Juan Verde, asesor de Biden: "Las mujeres se arrepienten de haber comprado la moto que vendía Trump"
El español que más sabe de los demócratas estadounidenses pronostica una victoria "que podría ser histórica" para su candidato.
Juan Verde (Telde, Gran Canaria, 1971) es el español que más sabe del Partido Demócrata de EEUU. Ha trabajado para Barack Obama, Bill y Hillary Clinton, Al Gore o John Kerry y, ahora, el que fuera subsecretario estadounidense de Comercio para Europa da jornadas maratonianas como asesor en la campaña del candidato Joe Biden, que aspira a relevar al presidente republicano Donald Trump.
En una entrevista telefónica tras una conferencia con la agencia Atrevia, habla con el aplomo de los que rozan la victoria con los dedos y, sobre todo, con la preocupación de quien teme “cuatro años más de desastre”. Su vaticinio es claro: ganarán los demócratas y de forma holgada.
Martes, 3 de noviembre. Elecciones en EEUU. ¿Qué escenarios se plantea para esa jornada crucial?
Pues veo tres, fundamentalmente. Uno sería la victoria contundente, clara y fácil de Trump, pero creo que eso es prácticamente imposible, simplemente no le salen las cuentas. Posible pero muy muy poco probable. El segundo escenario es aquel en el que las encuestas no se equivocan, las predicciones se cumplen y los demócratas ganan con facilidad. El sistema de EEUU te da el 100% de los votos del colegio electoral, así que con que ganes el 50% más uno, suficiente. Ganando nosotros en los estados clave, como se espera, podría ser una victoria histórica, y eso sería fantástico, aunque heredamos un país muy dividido, inmerso en una crisis muy difícil. Lo más probable es esto segundo.
Y el tercero...
Lo que también puede ocurrir, que es posible y probable aunque no tanto, es que los resultados sean muy ajustados en esos estados clave. Con que ocurra en los grandes, como Filadelfia, Wisconsin o Florida, es suficiente para crear una situación peligrosa, de gran incertidumbre electoral, de gobernabilidad y judicial. Ese día puede darse la situación de que el señor Trump cante victoria basándose en los resultados del voto presencial, pero la inmensa mayoría de los demócratas van a votar por correo, porque tenemos una pandemia y la gente prefiere hacerlo así [el miércoles, cuando se hizo esta entrevista, ya habían votado unos 70 millones de personas, la mitad de los que votaron el año pasado, aún a seis días de acabar el plazo]. La gente va a seguir votando por adelantado y muchos millones, por correo. En estos estado ese voto se cuenta dos, tres y hasta siete días después.
De ahí la larga noche electoral, la espera y la incertidumbre, ¿no?
Es que en esa situación se crea un vacío de legitimidad, y eso podría ser muy peligroso, porque lo que pasa inmediatamente en estos estados en que la victoria no ha sido contundente es que se inician todo tipo de guerras legales, hay interpretación de los resultados. Cada municipio o condado y estado puede interpretar muchos de los resultados o descalificar por ejemplo miles y miles de votos, porque al fin y al cabo las personas que toman la decisión son de un partido o de otro. La situación sería bastante preocupante y caótica, como pasó en 2000. Pero no creo que eso signifique un golpe de estado ni que este señor vaya a quedarse en el poder si pierde.
¿Cree que Trump asumirá su derrota, si llega? Lleva semanas hablando de falta de legitimidad y de fraude en el voto por correo.
Creo que lo está haciendo porque le conviene, es maquiavélico pero está muy bien pensado, si lo analizas desde un punto de vista estratégico. Bajo ese escenario, lo más probable es que pierda contundentemente pero, si no lo hace y hay espacio para la interpretación en algunos estados, él puede simplemente decir que le han robado las elecciones. Es una locura, porque el voto por correo es una forma legítima y legal de votar desde la Guerra Civil, se diseñó para que los soldados pudiesen votar estando en la guerra. Nunca ha habido el más mínimo problema.
