’t I a Woman?.
El feminismo es un gran aliado de la democracia, la agenda feminista profundiza el desarrollo de las sociedades democráticas. Supone un reto inspirador que con el incremento de mujeres en las posiciones de poder se incorporen en los proyectos que representan las reivindicaciones feministas.
El camino que recorrerá Kamala Harris como vicepresidenta de EEUU estará lleno de obstáculos que no tendría un hombre en su posición. En el poder, a las mujeres se le exige más y se le perdona menos. Ser conscientes de cuántas de las críticas que se le harán tendrán connotaciones machistas también requiere especial atención a la hora de que cumpla con las expectativas depositadas en ella. Kamala Harris cometerá errores y no por ello su llegada a la vicepresidencia dejará de ser un gran avance para la democracia.
Las democracias no solo se fundamentan en procedimientos consensuados y legalmente constituidos sino que, el arraigo y perdurabilidad de las mismas se construye sobre la base de la renovación permanente del compromiso con los valores de la igualdad, la libertad y la justicia social. Sin las mujeres, no hay igualdad, sin igualdad se deteriora la convivencia y se resienten las democracias.
A la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres en todo el mundo le queda un largo recorrido y los obstáculos a salvar son cuantiosos. El machismo se recicla y se nos muestra con manifestaciones diferentes en cada época y en cada país del planeta, pero fue, es y seguirá siendo machismo. Reconocerlo, denunciarlo y sacarlo de las instituciones democráticas contribuye a dar pasos hacia delante, el compromiso con la democracia también implica una batalla sin tregua contra el machismo.
Frente al modelo de gobernanza sectaria, supremacista e irrespetuosa con la igualdad de Trump, Kamala Harris es la proyección de una política de lucha contra la desigualdad imprescindible.
EEUU tiene una oportunidad con su vicepresidenta, la democracia también.