¿Se dan las condiciones hoy en España para la III República?
Se cumplen 90 años de la proclamación de la II República: en qué momento está el debate sobre la forma de gobierno.
“España se acostó monárquica y se levantó republicana”, diría el almirante Aznar. El 14 de abril de 1931 se proclamó la II República, con la bandera tricolor en los principales ayuntamientos y con el rey Alfonso XIII camino del exilio. Todo ello dos días después de las elecciones municipales, que se interpretaron como una votación entre monarquía y república, y con la victoria de los partidarios de la segunda en la mayor parte de capitales de provincia, con símbolos como Madrid, Barcelona y Valencia.
Hace noventa años de aquel histórico día. Era una España pobre, con un alto índice de analfabetismo, con una sociedad eminentemente agrícola bajo el dominio de caciques y con un rey que vivía su irrealidad. Poco tiene que ver con ese país de hoy, moderno, abierto e integrado en la Unión Europea, pero que también está exhausto durante una dura pandemia y sus efectos económicos y que cuenta con miembros de partidos republicanos por primera vez en su Gobierno desde la restauración de la democracia.
Además, en el Congreso de los Diputados nunca había habido tantos diputados proclives a la república desde aquellos tiempos. Una ambiente marcado por los escándalos del rey emérito, investigado por la Fiscalía por delitos económicos, sumergiendo a la casa real en una crisis sin precedentes en décadas. La pregunta es: ¿se podría instaurar una III República?
“Si uno mira la evolución de los apoyos a los partidos que se declaran republicanos de una manera activa, desde la fragmentación del sistema bipartidista, ha ido en aumento”, señala el politólogo Pablo Simón sobre el crecimiento del republicanismo en los últimos años. En este punto, señala que son “más fuertes” hoy partidos nacionalistas e independentistas de izquierdas republicanos, como ERC y EH Bildu, además de la importancia de un partido a la izquierda del PSOE (Unidas Podemos) también “mucho más fuerte” desde la crisis del bipartidismo.
A lo que añade: “En términos de opinión pública, los datos insisten en que hay más republicanos hoy que los que había antes con el bipartidismo, también por los recientes escándalos de la corona”.
¿Y qué tendría que pasar para que en España se proclamase la república? Simón responde: “Aquí hay dos vías posibles. Una primera sería que por algún tipo de razón se produjera una dinámica constituyente. Es decir, una suerte de revolución, la Constitución pasa a ser papel mojado y se proclama la república. Esta es una opción poco probable, pero posible. Básicamente sería una ruptura radical”.
“Si esto no se produjera, porque tendría que ser que el país estuviera en una situación casi de pre Guerra Civil, de colapso o de descomposición, hay que ir a la vía de la reforma. Esto requiere unas mayorías agravadas que sólo son posibles con el concurso de la derecha. Dicho de otra manera, para que en este país la república sea factible tendríamos que tener a la derecha dentro de la opción republicana. Eso a día de hoy no se produce. Por lo tanto, dadas las diferencias, las enormes dificultades que hay para la reforma y que la derecha siempre tiene poder de veto, además Vox no ha surgido como un partido a la derecha republicano, pues creo que es muy difícil”, comenta.
Por lo que concluye: “Sólo hay dos vías, o que la derecha de repente se vuelva republicana por alguna razón que no sabemos o por algún tipo de escándalo de la monarquía, o porque se produjera un colapso de la Constitución y del sistema político”.
Simón explica que este debate “está y no” en la calle, es un asunto “perenne”. “Emerge y desaparece, todo el mundo tiene posiciones muy claras sobre el tema y no hay gente ambivalente, muy alineado con las ideologías políticas de izquierda y derecha, pero no es un tema que marque la conversación de manera diaria. Pero sí es verdad que cada vez que hay un escándalo de corrupción vuelve a aflorar, y luego desaparece”, interpreta este profesor de la Universidad Carlos III.
¿Se darían las condiciones hoy para que se proclamase la III República? “Todavía no”, contesta el politólogo Ernesto Pascual, que indica que sí hay en cuanto a forma de gobierno “una pujanza” especialmente por “demérito de la casa real y sus acciones”. “También es verdad que no se ha marcado como un eje de debate, puesto que los partidos que mantienen el statu quo del 78 siguen ganando las elecciones”, sostiene.
Sobre si España es monárquica o republicana, Pascual comenta que es “difícil de decir en el sentido estricto”. “Parece que ha sido monárquica a lo largo de los tiempos, pero es verdad que muchos reyes han acabado fuera del país. Incluso alguno nos ha dejado con una carta, como Amadeo de Saboya, en plan ahí os quedáis porque no os soporto ni yo”, comenta, para explicar: “España tiene una tradición monárquica evidente, como otros países europeos, pero ha tenido periodos disruptivos en los cuales ha salido un liberalismo republicano muy evidente. Esto empieza con las Cortes de Cádiz, aunque respetaban la monarquía. España ha identificado los momentos de cambios estructurales de la sociedad con los de cambio de forma de gobierno”.