¿Por qué hace eso Trump? Porque si pierde se sigue quedando como una persona legítima para la percepción del 40% de la población que lo apoya incondicionalmente. Está muy bien jugado. Puede pasar como en el año 2000, que esto vaya a la Corte Suprema, donde hay seis jueces conservadores (de un total de nueve) y eso le podría dar la victoria... ¡Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra! Trump piensa: “oye, me puede salir bien la jugada si al final es un tema judicial, y si no pues, sigo siendo relevante a los ojos de millones de norteamericanos”.
No contempla a priori una victoria de Trump y, menos, arrolladora. Las encuestas dan entre nueve y 11 puntos de ventaja a Biden. ¿Por qué se ha ido desinflando el apoyo del presidente?
Si hacemos un análisis macro, diría que hace cuatro años él podía presentarse a las elecciones basándose en una plataforma ficticia, sobre lo que iba a hacer en el futuro, y ahora ya tiene cuatro años de falta de resultados. Estamos inmersos en una crisis sanitaria, donde hay 225.000 muertos y 200.000 más que se esperan antes de febrero, las tasas de desempleo son históricamente altísimas, sufrimos una economía destrozada por completo, porque no se veía este retroceso desde la gran crisis de principios del siglo XX.... Y la inmensa mayoría de la gente ve que, en gran medida, él no ha sido el culpable del Covid-19, pero sí es el culpable de que no haya una respuesta organizada y efectiva por parte de la Casa Blanca. Es el gran elefante en la habitación, el hecho de que el Covid y su mala gestión y falta de liderazgo le está pasando factura.
¿Es un desgaste generalizado?
Sí, si vamos a lo micro, por ejemplo, entre los afroamericanos cae, la peor medida que ha tomado ha sido una reforma fiscal que ha beneficiado al 1% de la población, que es dueña del 42% de la riqueza. Por primera vez en la historia, un afroamericano o un hispano, trabajando 40 horas semanales y cobrando el sueldo mínimo legal, no llega a fin de mes, tiene que buscarse un segundo trabajo. Ese no es el sueño americano. Los sectores de la población hispanos y negros se han visto afectados por la mala economía ahora y las malas decisiones tomadas por Trump en los últimos cuatro años.
Si reparamos en el caso de las mujeres, se podría aplicar eso del buyer’s remorse, cuando te arrepientes de una compra mala. Ellas se arrepienten de haber comprado la moto que vendía, porque se han dado cuenta de que, lejos de mejorar las cosas para las mujeres, ha ido a peor. También hay en juego hay una serie de casos que pueden tener un impacto directo en las mujeres, como es el caso del derecho al aborto, que creíamos superado hace 30 años y ahora está en tela de juicio. El derecho anglosajón, recuerdo, puede hacer inconstitucional una ley en cualquier momento, está sujeto a interpretación de la Corte Suprema. Pero es que estamos hablando de otra serie de decisiones que van a ser peligrosas para las mujeres y las minorías, como es la equidad de género o los matrimonios gais. Todo influye.
El foto femenino es esencial, ahora como en 2016...
Sí. La pregunta importante ahora no es quién votó a Trump entonces, sino quién no votó a Hillary Clinton. En 2016, las mujeres no votaron. Si el mismo número de mujeres que votó por Obama cuatro años antes hubiera votado por Clinton hubiéramos ganado por goleada. Eso no ocurrió. Trump ganó el 59% del voto femenino pero lo ha perdido, no todo, está ahora al 50%, que sigue siendo altísimo, pero eran parte de su base. Y lo mismo pasa con el voto del hombre blanco anglosajón, ese señor que es la parte más fuerte de su base de votos también se ha ido perdiendo un poquito, ha pasado de tener una ventaja sobre los demócratas de nueve puntos en 2016 a tener una de cuatro en las encuestas actuales. Los jubilados, igual: ganó con un punto de ventaja y Biden tiene ahora 10 puntos más en intención de voto entre ellos. Así que hispanos, negros, mujeres, blancos, jubilados... hemos logrado erosionar esa ventaja. Él mismo lo ha hecho, a este señor le pasa factura la mala gestión.
¿Cómo ha influido el coronavirus en la percepción del presidente? Porque primero lo niega, luego engaña...
