¿Inmovilismo o primarias? Los militantes del PSOE de Andalucía tienen que decidir
Tras sacar el peor resultado de la historia, el PSOE-A debería hacer una reflexión profunda y plantear la posibilidad de renovar el proyecto y los liderazgos.
Esto va de darle la voz a la militancia, por eso apoyo que se adelanten las primarias del PSOE de Andalucía para elegir candidata o candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía.
¿Darnos la voz para qué? Para que decidamos con qué proyecto nos presentamos a las próximas elecciones autonómicas y que la candidata o el candidato que resulte elegido tenga tiempo para transmitirlo al conjunto de la sociedad andaluza.
Alguien se podría preguntar si no tenemos ya un proyecto. Efectivamente, tenemos un proyecto que se elaboró en el congreso del PSOE-A celebrado en 2017 y que tuvo su traslado al programa electoral con el que nos presentamos a las elecciones andaluzas de 2018. En aquellas votaciones sacamos el peor resultado de la historia en las elecciones autonómicas y perdimos, por primera vez, los apoyos necesarios para poder gobernar en Andalucía.
En este contexto, lo normal en el PSOE-A sería hacer una reflexión profunda sobre lo ocurrido y plantear la posibilidad de renovar el proyecto y los liderazgos. Pero nada de eso ha ocurrido, aunque el debate está ahí y, por mucho que se intente, no se puede ocultar.
Podríamos hacer como que no ocurre nada, pero eso es engañarnos. La tendencia que marcan las encuestas publicadas es que la mayoría de los votantes que nos abandonaron en 2018 no están regresando. ¿Quizá esperan que le presentemos algo diferente para volver a ilusionarse?
Poner la pandemia como excusa para no debatir, creo que también es engañarnos. Todos y todas sabemos que, además de ocuparse de la pandemia, la dirección regional del partido está inmersa de lleno en una actividad con clave congresual.
Por eso, esto va de saber interpretar este momento histórico y alumbrar las políticas que espera la ciudadanía de los socialistas, para que Andalucía salga con fuerza de la crisis provocada por la pandemia y se suba al tren del futuro que se está diseñando gracias a los fondos que la Unión Europea va a dedicar a la reconstrucción. Andalucía es muchas cosas. Sin duda tenemos señas de identidad, con sello socialista, que hay que mantener como los servicios sociales, la sanidad, la agricultura o el turismo.
Pero más allá de todo eso, Andalucía tiene que subirse al carro de la revolución económica que se está produciendo a nivel planetario. La digitalización de la economía está cambiando el mundo tal y como lo conocemos. Los mercados han dejado de ser locales. El conocimiento, los datos y las nuevas tecnologías nos permiten escalar los negocios y las empresas a un ámbito global.
La ciudadanía es cada día más exigente con gobiernos y empresas y quiere que preocupaciones sociales como la desigualdad creciente, el cambio climático o la precarización laboral y salarial tengan un papel predominante en la agenda de los dirigentes. Esta exigencia cada día es más trasversal ante la brecha creciente entre los más ricos y los que menos tienen. Una brecha que afecta de lleno no solo a los colectivos que tradicionalmente hemos considerado como desfavorecidos, sino a toda la clase trabajadora ya sea por cuenta ajena o por cuenta propia. Los ascensores sociales han resultado ser un mito.
Por ello, tenemos que volver a poner en el centro de la diana uno de los objetivos tradicionales del socialismo: la redistribución de la riqueza. Pero para redistribuir hay que crear, y para crear tenemos que hacer una apuesta decidida para transformar los pilares del desarrollo andaluz de la mano de los fondos europeos para la recuperación, de la transición ecológica y de la transición digital.
Sin duda, esto va de si queremos actualizar el proyecto socialista en Andalucía y de si esa actualización debemos acompañarla de un nuevo liderazgo o no.
Hay quien dice que esto va de lealtades. Pero la democracia va de que cada cual puede pensar lo que quiera y cambiar de opinión si lo considera oportuno. Igual que un votante vota o deja de votar a un partido en función de lo que ha cumplido o no ha cumplido.
Libertad de pensamiento y también libertad de expresión, que permitió a la secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz, apoyar a Pedro Sánchez en las primarias de 2014 y pedir su dimisión en un comité federal en 2016. Yo creo que, si Susana ha disfrutado de esa libertad, es de lógica que cualquier militante tenga los mismos derechos. Eso sí, con respeto.