Mirando al futuro y preguntado sobre si habrá un referéndum en unos años, Pascual hace el análisis de que para que eso sea posible es necesario “que los partidos lo recojan como una necesidad”. “En este momento ni el PSOE ni el PP, ni mucho menos Vox, se plantean el cambio hacia una república, no lo llevan en sus programas. Si es verdad que la gente joven demanda este cambio político, nacerán partidos que representarán esa tendencia o los partidos tradicionales tendrán que recogerlo si desean ganar las elecciones”. Todo esto, comenta, “si el eje se convierte en fundamental”.
Para Pascual, “evidentemente” aquí tendrá mucha relevancia lo que haga la propia casa real. Indica: “Es imposible un nivel de popularidad más bajo que este. El tiempo juega en este aspecto a favor, siempre que no salgan más escándalos en torno a la figura de Juan Carlos I. Lo que se ha pretendido es desentender al hijo del padre y alejar al resto de la familia que pueda ser problemática. Quedan pasos por hacer, como una transparencia real de los gastos, un estatuto que limite las actividades… Si esos pasos se dan y el comportamiento del monarca es más o menos digno, además si logra algún tipo de estima propia como el 23-F para Juan Carlos I, pues quién dice que no podría cambiar. Con la muerte de Lady Di parecía que la monarquía se iba a acabar y, en cambio, Isabel II luego ha mejorado su imagen”, radiografía.
En España no se pregunta por la monarquía en las encuestas oficiales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) desde el año 2015, cuando llevaba ya varios años a la baja en la volaración de los españoles. De hecho, la institución no aprobaba desde noviembre de 2011, con una nota de 4,9 entonces. La última vez que se preguntó se situaba en un 4,3.
A pesar de que el CIS no hace esta pregunta, sí se han publicado otros sondeos sobre esta cuestión. En un barómetro de La Sexta hecho público en diciembre se recogía que el 54,3% apoyaría la monarquía en caso de un referéndum frente a un 30,3% que diría república (un 14,2% no votaría y un 1,2% no sabía o no contestaba). Los mayores grados de apoyo a la monarquía se deban entre votantes de Vox (95,6%), PP (94,2%) y Cs (74,1%). Entre los socialistas sólo la apoyaría el 36,1% frente a un 44,7% que apuesta por la tricolor (con un 18,2% absteniéndose). En el caso de Podemos, el apoyo a la casa real es del 0%, con un 88,7% apostando por la república (casi el 10% de los ‘morados’ no participaría en la consulta).
En octubre de 2020 se publicó otra encuesta de 40dB, encargada por 16 medios independientes. El cómputo esta vez era a favor, por seis puntos, de la república (40,9%) frente a la monarquía (34,9%). El resultado final se decantaría por el amplio 24,2% que decía que no iría a votar, que lo haría en blanco o que no tenía fijada su posición. Denotaba además el factor generacional: los menores de 35 años tachan la casa real de “anacrónica”, mientras que los mayores destacan su papel “estabilizador” para el país.
La empresa Gad3, capitaneada por Narciso Michavila, presentó también un estudio el pasado mes de septiembre con el siguiente resultado: el 56% apoya la monarquía, en tanto que un 33% se decanta por la república y el 11% no lo tiene claro. Recogía también esa diferencia por edades: la república gana, con un 58%, entre los comprendidos entre los 18 y los 29 años.
Otras encuestas se han centrado en el papel del rey actual, que sale mejor valorado que la propia institución. Una de Metroscopia, hecha pública en diciembre del pasado año, indicaba que el 74% de los ciudadanos españoles respalda el papel actual de Felipe VI. El 60% de los encuestados señalaba que lo que estaba en tela de juicio no era la corona, sino el comportamiento personal de Juan Carlos I.
¿Sería posible hoy la III República? Contesta ahora Xavier Arbós, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona, que sostiene: “Posible, posible sí, pero lo veo muy difícil porque tiene que nacer en unas determinadas circunstancias de legitimidad”. “Si examinamos la actual situación de España, creo que la monarquía no ha entrado en barrena de credibilidad como entonces a partir del apoyo de Alfonso XIII a la dictadura de Primo Rivera. No se puede entender sin el hundimiento de la monarquía porque bastó un pequeño empujón para que la república se instalara”, indica.