Me lo niegas, me engañas y luego tú lo pillas. Hay mucha decepción y donde más ha calado esa sensación es entre las mujeres. Han visto que no era verdad lo que decía. La inmensa mayoría de ellas creen en la ciencia, creen en la lógica, y es el primer problema de este señor, que no cree en la ciencia. Desde un principio restó importancia a la pandemia, le dijo al pueblo norteamericano que era una gripe, que iba a pasar enseguida y que milagrosamente iba a desaparecer, cuando ahora sabemos por el libro de Bob Woodward que era mentira, que lo sabía perfectamente bien, pero que no quería generar alarma entre la población. Esa es una actitud ya no solamente irresponsable, sino criminal hasta cierto punto.
Es un tema sorprendente, pero ahí están las cifras, tiene aún entre un 38 y un 40% de su base intacta, de incondicionales. Quizá porque durante mucho tiempo ese sector de la población no se sentía representado políticamente, y ven en este señor a un salvador ,y lo idolatran como a Súper Trump. Lo triste es que precisamente esos son los estados que más están sufriendo, donde hay más muertes por el Covid. Más contagios, más ignorancia y menos educación. Lo raro es que esto no le haya pasado aún más factura.
El Covid es un ejemplo, pero es que hay recuentos diarios de sus mentiras en todas las áreas. Parece que no pasan de los medios que las denuncian, de un círculo de intelectuales o seguidores demócratas.
Eso no llega a este segmento de la población, las bases republicanas, y a ver cómo lo digo sin que parezca elitista, porque no pretende serlo... pero la clase más intelectual es demócrata. Por ejemplo, entre los graduados universitarios, Biden gana con más del 70% de apoyos y entre los doctores, es un 87% los que votan demócrata. Es cierto que ese segmento es más básico a la hora de consumir noticias. La inmensa mayoría no se informa, no lee periódicos, no escucha los programas políticos de análisis, reciben sus noticias por las redes sociales o boca a boca. Desde luego no leen el HuffPost. En ese segmento, y con esos canales de comunicación, es muy fácil la desinformación.
El ejemplo más perfecto para mí es Florida, donde hay un empate técnico ahora mismo. ¿Pero cómo tiene tanto apoyo en un lugar con tantos hispanos? Pues porque hay dos comunidades, los cubanos y los venezolanos, a los que han bombardeado continuamente con fake news de que Biden es marxista leninista. Pero es que no es verdad. Estuvo 42 años en el senado y ocho años de vicepresidente y nunca mostró la más mínima señal, ni por asomo, de serlo. Esa es toda la campaña. Y es efectiva.
Nos ponemos en el escenario de que Trump revalida su victoria. ¿Qué pasará en un segundo mandato?
Mire, yo no sé si Biden va a lograr hacer todo eso que dice que va a hacer, pero sí sé a ciencia cierta lo que va a pasar si Trump es reelegido, porque lo hemos visto estos cuatro años, está diciendo ya que lo va a hacer y ahí sí que no hay incertidumbre ninguna. Está claro que el país va a seguir dividido, va a haber mayor inestabilidad social, podemos esperar cuatro años donde el distanciamiento o la desigualdad sigue aumentando. Eso puede crear una situación muy difícil, pero a mí también me preocupa mucho la política exterior de EEUU.
Nos enfrentamos a retos muy grandes a nivel mundial, como el terrorismo internacional, la proliferación nuclear, el cambio climático, la pandemia e incluso posibles pandemias futuras, y todas requieren de mayor colaboración entre los países. Espera una política de cuatro años más de nacionalismo, aislamiento y populismo, donde el “America first” siga siendo la ideología y te desentiendes y te alejas de tus aliados históricos o empiezas a salirte de acuerdos como el de París, el de no proliferación nuclear con Irán, hasta de la OMS y de la Unesco... Es un despropósito absoluto y eso va a ocurrir si no se remedia, y nos lo podemos esperar. A nivel internacional, aguardemos aislamiento y populismo. En lo doméstico, un aumento de la situación de división y de odio en el país.
¿Y si gana Biden?