En ese sentido, hilvana: “Esto no se da actualmente en España, lo que no quiere decir que la monarquía esté sobrada de apoyos populares. Habría que hacer una reflexión sobre algunos aspectos en los que la monarquía tendría que cambiar. Pero no se dan las mismas condiciones”. “Otra cosa es que, por las razones que fueran, se diera un movimiento que pudiera llevar a las Cortes a fuerzas políticas que con el aval de la representación impulsaran una reforma constitucional. Sólo el hecho de presentarla abriría ya un debate público en el que probablemente la monarquía mostraría signos de debilidad. En otras palabras, no veo la república a la vuelta de la esquina porque no se ha abierto el gran debate y porque la monarquía navega a una velocidad de crucero, en parte por la aceptación de muchos españoles que tiene más que ver con la conformidad que con la adhesión a esta forma de gobierno”, ahonda.
Para una reforma constitucional que llevara a la república, Arbós comenta que tendría que ser una modificación por la “vía reforzada”: “haría falta, en primer lugar, una aprobación de la iniciativa de la reforma por dos tercios en cada una de las Cámaras y ahí debería suceder una convocatoria de elecciones automática. Ahí estaría el debate acerca de la monarquía, y luego las nuevas Cámaras deberían ratificar por la misma mayoría esa iniciativa. A eso debería sucederle un referéndum”.
“Si llegáramos a la fase del referéndum, el resultado sería incierto. En las consultas, las discusiones tienden a polarizarse y hacerse planteamientos simplificadores. Si la monarquía no llega con una alta dosis de legitimidad y popularidad, en ese punto la veo vulnerable”, dibuja ante este escenario.
Arbós opina que la casa real tendría que hacer cambios y que a la vez hay que hacer una diferenciación entre la institución y las personas que la encarnan. Apunta a una “reforma legal” para que la inviolabilidad del rey se acote a sus actos como monarca. “Lo segundo”, prosigue, “es que tendría que tener más reflejos como jefe de las Fuerzas Armadas”. “Estuvo mal que guardara silencio cuando algunos militares decían en Whatsapp que había que fusilar a 26 millones de personas”, apostilla. Para este catedrático, “el rey debería aumentar su autoridad moral”. Piensa, por ejemplo, en el momento en el que Mariano Rajoy le dijo a Felipe VI que no se presentaba a la investidura.
Ángeles Egido, catedrática de Historia Contemporánea de la UNED e investigadora sobre la II República, sostiene que España, Europa y el mundo han cambiado mucho cuando se le plantea si hay algunos paralelismos entre los dos momentos. “La historia contrafactual es difícilmente sostenible”, manifiesta.
“España está ahora en unas condiciones mucho mejores que la España de los años treinta. Es decir, ahora tenemos un Estado de Derecho y una democracia consolidada. Hay una serie de libertades asociadas a ello. No hay unos índices de analfabetismo como entonces, no hay tampoco una crisis internacional que desemboque en una guerra mundial, la situación es muy diferente”, comenta.
¿España tiene un alma más monárquica o republicana? Responde Egido: “Creo que en cierto modo es un debate superfluo, provocado. A pesar de la crisis que ha supuesto la abdicación de Juan Carlos I, que ha reabierto ese debate, en realidad lo que quieren los españoles es una democracia consolidada, un Estado de Derecho que garantice sus libertades, que se supere la crisis económica y sanitaria, que no se vaya hacia atrás en temas como la educación o la sanidad pública. A mi juicio, el debate sobre la forma de gobierno es muy secundario”.
Preguntada sobre si se trata más de una crisis de la figura del emérito que de la institución, Egido declara que es “una pena” que la imagen de Juan Carlos I, que “tuvo un papel importante y decisivo” en el 23-F, haya caído ahora por la abdicación y sus cuestiones financieras. “El hecho de que tuviera un comportamiento ejemplar no implica que no se le deba reprochar ahora y exigir que salde sus cuentas como todos los españoles. Por otra parte, la monarquía ha sido bastante hábil a la hora de separar la figura de Juan Carlos I y el actual rey. Felipe VI, por el momento, no ha dado ningún paso en falso”, argumenta.
Acerca de si este tema irá evolucionando con las nuevas generaciones, Egido subraya que “no hay que tener miedo al debate”. “Lo que hay que hacer es informar bien a los jóvenes y, sobre todo, la idea que hay que mantener es que el simple cambio en la forma de gobierno, pasar de una monarquía a una república, no tiene por qué significar un cambio en todo lo demás. Es necesario insistir, desde la educación, en los valores democráticos. Estos se pueden defender de una forma igual desde una forma de gobierno republicana que desde una monarquía parlamentaria. Por otra parte, el tema de la república se ha enturbiado porque no sólo se pide la forma del cambio de gobierno, sino también en el Estado. La II República, que es el modelo más inmediato, no fue federal, fue expresamente no federal. Dar el salto al federalismo sería muy peligroso para España y para Europa, y no encaja en el contexto globalizado”, resume.
¿Podría haber un referéndum en veinte años? “Es posible, no hay que tenerle miedo. Lo que hay que hacer es informar bien a las nuevas generaciones, que han nacido en democracia y quizá no saben valorarla. No saben lo que costó traerla”, concluye esta catedrática.