Lo que se avecina es un cambio muy radical en poco tiempo, porque si ganamos, ganamos el senado, por eso se está hablando del tsunami azul, porque los demócratas pueden ganar de forma clara y contundente y tener dos años asegurados para llevar a cabo esas grandes reformas que necesita el país. La esencial es la reforma sanitaria, porque en mitad de una pandemia el presidente Trump está intentando anular el Obamacare, que sólo le da protección a los más pobres, a 40 millones de personas. La gente a veces piensa que el Obamacare da sanidad universal, pero no no, aquí no hay sanidad para 350 millones de personas, sólo para los 40 que no pueden pagarlo, y se lo quieren quitar en mitad de una pandemia.
Luego hace falta una reforma judicial, porque EEUU es el país que más presos tiene en la cárcel, y una reforma fiscal, es extremadamente importante. Por supuesto que van a subir los impuestos, muy poco, pero para la gente que gana más de 400.000 dólares, ni un céntimo más para la gente por debajo de eso. Eso es razonable en un momento como el actual. Tenemos que salir adelante todos de forma más solidaria.
“Joe, el dormilón”, “el lento”, “el viejo”... Todo lindezas, las que le lanza Trump.
Esa es, de nuevo, una campaña de desinformación. Durante mucho tiempo se empezó a repetir que era senil, que tenía problemas cognitivos, pero luego aparece en el debate contra Trump y lo hace fenomenalmente bien y demuestra al mundo que eso no es cierto. Aquí, para mí, hay una elección muy clara entre dos tipos de personalidad, que refleja también cómo se va a comportar y cómo se está comportando ya el país.
Todos los que conocemos a Biden -y yo lo conozco personalmente desde hace muchísimos años y más ahora en la campaña-, podemos asegurar que es una persona de una calidad humana y una empatía que son muy difíciles de encontrar entre los políticos. Y lo vemos todos los días. Hay imágenes de él, grabado cuando creía que no había nadie alrededor, dándole dinero a un vagabundo y conversando con él o abrazando cuando no había cámaras a un niño que había perdido a su padre en la guerra de Irak y llora con él.
Eso lo hace cuando no lo está mirando nadie, porque es así, una persona que cree que lo que hace falta es dar la batalla por el alma del país, como él dice. Yo tenía un profesor en la universidad que me decía que la mejor forma de entender cómo va a actuar una persona en el futuro es analizando lo que ha hecho en el pasado y él estuvo 42 años en el senado y siempre se caracterizó por ser uno de los pocos senadores que sacaba adelante los grandes proyectos de ley, los más ambiciosos, de manera consensuada con los republicanos. Eso hoy en día es muy difícil, en un país tan dividido. Si hay alguien que lo puede hacer es él.
¿Qué es lo que más le gusta de su candidato?
Biden tiene una enorme calidad humana y a lo largo de su vida se ha manifestado en la forma en que actúa. ¿El mundo necesita guerras comerciales, confrontación, distanciamiento y la ruptura de las alianzas estratégicas o requiere de coaliciones, acuerdos, colaboración? Yo creo que lo segundo, y eso sólo lo puede hacer una persona empática como él.
¿Y España? ¿Qué puede ganar con un Gobierno demócrata?
Lo que hay en juego el martes es muy importante, no sólo para los norteamericanos, sino también para todo el mundo, para Europa y, en particular, para España. Ha habido un enfriamiento y un distanciamiento de Europa, lo cual es inconcebible, porque era la alianza más intocable, incondicional y perfecta que había, que ha aportado a los europeos 75 años de estabilidad continua y paz.
Trump ha puesto en tela de juicio la validez de la OTAN, por ejemplo, pero es que luego ha hecho una guerra comercial con la UE. Impensable. Y el país que más ha sufrido es España. No sólo por los aranceles y prohibiciones y limitaciones a la exportación de productos agrícolas como el vino, el aceite, las aceitunas, el queso o los productos porcinos, sino también en la parte industrial. En España, y particularmente en Andalucía, hay toda una industria de componentes de Airbus y más guerra es lo que podemos esperar en los próximos cuatro años si sigue Trump. Tenemos mucho que ganar si colaboramos y mucho que perder si no lo hacemos. Esa es la elección entre uno y otro: si gana Trump, habrá más de lo mismo, más falta de colaboración, y si ganamos nosotros, nos sentaremos a dialogar.